Cuatro ejercicios de creatividad a partir de una película

Utilizar para inspirarnos una película que nos gusta (o que detestamos) es un buen recurso para ejercitar la imaginación y la creatividad. Pero, al hacerlo, hay que tener en cuenta que se trata de potenciar nuestra capacidad creativa, no de plagiar.

Podemos usar el trabajo de otros como punto de partida para nuestra escritura, eso es legítimo, pero el resultado debe ser una obra nuestra con identidad propia y que no tenga nada que ver con la película que nos ha servido de punto de partida.

Estos son los ejercicios que te propongo:

1. Inspírate en una escena:

Piensa en una escena de alguna película que hayas visto y aíslala del resto de la trama, olvídate del argumento original y hazte varias preguntas:

– ¿Qué clase de individuos crees que serían los personajes si sólo supieras de ellos lo que ves en esa escena?

– ¿De dónde podrían venir?

– ¿A dónde podrían dirigirse?

– ¿Cómo sería la relación entre ellos?

– ¿Qué objetivo tendrían y qué harían para alcanzarlo?

 – ¿Qué clase de conflicto perturbaría su normalidad?

Continúa dándole vueltas a la situación hasta conseguir la sinopsis de un argumento alternativo que no se parezca en nada al de la película que has tomado como referencia.

2. Imagina una trama protagonizada por un personaje menor:

Llamamos “personaje menor” a aquel que apenas aparece y que está en la trama para dar color, apoyar a un personaje principal o realizar acciones necesarias para que avance la historia (el taxista que lleva al protagonista a algún sitio, la camarera que trabaja en el bar favorito de los personajes principales, etc,).

Seguro que más de una vez, al ver una película, te has fijado en alguno de estos personajes porque te ha gustado. Pues, ahora, escoge alguno de ellos y piensa en:

– Cómo debe de ser su vida cotidiana.

– ¿Tiene familia o no?

– ¿Tendrá alguna afición que le caracterice?

– ¿Qué objetivo puede tener?

– ¿Cómo reaccionará si algo o alguien cambia, de pronto, su normalidad provocándole un conflicto?

– ¿Qué tipo de personaje puede ser su antagonista?

Estas preguntas son orientativas, utiliza las que te parezcan interesantes y deshecha las demás, crea otras que se te ocurran, siéntete libre para inventar. Si dejas volar tu imaginación, seguro que se te acabará ocurriendo una trama protagonizada por este personaje menor.

3. Convierte al antagonista en protagonista:

Dale la vuelta a la película, imagina que el “malo” pasa a ser el “bueno”:

– ¿Cuál es su biografía?

– ¿Qué sentimientos lo mueven?

– ¿Cómo ha llegado a la situación en que se encuentra?

– ¿Cómo justificarías sus “maldades” para que dejen de serlo o, al menos, el espectador las comprenda?

Algo así es lo que hicieron el guionista Scott Silver y el director Todd Phillips con el personaje del Joker y el resultado ha sido un excelente guion y una de las películas más taquilleras de los últimos años.

4. Desarrolla una historia partiendo del final de una película:

Si la película es una comedia romántica que acaba en beso final, pregúntate cómo seguirá esa pareja cinco años después:

– ¿Continuarán juntos?

– ¿Qué pasará cuando tengan problemas para llegar a fin de mes?

– ¿Conseguirá él llevarse bien con su suegra?

– ¿Cómo soportará ella a los malcriados hijos del primer matrimonio de su amado?

Si se trata de una película bélica que termina con el protagonista desfilando victorioso el día del armisticio, imagina qué le puede suceder a partir de ahí. Ese soldado recibido como un héroe:

– ¿Podrá reintegrarse en una sociedad de posguerra con facilidad?

– ¿Tendrá secuelas psicológicas que le impidan volver a su vida anterior?

– ¿Aprovechará sus victorias bélicas para prosperar durante la paz?

– ¿Qué cambios habrá experimentado en su personalidad?

– Las relaciones con su familia, pareja, amigos ¿habrán cambiado? ¿cómo?

– Su visión del mundo y de la vida ¿será la misma que tenía cuando fue llamado a filas?

Seguro que más de una vez, al terminar de ver una película, has elucubrado sobre qué pasaría si la narración durase una hora más. ¿Por qué no continuarla tú por tu cuenta?

Evidentemente, estos cuatro ejercicios podrían practicarse de la misma forma con un relato literario o una novela. Elije lo que prefieras. ¡Buena suerte y mucha inspiración!

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Ejercicio de interacción entre personajes

No basta con crear personajes originales e interesantes ni con desarrollarlos luego de forma coherente, también hay que hacerles interactuar entre sí de manera natural y efectiva mientras cuentan la historia y hacen avanzar la trama.

Este es un ejercicio para practicar la interacción entre personajes y podríamos llamarlo “Tres historias diferentes en un mismo escenario”:

Escribe tres escenas cortas (de una media página cada una) y mudas (para practicar la utilización de las acciones de los personajes). Las tres escenas suceden en el mismo lugar y con el mismo personaje protagonista.

Escena 1:

El protagonista entra en un lugar desconocido para él, se debe notar que es la primera vez que está allí, que el sitio le parece misterioso y un tanto inseguro y que está esperando a alguien. La escena termina cuando llega el otro personaje y el protagonista parece intimidado o preocupado ante él.

Escena 2:

El protagonista entra en el mismo lugar de la escena anterior pero ahora parece que es un sitio familiar para él y que está tranquilo y feliz. La escena termina cuando llega el otro personaje y ambos se saludan con alegría por encontrarse.

Escena 3:

De nuevo, llega el protagonista al mismo lugar. Parece triste y pensativo. Aparece el otro personaje y ambos se saludan con mucha tristeza.

Utiliza el entorno y los elementos que hay en él para que te ayuden a contar la historia. Ayúdate con el tipo de iluminación y sonido ambiente.

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Ejercicios para utilizar diferentes elementos de información en una escena

Un error bastante común en guionistas noveles es el de olvidar que, además de los diálogos y las acciones del personaje, todo lo que se ve en la pantalla es un elemento potencial de información que puede ser usado para contar la historia.

Los siguientes ejercicios sirven para potenciar la utilización del decorado, los objetos que hay en este, la luz, el sonido ambiente, etc. como elementos narrativos.

Ejercicio 1:

1. Piensa en un escenario concreto, no importa si es interior o exterior. Puede ser una calle, una playa, un despacho, un restaurante o cualquier otro sitio que te venga a la cabeza.

2. Sitúa a un solo personaje en él.

3. Escribe tres breves escenas (menos de una página), sin diálogos, con el mismo personaje y en el mismo escenario. La primera escena debe mostrar al espectador que la película es una comedia, la segunda debe dar la impresión de que se trata de una historia de terror y la tercera debe parecer una producción dirigida al público infantil.

Para conseguir resultados tan distintos, apóyate en el tipo de luz (¿es de día? ¿de noche? ¿verano? ¿invierno? ¿llueve? ¿hace sol?), el sonido ambiente, el vestuario del personaje, la forma en que se mueve en el escenario, si encuentra o lleva consigo algún objeto y la forma en que lo utiliza…

Ejercicio 2:

1. Piensa en un personaje que está solo en un despacho.

2. Escribe tres escenas cortas (menos de una página) y sin diálogos en las que, por el aspecto de dicho personaje y la forma en que se comporta e interactúa con los diferentes objetos del decorado sepamos que:

a) En la primera escena el personaje es el dueño del despacho, está nervioso y espera a alguien.

b) En la segunda, es un ladrón inexperto y bastante torpe que ha entrado a robar.

c) En la tercera es un visitante que acude por primera vez al despacho, está esperando a ser atendido y está preocupado por algo.

Como puedes ver, son dos ejercicios sencillos que espolearán tu imaginación y ayudarán a enriquecer tu escritura y a hacer más creativos tus guiones. ¡Adelante con ellos, guionista!

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Ejercicio para la creación de personajes

Los personajes son el elemento dramático más importante con que cuenta el guionista para desarrollar su historia. Es, por lo tanto, imprescindible dominar su creación y construcción.

El siguiente ejercicio consiste en crear personajes, darles forma y familiarizarse con ellos. Se puede hacer como “gimnasia” creativa, para mejorar como guionista, pero también es un buen recurso para cuando estás bloqueado.

No es necesario hacerlo de una sentada, se puede realizar en varias etapas, ya que consta de 3 partes bien diferenciadas:

1. Crea y describe seis personajes:

a) Piensa seis nombres de persona (tres femeninos y tres masculinos). No te entretengas mucho en seleccionarlos, quédate con los primeros que te vengan a la cabeza.

b) Imagina cómo son estos personajes y descríbelos en veinticinco palabras (o menos) que definan su carácter. Olvídate de su físico, lo importante es cómo son por dentro, cómo actúan, cómo ven la vida. Por ejemplo:

– Marta: Es ruidosa, habla en voz muy alta y se cree todas las noticias que ve en televisión. Le gusta ser el centro de atención.

– Rubén: Tímido y poco sociable, es un conspiranoico que, aunque de trato amable y educado, detesta su trabajo porque le obliga a tratar con demasiada gente.

Una vez tengas tus seis personajes, pasa a la segunda parte del ejercicio:

2. Escribe un monólogo interior de cada personaje:

Redacta un monólogo interior como los muchos que cada uno de nosotros realiza diariamente mientras camina por la calle, quita el polvo de los muebles o espera en la consulta del médico.

No te demores demasiado en decidir qué tienen que pensar tus personajes, simplemente escribe lo que se te vaya pasando por la cabeza, de forma automática. No importa si, a medida que vas avanzando, surgen contradicciones o incoherencias: se trata de que exteriorices todo lo que se te vaya ocurriendo, que dejes volar tu imaginación y ejercites tu creatividad.

Una vez hayas terminado, lee lo que hayas escrito y elimina lo que no te sirva: quita incoherencias, clichés y todo lo que no te guste o no te parezca correcto. Reduce cada monólogo a un máximo de 250 palabras.

Esta parte del ejercicio te habrá servido para familiarizarte con tus personajes y para espolear tu imaginación.

3. Crea una situación en la que intervengan los seis personajes y desarróllala en una escena.

No se trata de que escribas un cortometraje ni una historia con planteamiento, nudo y desarrollo. Sólo tienes que imaginar una situación en la que tomen parte los seis: Un viaje en autobús, la sala de espera de un dentista, un accidente de automóvil, un banquete de bodas, etc.

Tampoco es necesario que todos tengan la misma importancia ni participen en la misma medida. Unos pueden tener más protagonismo que otros y no es imprescindible que todos interactúen entre sí.

El objetivo de esta parte del ejercicio es que te familiarices con los personajes, que los “veas” moverse y los “oigas” hablar para que luego seas capaz de hacerlos actuar y reaccionar con naturalidad en tu guion.

Como ya he escrito en el inicio, este ejercicio no sólo sirve como práctica para mejorar tu escritura, también puede ser una manera de superar el bloqueo creativo y acabar escribiendo un guion completo.

Si tienes un guion escrito y necesita una revisión, puede que quieras un análisis de guion que te ayude a mejorarlo.

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Ejercicio para escribir un guion a partir de una fotografía

¿No te ha pasado nunca que tienes ganas de escribir pero no se te ocurre nada? Empiezas a darle vueltas a mil ideas y ninguna te parece lo bastante interesante, imaginas un par de personajes, una situación, una escena, pero… te quedas atascado sin saber cómo seguir.

Lo que te propongo es divertido y sacará lo mejor de tu creatividad. Consiste en utilizar como inspiración fotografías de personas desconocidas e inventarles una vida, una historia que se pueda transformar en un guion.

Para que resulte más sencillo, he dividido el ejercicio en los tres actos clásicos y en 8 pasos.

Primer acto:

1. Busca en internet fotografías de personas desconocidas y selecciona una que te guste o te parezca sugerente.

2. Obsérvala con atención y hazte las siguientes preguntas:

– ¿Qué clase de personalidad puede tener alguien así? ¿Cómo piensa? ¿Cómo habla?

– ¿Trabaja? Si es así, ¿en qué? y, si no, ¿de qué vive?

– ¿En qué entorno social se mueve? ¿Cómo son sus amigos? ¿Cómo es su familia?

– ¿Vive con alguien? Si la respuesta es sí, ¿con quién y qué clase de relación tienen?

– ¿Cuáles son sus aficiones?

– ¿Tiene algún sueño secreto?

– ¿Le ha marcado algún hecho importante de su pasado?

– ¿Tiene alguna peculiaridad o alguna excentricidad que le diferencie de las personas de su entorno?

3. La respuesta a las cuestiones anteriores te dará el perfil de tu protagonista. Ahora hazte otra pregunta:

– ¿Cómo es su cotidianeidad?

Imagina cómo puede ser la vida habitual de esta persona en el momento en que empieza tu guion, qué hace por la mañana cuando se levanta, cómo transcurre habitualmente un día de su vida. ¿Tiene problemas para llegar a fin de mes? ¿Parece satisfecho de su situación actual?

Sigue mirando esa fotografía y deja volar tu imaginación.

Ahora tienes a tu protagonista y sus circunstancias, pero todavía no tienes un guion porque careces de conflicto y, como ya sabes, sin conflicto no hay drama, no hay historia.

4. Plantéate las siguientes cuestiones para crear un conflicto:

– ¿Qué podría suceder que interrumpiese la normalidad del personaje?

– ¿Aparece algún personaje que acabe con la tranquilidad de tu protagonista?

– ¿Ocurre algo que lo perturbe?

Puede ser la aparición de un cadáver, un antiguo amigo que viene a visitarle, una persona que conoce repentinamente, un cambio de trabajo, el descubrimiento de que su pareja le es infiel… cualquier cosa que se te ocurra.

Al acabar con la normalidad de tu protagonista, le estás proporcionando un problema que resolver, algo por lo que luchar (acabar con lo que ha roto su tranquilidad) y, por lo tanto, le has dado un objetivo.

Cuando el personaje tiene un objetivo, tú, guionista, tienes el final de tu guion (el momento en que se hace evidente que el protagonista consigue – o no – aquello por lo que ha estado luchando durante toda la película.

Segundo acto:

5. Estás ya en el segundo acto de tu guion. Una vez se ha mostrado que el protagonista tiene un problema y está dispuesto a luchar para resolverlo, debes idear dificultades y obstáculos que le impidan conseguirlo. Porque no basta con tener conflicto: si el personaje consigue enseguida lo que desea, sigues sin tener una historia que pueda interesarle a alguien.

Decide qué o quién impide que el protagonista alcance su objetivo:

– Si existe un antagonista en tu historia ¿qué hace para que el protagonista no consiga lo que quiere?

– ¿Qué clase de obstáculos físicos, psicológicos o de circunstancias podrías utilizar? ¿Cómo se enfrenta a ellos tu personaje?

Esta parte suele ser la más complicada de escribir y es la que corresponde al segundo acto. Consiste, básicamente, en idear obstáculos que obliguen a tu personaje a actuar, tomar decisiones, mantenerse en movimiento. Es lo que le dará interés a tu guion.

6. Ahora es preciso idear algo que, de nuevo, cambie el curso de tu historia, necesitas el segundo punto de giro de tu guion. Ha llegado el momento de que suceda algo que haga que el personaje se encamine hacia el final de la trama, hacia la consecución de su objetivo.

Este segundo punto de giro es, en algunas películas, el momento en que el detective comprende que ha estado malinterpretando una pista y comprende que el asesino es alguien que no estaba en su lista de sospechosos. En otras historias es cuando el protagonista está en su peor momento y parece imposible que pueda vencer al antagonista  pero, de pronto, descubre un punto débil en su oponente y decide jugarse el todo por el todo en un intento desesperado. Es, en definitiva, el momento en que muestras al espectador que, ahora sí, ahora el personaje avanza decidido hacia su objetivo y se lo juega todo a una carta.

Tercer acto:

7. A partir de aquí, estás en el tercer acto y te encaminas hacia el desenlace. Lo que te queda por hacer ahora es:

Cerrar las tramas secundarias y llevar la historia hasta el punto más álgido de tu guion, el clímax.

8. El clímax es el momento en que la historia queda definitivamente resuelta (el protagonista puede haber conseguido su objetivo o no, pero queda patente que la lucha ha cesado. Es la escena del gran enfrentamiento entre el “bueno” y el “malo”, el fragmento de más intensidad emocional en un drama o en una tragedia, el punto en que la pareja protagonista de una comedia romántica se confiesa que no pueden vivir el uno sin el otro, etc.

Y…  ¡Ya tienes tu guion! O, al menos, una sinopsis bastante detallada que puede acabar convirtiéndose en un guion. ¿Te decides a realizar este ejercicio?

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