Ejercicio de interacción entre personajes

No basta con crear personajes originales e interesantes ni con desarrollarlos luego de forma coherente, también hay que hacerles interactuar entre sí de manera natural y efectiva mientras cuentan la historia y hacen avanzar la trama.

Este es un ejercicio para practicar la interacción entre personajes y podríamos llamarlo “Tres historias diferentes en un mismo escenario”:

Escribe tres escenas cortas (de una media página cada una) y mudas (para practicar la utilización de las acciones de los personajes). Las tres escenas suceden en el mismo lugar y con el mismo personaje protagonista.

Escena 1:

El protagonista entra en un lugar desconocido para él, se debe notar que es la primera vez que está allí, que el sitio le parece misterioso y un tanto inseguro y que está esperando a alguien. La escena termina cuando llega el otro personaje y el protagonista parece intimidado o preocupado ante él.

Escena 2:

El protagonista entra en el mismo lugar de la escena anterior pero ahora parece que es un sitio familiar para él y que está tranquilo y feliz. La escena termina cuando llega el otro personaje y ambos se saludan con alegría por encontrarse.

Escena 3:

De nuevo, llega el protagonista al mismo lugar. Parece triste y pensativo. Aparece el otro personaje y ambos se saludan con mucha tristeza.

Utiliza el entorno y los elementos que hay en él para que te ayuden a contar la historia. Ayúdate con el tipo de iluminación y sonido ambiente.

Si tienes un guion escrito y necesita una revisión, puede que quieras un análisis de guion que te ayude a mejorarlo.

Si tienes una idea y quieres convertirla en guion con la ayuda de alguien que te dé una visión desde fuera, puedes pedir un análisis de proyecto o una asesoría personalizada.

Si quieres escribir tu primer guion y no sabes por dónde empezar, pide una tutoría de acompañamiento que te ayude desde la primera línea hasta la última versión del guion.

Escribe a info@cineseriesytecnicasdeguion.com para solicitar información y tarifas.

Cómo crear un villano memorable

En cualquier clase de película (ya sea un drama, una comedia, una historia de acción o de cualquier otro género) el antagonista es tan importante, o más, que el protagonista.

Y lo es porque el antagonista es el personaje encargado de poner en marcha la historia y mantenerla en movimiento creando conflicto e ideando obstáculos y dificultades que impidan al protagonista alcanzar su objetivo.

Pero si escribes guiones de “bueno contra malo”, “héroe contra villano”, es todavía más necesario que cuides a tu antagonista. Porque en thrillers, películas de terror y similares, la verdadera estrella es, muy a menudo, el villano: Hannibal Lecter, Drácula, Norman Bates, Freddy Krueger…

Por lo tanto, cuando tienes un villano en tu guion, tienes que cuidarlo mucho y, para ello, debes tener en cuenta varios puntos:

1. Que sea un personaje activo

Si hemos dicho que el antagonista es el encargado de poner en marcha la historia y de mantenerla en movimiento, es evidente que tendrá que ser un personaje activo, con iniciativas propias.

El protagonista puede permitirse el lujo de ser reactivo (la mayoría de las veces lo es durante los dos primeros actos de la narración), es decir, puede limitarse a reaccionar ante las acciones del antagonista. Pero éste último necesita llevar la iniciativa, al menos, durante los dos primeros actos.

El punto de giro que nos lleva del segundo acto al tercero puede ser el momento en que el protagonista decide volverse activo obligando con ello al antagonista a ser reactivo.

2. Dale su propia trama

Podemos llamarla “contra-trama” ya que se opone a la principal liderada por el protagonista.

Trabajar bien la trama de tu villano es esencial si quieres conseguir una historia consistente, que no “haga aguas”. No hay que olvidar que es la intención del antagonista (impedir que el protagonista obtenga lo que desea) lo que hace posible la historia que se cuenta.

3. Que tenga objetivos claros

Los objetivos del malvado pueden estar ocultos para el espectador durante gran parte del guion para provocar la curiosidad y el interés, pero deben estar claros para tu antagonista y para ti porque es la única manera de que lo puedas hacer actuar con coherencia.

Que tu villano sepa qué quiere y por qué, aunque el protagonista y el espectador tarden en averiguarlo.

4. Trabaja bien su perfil psicológico para que tenga un comportamiento coherente

Que tu villano no sea un estereotipo plano, dale individualidad convirtiéndolo en un ser humano de carne y hueso (o en un monstruo con personalidad propia).

Puede que sea malvado o que sus acciones nos parezcan reprobables, pero deben tener coherencia. Los actos de Hannibal Lecter son terribles pero siempre actúa dentro de su propia lógica: se comería a su vecino sin dudarlo un momento, pero jamás acompañaría su ágape con un vino que no sea adecuado.

5. Que no sea totalmente malvado

Nadie es totalmente malvado las veinticuatro horas del día. Si quieres que tu antagonista sea creíble, dale algún rasgo que lo humanice.

Incluso si tu villano es un monstruo, ten en cuenta que monstruosidad no implica maldad, sino incapacidad de convivir con la normalidad. Drácula no bebe la sangre de sus víctimas por capricho sino que la necesita para sobrevivir, Freddy Krueger no elige matar, es su naturaleza la que le impulsa a ello.

6. Que no se considere a sí mismo malvado

Los seres humanos acostumbramos a justificar nuestros comportamientos negativos con miles de excusas porque, en el fondo, todos nos consideramos “buenas personas” aunque, muy probablemente, alguna vez habremos hecho daño a alguien de forma consciente o inconsciente. Si quieres que tu villano sea verosímil, hazlo tolerante con sus propias maldades.

7. ¿Cuáles son sus fortalezas, las que lo hacen temible para el protagonista?

Es importante que, cuando trabajes el perfil de tu antagonista, le dediques atención a todo aquello que lo convertirá en una pesadilla para el protagonista y que hará pensar al espectador que es prácticamente imposible vencerle. Eso le dará suspense y tensión a tu historia.

8. ¿Cuáles son sus debilidades?

Aunque, al inicio de la película y durante gran parte de ella, el villano parezca invencible, debe tener algún punto débil, algo que permita al protagonista acabar ganándole la partida de una forma creíble.

Recuerda que, cuanto mejor sea tu villano, más oportunidades de lucirse tendrá tu héroe.

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Nosferatu: La soledad del monstruo

Nosferatu, eine Symphonie des Grauens

De todos los vampiros, literarios y cinematográficos que conozco, sólo el viejo Nosferatu de Murnau (Alemania, 1922) ha sido capaz de despertar mi compasión. Basada en la novela de Bram Stoker y con guion de Henrik Galeen, la película «Nosferatu, una Sinfonía del Horror» es una de las que mejor reflejan lo que significa ser un monstruo.

El monstruo no es bueno ni malo. Ser un monstruo no es positivo ni negativo en sí mismo. La diferencia entre la monstruosidad y la normalidad es una mera cuestión estadística:

Es normal aquello que entra dentro de la norma, es decir, que tiene las características mayoritarias en la naturaleza. Es monstruoso aquello que tiene demasiadas propiedades que se apartan de la normalidad.

Por ello el monstruo es un ser anormal.

Y ser anormal tampoco es bueno ni malo, negativo o positivo, simplemente es un calificativo que describe lo que no sigue la norma.

El conflicto entre normal y anormal, entre el monstruo y el resto de los seres, surge cuando se ven obligados a compartir un mismo espacio, porque el exceso de características que les diferencian no sólo les impide convivir sino que les enfrenta: para que uno de ellos sobreviva, el otro debe morir.

El vampiro está obligado a destruir al ser humano porque necesita su sangre para sobrevivir, como el león precisa de la carne de la cebra para alimentarse. El ser humano necesita destruir al vampiro porque su proximidad es una seria amenaza para la supervivencia.

Ninguno de los dos es el “malo” de la película puesto que ambos se limitan a luchar por su supervivencia según les obligan las leyes naturaleza.

Nosferatu, eine Symphonie des Grauens

El monstruo, el vampiro, está condenado a la soledad a la vez que se ve obligado a buscar la proximidad con los seres humanos. Y el guionista Henrik Galeen y F.W.Murnau supieron reflejar muy bien esa soledad en la película Nosferatu, con ese pobre vampiro que vive aislado en su viejo castillo de los Cárpatos, sin nadie que le acompañe, que tiene que conducir él mismo su coche de caballos porque no tiene cochero, que sirve la cena a su invitado alegando que los criados están durmiendo, cuando sabemos que no puede tener criados, que pasa las noches solo y en vela, espiando tras la ventana lo que sucede en la casa de sus vecinos humanos…

Por eso, por esa soledad obligada y no escogida, Nosferatu me ha parecido siempre digno de compasión.

Cada vez que vuelvo a ver esta vieja película de Murnau y veo ese pobre monstruo, tan terriblemente feo, recorrer las calles vacías de la ciudad con su ataúd bajo el brazo, no puedo evitar sentir cierta ternura hacia él…

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Cinco errores que no deberías cometer cuando escribes un guion

Los siguientes no son los únicos errores que se pueden cometer a la hora de escribir un guion, pero sí son de los más graves y hay que evitar caer en ellos:

1. No planificar tu historia antes de empezar a escribir.

Se te ha ocurrido una escena chula, un par de personajes que te gustan, unas cuantas frases que te parecen geniales y empiezas a escribir sin saber a dónde quieres llegar “porque prefiero dejar que la inspiración fluya” y… cuando llegas a la página 10 (puede que a la 20-30 si eres una persona realmente testaruda) descubres que no sabes cómo seguir ni qué hacer con tus personajes.

Antes de empezar a escribir la primera escena tienes que saber cuál es el final de tu historia y cómo vas a llegar a él. Necesitas un “mapa de ruta” que te asegure llegar a buen puerto.

Es preciso que escribas una escaleta y/o una sinopsis en la que estén esbozados los personajes principales, sus características básicas, el detonante que los hará salir de la normalidad y embarcarse en la aventura de la historia que quieres contar, el primer punto de giro que hace que la historia cambie de dirección y nos lleva al segundo acto, el tipo de obstáculos a los que se enfrentará tu personaje para conseguir su objetivo, el segundo punto de giro que lleva el argumento al tercer acto y el clímax final.

Porque si no tienes todo eso, como mínimo, no tienes historia, sólo tienes unas cuantas escenas en tu cabeza, alguna frase que te parece impactante, un par de esbozos de personajes… pero no tienes un guion.

2. Escribir sobre temas de los que no tienes ni idea… sin documentarte antes.

No es que no puedas escribir sobre asuntos que desconoces, es que antes de hacerlo debes investigar sobre los mismos.

Narrar una historia sobre la caza de ballenas puede ser muy exótico y darle un universo enriquecedor a tu guion, pero si no has visto el mar en tu vida el guion va a resultar poco creíble y seguramente acabarás poniendo a los personajes en situaciones ridículas.

Un guion que transcurra en una mina de carbón puede ser un desafío atractivo para un guionista pero será mejor que antes se informe, mucho, sobre las condiciones de vida de los mineros, su forma de trabajar, su cotidianeidad, etc. o no habrá nadie que quiera ver la película.

Que no te venza la pereza, mientras te documentas aprenderás cosas apasionantes sobre temas de los que sabías poco o nada, descubrirás mundos nuevos, formas diferentes de entender la vida y, además, encontrarás ideas interesantes que enriquecerán tu guion.

3. Imitar tu película/serie favorita.

Sí, todos sabemos que “El Padrino”, “Casablanca”, “Matrix”, “Juego de Tronos” son historias geniales y a todos nos han entusiasmado pero no intentes imitarlas porque sólo conseguirás, en el mejor de los casos, un pobre sucedáneo.

Sé tú mismo. Escribe sobre los temas y las personas que te conmueven, te emocionan, te enfadan, te hacen soñar, te hacen reír o te exasperan.

No tengas miedo de mostrar al espectador cómo ves el mundo y lo que opinas sobre el mismo. Ese es el camino para que tus guiones sean tan memorables e impactantes como las películas y series que te entusiasman.

4. Pretender ser original.

No hay nada menos original en el mundo que pretender ser original forzadamente. Es otra forma de caer en el cliché y los lugares comunes.

La única forma que existe de hacer algo nuevo, algo distinto, de ser original, consiste en ser tú mismo.

Tú ya eres original, único, pero no te has dado cuenta porque convives contigo mismo veinticuatro horas al día y es difícil que lo notes.

Como todo ser humano, tú tienes una forma personal y única de ver la vida. Nadie mira el mundo de la forma en que tú lo haces. Cualquier historia que escribas, si lo haces con honestidad y sin miedo, será original porque nadie siente la vida de la misma manera que tú.

Muestra al espectador cómo es tu mirada sobre el mundo. Ahí reside la auténtica originalidad.

5. Dar más importancia a la forma que al fondo.

El guionista se dedica a escribir historias que van a ser expresadas mediante imágenes y, por lo tanto, la forma, la estética, el estilo, son primordiales. Nadie niega eso.

Pero una película que se limite a cuidar la forma sin tener como base una trama bien construida, con personajes sólidos, con un conflicto bien planificado y mejor desarrollado, con unos diálogos efectivos… es como una bonita caja de regalo con un bello envoltorio pero que cuando la abres descubres que está vacía.

A todos nos gusta ver imágenes bonitas, impactantes y sugerentes en una película pero ¿quién es capaz de aguantar dos horas viendo imágenes preciosas si una buena historia que les dé sentido?

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Cómo escribir un guion barato que tenga posibilidades de convertirse en película

Como guionista, captar el interés de una productora por tu trabajo no es sencillo.

Hay mucha competencia, puede que no conozcas a nadie influyente dentro del mundillo de los audiovisuales, quizás estás harto de enviar tus guiones  a productoras y sospechas que nadie se toma la molestia de leerlos.

Es posible que hayas decidido producirlo tú mismo con ayuda de tus amigos.

Escribe barato y tendrás más posibilidades de que tu guion llegue a ser la película que deseas.

Doce consejos para escribir un guion barato:

1-Sitúa el argumento de tu guion en la época actual.

Una historia que sucede en el siglo XV necesita un presupuesto en diseñadores, decoración, maquillaje, peluquería, investigación, localizaciones, sastrería, etc. que no precisa una película que suceda en 2018.

2-Utiliza los menos personajes posibles.

Cuantos más personajes tenga tu guion, más actores necesitarás… y eso cuesta dinero. Cuando corrijas tu guion, elimina de tu historia todos los personajes que puedas. También puedes fundir varios en uno solo, dándole a uno las acciones y diálogos de varios.

3-Nada de escenas de multitudes.

No hace falta explicarte que cuantas más personas aparezcan en una escena más cara será la película.

4-Evita las historias fantásticas que exijan crear un mundo propio y/o efectos especiales.

Este tipo de películas exigen un gran equipo de especialistas y elementos técnicos que conviertan lo imposible en posible… Y eso es caro.

5-No incluyas explosiones espectaculares, bombardeos y similares.

Este tipo de escenas, cuando están bien hechas, nos gustan a todos pero exigen expertos no sólo en explosiones sino en que éstas sucedan en el momento adecuado, consiguiendo la imagen oportuna y sin que nadie resulte herido.

El productor tendrá que gastarse mucho dinero en material, equipo humano y… polizas de seguro.

6-Que tu guion no sea demasiado largo.

Si puedes contar tu historia en 70 páginas no la alargues más. Cuanto más corto es un guion más barato resulta.

7-Utiliza pocas localizaciones.

Cuantas más localizaciones, más días de rodaje y, por lo tanto, más cara será la película.

8-No incluyas localizaciones en lugares famosos.

Si pretendes rodar en la Torre Eiffel,  Times Square o la Gran Vía madrileña te va a salir muy caro.

9-No te vuelvas loco incluyendo temas de músicos muy conocidos.

¿Es imprescindible para que funcione tu historia que utilices un tema de Bob Dylan o de U2? Seguro que los puedes cambiar por otros cuyos derechos de autor sean más asequibles.

10-Si vas a producir tu propio guion, empieza por hacer una lista de los amigos y elementos materiales que posees y escribe tu historia a partir de ahí.

Es lo que hizo Robert Rodriguez cuando se planteó su primera película, “El Mariachi”. Escribió su guion teniendo en cuenta los medios con los que contaba.

11-Escribe historias de terror.

Las historias de terror pueden ser baratas porque es posible hacerlas con un número reducido de personajes y en pocas localizaciones.

12-Escribe dramas personales.

Las historias familiares, de parejas, de conflictos entre amigos o compañeros de trabajo, etc. requieren pocas localizaciones, no tienen efectos especiales y no necesitan una gran cantidad de personajes.

Si sigues estos doce puntos (o la mayoría de ellos), tendrás más posibilidades de ver tu guion en pantalla, ya sea porque alguna productora se interese por él o porque decidas rodarlo tú mismo.

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Si tienes una idea y quieres convertirla en guion con la ayuda de alguien que te dé una visión desde fuera, puedes pedir un análisis de proyecto o una tutoría con seguimiento personalizado hasta que termines tu guion.

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¿Por qué nos gustan las historias de monstruos?

Desde hace miles de años el ser humano se ha sentido atraído por las historias que narran el enfrentamiento de un héroe contra un monstruo.

Alien, King Kong o los zombis de nuestros días son la nueva versión de seres monstruosos como el Minotauro, la Medusa o los dragones de los mitos de la antigüedad y las brujas, los gigantes o los ogros de los cuentos tradicionales.

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Habitualmente el monstruo es una amenaza para el héroe y/o para una comunidad:

San Jorge debe luchar contra el dragón porque éste destruirá el reino si no se le entrega una doncella cada cierto tiempo, los zombis deben ser eliminados porque pretenden devorar los cerebros de todo ser humano que se les ponga por delante, la bruja de Hansel y Gretel tiene esclavizada a Gretel y planea comerse a Hansel…

El monstruo puede ser una criatura extraterrestre como en las películas de “Alien”, un animal peligroso como en “Tiburón”, un hombre aparentemente normal pero que esconde un interior monstruoso como en la serie “Hannibal”. También puede ser una multitud como en el caso de los filmes de zombis. Incluso puede ser una extraña enfermedad que amenaza con acabar con toda la humanidad.

Hannibal

A primera vista, las historias de monstruos son muy sencillas:

El protagonista se enfrenta a una criatura pavorosa y aparentemente invencible, pierde todas las batallas, su situación es cada vez peor a medida que avanza la narración y, cuando parece que va a sucumbir ante el terrible enemigo, realiza un esfuerzo sobrehumano que le otorga la victoria sobre el monstruo.

El héroe de estos relatos no es muy elaborado desde el punto de vista psicológico ni experimenta ningún cambio interior o evolución.

Se diría que estas historias son una repetición constante de la misma narración con ligeras variaciones como pueden ser lo pintoresco del aspecto del monstruo o la espectacularidad de sus poderes de destrucción.

Pero la simplicidad de las historias de monstruos es sólo aparente porque son relatos simbólicos, dirigidos a nuestro subconsciente.

Como todos los mitos y cuentos infantiles tradicionales, son narraciones en las que, a través de una historia externa, se relata un itinerario interior de cambio emocional.

Los héroes de estas historias no sufren cambios interiores ni tienen profundidad psicológica porque son arquetípicos y no la necesitan: el monstruo con el que se enfrentan simboliza la carencia, fallo humano o demonio interior que deben superar.

Matar al monstruo es un símbolo de evolución y superación que puede que no comprendamos de manera consciente (ni falta que hace: si lo hiciéramos, la historia dejaría de ser “sanadora” o “eficaz” para nuestra psique) pero que nuestro subconsciente sí que capta y entiende. Por eso nos gustan las historias de monstruos, porque nos ayudan a superar nuestros demonios internos.

 

Existen cuatro variantes según el tipo de monstruo, su relación con el héroe y/o la forma en que el espectador percibe al primero:

Cuando le tomamos cariño al monstruo

Ejemplo de este tipo de películas son “Frankenstein” o “King Kong”. En ellas el guion empieza de la forma habitual con el monstruo causando estragos en una comunidad, pero a medida que avanza la historia nos vamos dando cuenta de que la criatura que debería asustarnos tiene cualidades buenas y parece más humano que los humanos, empezamos a justificar sus acciones y terminamos poniéndonos de su parte. Acabamos tomándole cariño.

Esta clase de película suele funcionar mal porque, desde el punto de vista de simbolismo subconsciente, si el monstruo no es “malvado” no puede ser el representante de un defecto interior y el espectador, que percibe esto inconscientemente, intenta reconstruir la historia a su manera para darle sentido, acaba percibiendo al héroe como negativo y no se identifica con él.

Huir del monstruo

“El Incidente (The Happening, guion y dirección de M. Night Syamalan) o “El Diablo Sobre Ruedas” (Duel, escrita por Richard Matheson y dirección de Spielberg) son dos muestras de esta variante de historias de monstruos.

En la primera, “El Incidente”, el protagonista se limita a huir, sin luchar, de la extraña enfermedad que hace que la gente se suicide, lo que puede ser lógico en la vida real pero resulta poco efectivo como simbolismo porque nadie supera un fallo interior intentando huir de él.

En el segundo ejemplo, “El Diablo Sobre Ruedas”, el héroe se pasa parte de la película huyendo de un camión que le persigue, pero llega un momento en el que comprende que no puede escapar y decide enfrentarse a su perseguidor con intención de acabar con él.

El mensaje simbólico de la primera sería: “Si huyes de tu demonio interior, puede que acabe desapareciendo”. En el caso de la segunda es: “Si luchas contra tu problema interno, acabarás derrotándolo”. Evidentemente, éste último resulta mucho más inspirador que el primero.

Otra muestra de film con protagonista que huye del monstruo es “El Proyecto de la Bruja de Blair” (“The Blair Witch Project”, escrita por Daniel Myrick y Eduardo Sánchez) donde un grupo de documentalistas son perseguidos por algo sobrenatural y mortífero a través del bosque hasta que todos acaban muertos. El mensaje simbólico en este caso es: “Si huyes de tus defectos internos, acabarán destruyéndote”.

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Matar al monstruo equivocado

Es lo que le sucede a Sean Penn en “Mystic River” (guion de Brian Helgeland) que cree que su hija ha sido asesinada por un amigo suyo y lo mata. Después descubre que el asesino es otro.

En este caso, el protagonista ha matado al monstruo equivocado y su situación es mucho peor que antes de hacerlo.

El mensaje simbólico es evidente: “Cuidado con luchar contra un fallo interno erróneo porque acabarás con problemas mayores de los que ya tenías”.

El monstruo mata al héroe

Es lo que sucede en “Valkiria” (Valkirye, guion de Chistopher McQuarrie y Nathan Alexander) donde Tom Cruise es un oficial alemán que conspira para asesinar a Adolf Hitler y acabar con el nazismo. El plan fracasa y Tom Cruise es fusilado.

Esta variante no suele gustarle al público porque el mensaje simbólico es desesperanzador: “Hay demonios interiores tan fuertes que, si intentas luchar contra ellos, acabarán derrotándote”.

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Tres puntos de partida para escribir un guion

Después de muchas conversaciones con profesionales y según mi experiencia como profesora y analista de guiones, he llegado a la conclusión de que existen tres puntos de partida diferentes para desarrollar una historia.

Casi siempre depende de las características personales del guionista pero, a veces, son las particularidades del guion que se quiera escribir las que obligan a escoger un punto de partida u otro (no es lo mismo escribir algo porque tienes una idea y te apetece desarrollarla, que hacerlo porque una productora te ha hecho un encargo para determinado sector de público o “aterrizar” en un guion en el que ya ha trabajado otro u otros guionistas que te piden tu colaboración).

Los tres puntos de partida a los que me refiero son los habituales cuando el guionista escribe una historia por impulso propio, no por encargo. Son los siguientes:

1. El argumento.

2. Los personajes.

2. El tema.

El argumento

Según la RAE, argumento es la “sucesión de hechos, episodios, situaciones, etc., de una obra literaria o cinematográfica” (esto es lo que en guion llamamos “trama”).

La RAE también define el argumento como el “resumen del asunto de una obra literaria o cinematográfica, o de cada una de sus partes” (esta acepción define mejor lo que, cuando hablamos de guion, llamamos “argumento” o “sinopsis).

A muchos guionistas se les ocurre su historia a partir del argumento. No es que de pronto se les encienda la bombilla y, como por arte de magia, aparezca en su mente la sinopsis completa de un guion con sus personajes bien definidos, los tres actos desarrollados, etc., más bien les vendrán a la mente escenas sueltas, imágenes, situaciones, que les llevan a elaborar un argumento.

Para estos guionistas lo importante es lo que sucede en la narración y a partir de ello crearán personajes que puedan narrar esa historia mediante sus acciones y diálogos.

Los personajes serán creados pensando en el argumento y estarán a su servicio. Tendrán la edad, el sexo, la profesión y el perfil psicológico necesario para hacer creíble la narración, mantenerla en movimiento y llevarla hasta el clímax final.

Los personajes

Otro tipo de autores son aquellos que primero imaginan determinados personajes y luego deciden que quieren escribir un guion con ellos. Son guionistas que se suelen inspirar en personas que conocen, que ven casualmente en el autobús, por la calle o en cualquier otro lugar y a los que, por ejemplo, una conversación banal entre dos señoras en la panadería puede sugerir una comedia de enredo o una tragedia.

Cuando esta clase de guionistas tiene unos personajes que les gustan, empiezan a imaginar situaciones en las que ubicarlos y conflictos a los que podrían enfrentarlos. Esto les lleva a construir el argumento.

Este tipo de guionistas suelen ser bastante buenos escribiendo los diálogos porque tienen facilidad para ver a sus personajes en acción, no les cuesta esfuerzo imaginarlos hablando. Los conocen a fondo más por instinto que por un trabajo previo de construcción del personaje.

El tema

Volviendo al diccionario de la RAE, una de las acepciones de “tema” es: “Asunto general que en su argumento desarrolla una obra literaria”. Y nos pone un ejemplo: “El tema de esta obra son los celos”.

El guionista que parte del tema para escribir su guion suele estar interesado en reflexionar sobre algo que puede ser:

– Social: El cambio climático, el troskismo, el capitalismo, etc.

– Psicológico o de relaciones humanas: Los celos, la codicia, la rivalidad entre hermanos, el afán de superación de determinado personaje que lucha contra su entorno, etc.

– Filosófico: Defender o atacar determinada ideología, mostrar cierta forma particular de ver o interpretar la realidad que nos rodea o el mundo en el que estamos inmersos, el eterno debate entre el bien y el mal, reflexionar sobre el comportamiento humano en determinadas circunstancias, etc.

En el caso de estos guionistas, habitualmente trabajarán primero el asunto sobre el que desean reflexionar y la conclusión sobre el mismo a la que quieren llegar en su guion. Después buscarán personajes que representen las distintas posturas que puede haber sobre dicho tema y, más tarde, idearán el argumento que les permita desarrollarlo.

Los tres puntos de partida para escribir un guion pueden ser utilizados indistintamente por cualquier guionista. Es decir: que seas muy bueno con los personajes y tengas tendencia a empezar tus historias por ellos no significa que, en un momento dado, no puedas plantearte un tema sobre el que reflexionar y, a partir de ahí, escribir un guion y viceversa.

Lo mismo sucede si habitualmente inicias tus guiones trabajando el argumento: eso no significa que no te pueda venir la inspiración por un personaje o por un tema.

Existe, por último, una cuarta posibilidad: que el guion sea un encargo y tengas que tomar como punto de partida para desarrollarlo las pautas que te hayan dado de antemano sean estas las que sean. Pero eso sería tema para otra entrada…

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Sin Conflicto No Hay Drama

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Desde el punto de vista técnico, cuando hablamos de “drama” no estamos refiriéndonos a un género literario (comedia, tragedia, drama), sino que se considera que “drama” es cualquier historia que se cuente mediante personajes y sus acciones.

No importa que sea una comedia, una historia de aventuras, terror, western, etc. como también es indiferente la forma narrativa que se utilice para contar esa historia: cuento, obra de teatro, película… Incluso un ballet que tenga argumento es un drama puesto que lo narran los bailarines mediante sus acciones.

Por eso la regla básica a la hora de narrar una historia es que sin conflicto no hay drama. ¿Por qué? Muy sencillo: Si para relatar algo sólo contamos con los personajes y sus actos, habrá que hacerlos actuar, y para ello necesitamos proporcionarles un conflicto que los obligue a luchar, a moverse, a realizar acciones.

A esta regla básica hay que añadirle algo más: Sin lucha tampoco hay drama. Porque si tienes unos personajes y les das un conflicto para que actúen, pero los personajes se dedican a lamentarse de su mala suerte y no hacen nada para mejorar su situación, seguirás sin tener un drama. Puede que tengas un interesante documental, un retrato de personajes o de circunstancias pero no tendrás un drama, no tendrás una historia contada mediante acciones.

CLASES DE CONFLICTO

Existen tres clases de conflicto:

Conflicto global: El hombre contra el mundo.

Es el tipo de conflicto que se produce cuando las personas se enfrentan con el mundo que les rodea. Por ejemplo:

– Un ciudadano que se opone a una ley injusta de su gobierno.

– Una secretaria que se enfrenta a la multinacional en la que trabaja.

– Una comunidad que lucha contra sus invasores.

Conflicto local: El conflicto entre personas.

Es el que tiene lugar entre individuos. El que sucede cuando obligas a dos personajes de caracteres muy diferentes a convivir:

– Un hombre obsesionado con el orden comparte piso con otro que padece síndrome de Diógenes.

– Una madre hippie y su hijo ultraconservador.

– Un vecino ruidoso y una profesora de yoga.

Conflicto interno: El individuo contra sí mismo.

Es el conflicto más interesante y el más difícil de llevar a la pantalla porque sucede dentro del personaje y no en el exterior:

– Un soltero juerguista y despreocupado debe superar su individualismo para cuidar a un bebé.

– Un celoso que sabe que perderá a su pareja si coarta la libertad de ésta.

– Un holgazán que debe trabajar duro si quiere mejorar su economía.

A la hora de contar una historia, no es necesario que nos ciñamos a un solo tipo de conflicto, se pueden combinar dos de ellos o incluso los tres. Pero sí debemos tener presente la máxima aristotélica: Sin conflicto no hay drama.

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Kurt Sutter, creador de «Sons of Anarchy», regresa al mundo de los moteros

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Con más tatuajes en el cuerpo que sus personajes de “Sons of Anarchy”, Kurt Sutter parece más un motero que un guionista.

Nacido en New Jersey (Nueva York) en 1960, tardó en encontrar su camino y conseguir que el éxito profesional le sonriese.

Desde que salió de la universidad y hasta que logró trabajar como guionista se pasó casi veinte años cambiando de oficio y de ciudad como si no hubiera un mañana.

Fue actor de teatro, monologuista, profesor de interpretación, camarero… Escribió guiones que ninguna productora aceptaba, tuvo problemas con el alcohol, con las drogas…

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The Shield (2002-2008)

Hasta que, en 2001, cuando ya llevaba diez años sobrio, envió uno de sus guiones (un “spec” de “The West Wing”, “El Ala Este de la Casa Blanca”) a la Fox donde Shawn Ryan, creador, guionista y showrunner de “The Shield” estaba buscando gente para su equipo de guionistas.

Los dos tuvieron una reunión en la que acabaron hablando de los problemas con el alcohol y la adicción a las drogas que Sutter había tenido y ese fue el motivo principal por el que Ryan contrató a Kurt Sutter: Pensó que, gracias a las experiencias de su pasado, podía darle una perspectiva realista a “The Shield”.

Para aquellos que no la hayan visto, “The Shield” es una serie dura, violenta, sobre policías corruptos.

En el episodio piloto, cuando presentan al policía protagonista, Vick Mackey (Michael Chiklis) y a sus compañeros, uno no puede creer que esos vayan a ser los personajes principales de la serie porque son tan negativos, corruptos y violentos que parece imposible empatizar con ellos.

Después, Mackey y los suyos acaban enganchando al espectador porque los otros personajes, los supuestamente buenos y éticos, son peores y más corruptos que el protagonista y sus compañeros.

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Kurt Sutter en el papel de Margos Dezerian

“The Shield” es como una tragedia griega clásica en la que sus personajes no se dividen en “buenos” y “malos”, en “correctos” e “incorrectos”. Los personajes de la serie tienen defectos trágicos que les empujan a la ruina, también tienen virtudes pero estas no les ayudan a salvarse.

A medida que transcurre la historia sus personajes van metiéndose cada vez en líos más grandes y para salir con bien de ellos deben hacer cada vez mayores locuras. Exactamente como una bola de nieve que echa a rodar por una pendiente y va haciéndose cada vez mayor hasta estrellarse contra un muro y deshacerse en mil pedazos.

Era una serie perfecta para Kurt Sutter quien acabaría siendo jefe de guionistas y productor ejecutivo de la misma, además de debutar como actor televisivo en el episodio de la primera temporada “Blowback”, donde interpretó al temible mafioso armenio Margos Dezerian.

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El guionista interpretando a Otto Delaney.

Sons of Anarchy (2008-2014)

Todavía estaba trabajando en “The Shield” cuando los productores Art y John Linson propusieron a Kurt Sutter crear una serie situada en California, en la subcultura del mundo motero: “Sons of Anarchy” (“Hijos de la Anarquía”).

Sutter sería su creador, jefe de guionistas y showrunner. Dirigiría también algunos episodios e intervendría como actor en el papel de Otto Delaney, el motero encarcelado.

La acción de “Sons of Anarchy” transcurre en “Charming” una pequeña ciudad ficticia de California, en la que un club de moteros (SAMCRO) se dedica al tráfico de armas y otras actividades ilegales.

Su protagonista, Jackson “Jax” Teller (Charlie Hunnam) es vicepresidente del club que fundara su padre ya fallecido (John Teller) y que ahora preside Clay Morrow (Ron Perlman), su padrastro.

Al inicio de la primera temporada, Jax encuentra un manuscrito de John Teller en el que narra la historia de la fundación del club.

Entre enfrentamientos con otros clubs de moteros, con la policía, tráfico de armas… Jax va leyendo el texto de su padre y empieza a intuir que la historia de los inicios del club y de la muerte de John Teller no es exactamente como su madre, Gemma (Katey Sagal), y Clay le han contado.

Esta recreación de “Hamlet” en el mundo motero se convirtió en la serie de mayor audiencia de la historia de la FX.

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Kurt Sutter como «The Dark Mute»

The Bastard Executioner (2015)

Tres meses antes de acabar “Sons of Anarchy”, el productor Brian Grazer propuso a Kurt Sutter la historia de un verdugo de la Edad Media, “The Bastard Executioner” y al guionista le entusiasmó la idea.

Rodada en Gales del Sur (Gran Bretaña), “The Bastard Executioner” transcurre en el siglo XIV y narra la historia de Wilkin Brattle (Lee Jones) un caballero que, cansado de la guerra, abandona el ejército del rey Eduardo I para llevar una vida tranquila de campesino pero, llevado por las circunstancias, al final del primer episodio acaba convertido en verdugo.

También en esta serie Kurt Sutter desempeña varios cometidos: creador, guionista, showrunner y actor (en el papel de “The Dark Mute”, el deforme y extraño compañero de la vidente Annora (Katey Sagal).

“The Bastard Executioner” no tuvo el éxito esperado. Empezó con 4 millones de espectadores en el episodio piloto y tenía sólo 1,9 millones en el capítulo seis.

Sutter decidió suspenderla tras la primera temporada. “No quiero escribir algo que no está viendo nadie”, declaró en una entrevista.

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Mayans M.C.

Ahora, el guionista está centrado en “Mayans M.C.”, un spin-off de “Sons of Anarchy” cuya  acción comienza dos años y medio después del final de la serie original.

La primera versión del episodio piloto la dirigió Kurt Sutter, pero parece ser que el resultado no fue satisfactorio y decidió hacer variaciones drásticas en la historia cambiando algunos personajes y parte del reparto.

De la dirección del nuevo piloto se ha encargado Norberto Barba, productor ejecutivo de la serie.

Esto no es nuevo para Sutter pues ya ocurrió lo mismo con el primer capítulo de “Sons of Anarchy” que también se rodó dos veces y tuvo cambios drásticos en el guion y el reparto.

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“First 9”, la precuela de “Sons of Anarchy”

Mientras trabaja en “Mayans M.C.”, Kurt Sutter ha declarado que está pensando en una precuela de “Sons of Anarchy”, cuyo título provisional es “First 9” (los Primeros 9), que contará la historia de la fundación de SAMCRO a partir del manuscrito de John Teller.

Sería una serie de sólo diez episodios que empezaría con John Teller y Piney Winston en Vietnam, seguiría con el regreso de ambos a U.S.A. y continuaría con la introducción de un nuevo miembro del club en cada capítulo.

Como se puede ver, Kurt Sutter ha regresado al mundo de los moteros y tiene intención de quedarse en él durante bastante tiempo.

Showrunners: Cuando el guionista tiene el poder

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Showrunner “es un término de la industria televisiva norteamericana que designa a la persona responsable de supervisar los procesos de escritura y producción de una serie de televisión y de controlar que cada episodio se entregue en el plazo y con el presupuesto fijados por el estudio que produce la serie y la cadena que la emite”. Así define esta profesión el documental «Showrunners», dirigido por el irlandés Des Doyle.

Décadas atrás, estas tareas eran llevadas a cabo por dos personas diferentes: el productor ejecutivo y el jefe o coordinador de guionistas.

Hoy en día, lo habitual en las series de más éxito y prestigio es que la producción ejecutiva y la coordinación de guionistas estén a cargo de una sola persona, el showrunner, y éste es el guionista creador de la serie, aquel que tuvo la idea original y desarrolló el proyecto.

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Si eres un apasionado de las series y te apetece ver cómo se hacen, el día a día de los que las crean, escriben y las hacen posibles, te gustará “Showrunners”, un documental cuya elaboración duró casi tres años y que se financió por medio de una campaña de crowdfunding.

“Showrunners” empieza cuando Hart Hanson (creador y showrunner de “Bones”) conduce a primera hora de la mañana desde su casa al estudio de televisión y continúa acompañándolo a lo largo de su jornada en sus reuniones con el equipo de guionistas, el equipo técnico, en sus visitas al plató de rodaje, etc.

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Mientras Hart Hanson nos muestra en qué consiste su trabajo, podemos asistir a las entrevistas con otros guionistas de series de éxito como:

J.J Abrahams, creador y showrunner de “Felicity”, “Alias” y “Lost & Fringe”, entre otras series (además de director de “Star Trek”, “Super 8” y el episodio VII de ”Stars Wars”), Matthew Carnahan, creador y showrunner de “Trinity”, “Dirt” y “House of Lies, Steven S. Deknight (“Spartacus”), Robert y Michelle King (“The Good Wife”), Damon Lindelof (“Lost” y “The Leftovers”), Ronald D. Moore (“Carnivale”, “Battlestar Galactica”, “Outlander”), Jonathan Nolan y Greg Plageman (“Person of Interest”), Bill Prady (“The Big Bang Theory”), Janet Tamaro (Rizzoli & Isles), Joss Whedon (Buffy Cazavampiros), Shawn Ryan (“The Shield”, “The Chicago Code”) y Kurt Sutter (“Sons of Anarchy”).