Funciones dramáticas de los personajes

En un guion no puede haber elementos inútiles porque todo aquello que no ayude a contar la historia la dispersará y la volverá confusa, le hará perder fuerza, claridad y concentración.

Esto es especialmente importante cuando se trata de los personajes, ya que ellos son las piezas principales con las que tú, guionista, montas ese rompecabezas que es un guion. Por lo tanto, no debe haber personajes inútiles.

¿Cómo sabemos que un personaje es inútil?

Es más sencillo de lo que puede parecer a primera vista: Si tenemos en cuenta que todo personaje debe cumplir una función dramática dentro de la narración, bastará con examinar nuestro guion y preguntarse qué función desempeña cada uno de ellos en la historia: aquel que no cumpla ninguna será un personaje inútil.

Existen cinco funciones dramáticas básicas:

1.- Contar la historia:

Cuando el personaje, con sus acciones, con lo que dice, por cómo reacciona ante las situaciones en las que actúa, por las decisiones que toma y las consecuencias de éstas, provoca conflictos, nos ayuda a comprender el relato, hace que nos interesemos por lo que se nos cuenta y/o hace avanzar el argumento.

2.- Apoyar a un personaje principal:

Cuando sirve para dar profundidad a otro personaje y nos ayuda a conocerlo mejor, a entender qué siente y por qué actúa de la manera en que lo hace.

3.- Comunicar el tema de la historia:

Es decir, ayudar a entender al espectador la “moraleja” o la filosofía de la narración, aquello sobre lo que el autor desea reflexionar.

4.- Realizar acciones necesarias para que avance la trama:

Si el protagonista sube a un taxi, tendrá que haber un taxista que conduzca; si el antagonista compra rifles en el mercado negro, será necesario que haya un traficante de armas que se los venda, etc.

5.- Añadir color y ambiente a la narración:

Si el guion es la biografía de un boxeador, necesitaremos que aparezcan otros boxeadores, entrenadores, y gente que haga “sentir” al espectador que “está” en el mundo del boxeo; si el relato ocurre en la Prehistoria, serán precisos personajes característicos de esa época que con su comportamiento, sus quehaceres o su forma de entender la vida le den un “clima” prehistórico a la película.

Como guionista, debes ser muy estricto en esto si quieres que tu guion sea el mejor guion posible: Nunca debes olvidar que un personaje puede realizar varias de estas funciones dramáticas básicas, pero si no lleva a cabo ninguna, es un personaje inútil y por la tanto hay que eliminarlo.

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El Viaje del Héroe: el modelo narrativo más utilizado de la historia

El modelo narrativo llamado “La Forja del Héroe” o “El Viaje del Héroe” es el más utilizado de la historia:

Podemos encontrarlo en los mitos y leyendas de todas las culturas, en los cuentos tradicionales que han llegado hasta nosotros por transmisión oral de generación en generación, Cervantes lo utilizó en El Quijote (aunque seguramente no sabía que lo estaba haciendo) y se encuentra en los guiones de muchas películas como la saga Star Wars, El Señor de los Anillos, Gangs of New York, Kill Bill y todas, o casi todas, las de la Disney.

Los arquetipos en el viaje del héroe

Aunque “El Viaje del Héroe” tiene variantes infinitas, su estructura básica es siempre la misma y se basa en la utilización de arquetipos.

El psiquiatra y psicólogo suizo Carl Gustav Jung fue el primero en observar que ciertas figuras que aparecen en nuestros sueños son iguales a personajes míticos de todas las culturas.

Jung llegó a la conclusión de que cada uno de estos arquetipos refleja un aspecto de la mente humana, es una parte de nuestra personalidad y forma parte del inconsciente colectivo. Por eso existen una serie de personajes y situaciones recurrentes en los mitos, leyendas y cuentos tradicionales: el protagonista que desea conseguir algo, el anciano sabio que le dota de poderes mágicos o lo adiestra en determinadas habilidades, el malvado villano, la madre buena, la madrastra mala…

El especialista en mitología y religión Joseph Campbell aplicó las teorías de Jung a sus estudios sobre las mitologías de los grupos culturales más diversos: polinesios, griegos, africanos, etc. Llegando a la conclusión de que estos sistemas simbólicos son creaciones naturales de la mente humana y por eso son comunes en culturas tan diferentes. Profundizó sobre ello en su libro «El héroe de las mil caras (psicoanálisis de mito)».

Más tarde, Christopher Vogler, basándose en el trabajo de Jung y Campbell, publicó «El viaje del escritor», obra que él mismo define como «un manual accesible y práctico de escritura». En «El viaje del escritor», Vogler sintetiza en doce etapas la forja o viaje del héroe .

Etapas del viaje del héroe

La Forja del Héroe implica siempre un viaje, por eso se le llama también El Viaje del Héroe, pero este viaje no tiene por qué ser siempre físico, puede ser un itinerario interior.

Este viaje se divide en diferentes etapas y las siguientes doce son las utilizadas habitualmente ( aunque no es imprescindible usarlas todas en una novela o película ni hay por qué ceñirse sólo a ellas):

  1. El mundo ordinario, la normalidad del héroe.
  2. La llamada de la aventura.
  3. El rechazo de la llamada.
  4. El encuentro con el mentor.
  5. El cruce del primer umbral.
  6. Las pruebas, los aliados, los enemigos.
  7. La aproximación a la caverna más profunda.
  8. La odisea o calvario.
  9. La recompensa.
  10. El camino de regreso.
  11. La resurrección.
  12. El retorno con el elixir.

La necesidad inconsciente de recuperar la magia

Según Campbell, la desorientación y perturbación de la sociedad occidental contemporánea podría deberse al descrédito y racionalización en que han caído las mitologías y arquetipos tradicionales que, al ser sometidos a una antinatural racionalización, han vuelto a su lugar de origen: el inconsciente.

Quizá el creciente interés por antiguas supersticiones y la vuelta a distintas tradiciones paganas por parte de mucha gente hoy en día, se deba a la necesidad inconsciente de recuperar la magia y lo sobrenatural en un mundo cada vez más oprimido por la dictadura del materialismo.

Es posible también que el entusiasmo de los jóvenes de las últimas décadas por el género fantástico, se deba a la necesidad de llenar el hueco que ha dejado en su formación la escasa presencia de literatura clásica en la enseñanza y la sustitución de los cuentos tradicionales por otros supuestamente más “educativos”.

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Si quieres escribir un buen diálogo, haz que tus personajes mientan de vez en cuando

Dos de los fallos más habituales que suelen cometer los guionistas principiantes a la hora de escribir diálogos son:

  1. Sus personajes dicen todo lo que se les pasa por la cabeza.
  2. Son absolutamente sinceros cuando hablan.

Si queremos que nuestros personajes sean creíbles debemos hacerles hablar como personas reales. Y los seres humanos no decimos nunca todo lo que se nos pasa por la cabeza, ni siempre decimos la verdad.

Los personajes pueden y deben mentir

Los personajes de tu guion pueden y deben mentir porque:

  • Así la película se vuelve imprevisible y más interesante.
  • Conseguimos sorprender al espectador cuando le descubrimos que la verdad no es la que él creía.
  • Cuando el espectador sabe que no puede confiar en la sinceridad del personaje, éste se vuelve más ambiguo y, por lo tanto, más interesante.

Diferentes formas de mentir:

Existen diferentes formas de faltar a la verdad y  todas pueden ser efectivas dramáticamente si las utilizamos a la hora de escribir nuestros diálogos:

1. Mentir directamente

Esta forma de mentir no tiene mucho misterio, se trata de decir que lo blanco es negro, que hoy has ido al gimnasio cuando no lo has hecho…

Es la manera en que le mienten al detective Jake Gittes (Jack Nicholson) en “Chinatown”, al principio, cuando una cliente dice ser la Sra. Mulwray y le encarga que siga a su marido para averiguar si le está siendo infiel.

Más tarde Gittes y nosotros los espectadores descubriremos que esa mujer no es la Sra. Mulwray ni pretende averiguar si él está teniendo una aventura con una jovencita.

2. Mentir por omisión

También en “Chinatowwn” se miente por omisión. Lo hace el personaje de Faye Dunaway (Evelyn Mulwray) en la escena en que ella y Gittes están sentados en el bar:

Gittes ha averiguado que todos le engañan y manipulan. Está enfadado y ha sacado sus propias conclusiones de por qué le mienten y sobre lo que en realidad sucede y así se lo hace saber a Evelyn.

Nosotros como espectadores estamos de acuerdo con Gittes porque sus razonamientos nos parecen lógicos. Pero Gittes (como nosotros) no tiene todos los datos y se equivoca al interpretar los hechos.

Evelyn sí que sabe la verdad pero calla. Con su silencio, ella hace que Gittes y nosotros pensemos que él está en lo cierto. Evelyn ha mentido por omisión.

5. Inducir al personaje que escucha a llegar a conclusiones erróneas

Es lo que hace el villano de “Sospechosos habituales”: Se aprovecha del error que ha cometido la policía respecto a la identidad de uno de los personajes al principio de la película y alimenta esa conclusión errónea de los agentes y los espectadores durante casi todo el film.

4. Mentirse a sí mismo

Cuando el personaje (como las personas reales hacemos a menudo) se engaña a sí mismo porque no quiere reconocer una realidad que le hace sentirse mal.

Es lo que sucede en “Los Puentes de Madison” (“The Bridges of Madison County”) cuando Francesca (Meryl Streep) le dice a Robert (Clint Eastwood) que no va a marcharse con él.

Las excusas que Francesca da no tienen ningún sentido, las va ideando a medida que habla porque no quiere reconocer la verdad:

La única razón por la que no se irá con Robert es que le da miedo el salto al vacío que eso supone. Su vida es aburrida y a ella le atrae la aventura y el riesgo, pero su rutinaria vida es segura y Francesca no tiene el valor suficiente para llevar a cabo un cambio tan rotundo.

5. No distinguir entre realidad e irrealidad

No se puede decir que no diferenciar lo que es real de lo que no lo es sea exactamente mentir, pero se le parece bastante.

Es lo que le sucede a Norman Bates (Anthony Perkins) en “Psicosis” (Psycho) cuando le dice a Marion (Janet Leigh): “Mi madre y yo vivimos aquí solos desde hace diez años”.

Es posible que Norman esté siendo sincero en ese momento pero más tarde descubriremos que Bates es un psicótico que hace mucho que no percibe la realidad.

Hacer que tus personajes mientan directamente o por omisión, que induzcan a otros personajes a sacar conclusiones erróneas, se engañen a sí mismos, falten a la verdad porque no distinguen lo real de lo irreal… es una manera de conseguir que tu guion sea más interesante y tus personajes ganen en verosimilitud y profundidad.

No lo olvides: Si quieres escribir un buen diálogo, haz que tus personajes mientan de vez en cuando.

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Siete puntos para mejorar los diálogos de tu guion

A lo largo de los años como asesora de guionistas y analista de guion, he comprobado que los mejores guiones son aquellos escritos por escritores meticulosos que no se conforman con su primer borrador, que corrigen y reescriben una y otra vez buscando la mejor versión posible de su trabajo.

Uno de los elementos que más preocupa a estos guionistas buscadores de la perfección (o de algo que se le acerque lo más posible) son los diálogos. Releer los diálogos preguntándose cómo pueden mejorarse es una tarea que siempre obtiene su recompensa: un mejor guion.

Los siguientes son varios puntos que resulta muy útil repasar cuando se están revisando los diálogos:

1. Pregúntate si basta con la acción para contar lo que quieres decir

Como medio de contar nuestra historia en cine o televisión, la acción tiene más fuerza que la palabra porque captamos más del pensamiento y los sentimientos de los otros a través de sus expresiones, gestos y reacciones que mediante lo que dicen.

Pregúntate ante cada réplica que estés revisando si no hay una manera de contarla mediante la acción de los personajes y, si la hay, elimina esa frase y substitúyela por una acción.

2. En ocasiones, el silencio puede expresar más que las palabras

La respuesta a una pregunta no tiene por qué ser una frase, puede ser un gesto, una mirada, un silencio que muestra que no se quiere contestar a lo preguntado…

Los silencios pueden ser una parte muy activa de un diálogo, no tengas miedo de utilizarlos.

3. No intentes demostrar lo inteligente o culto que eres mediante los diálogos

Que la réplica de un personaje sea un brillante discurso sobre su ideología, su forma de ver la vida o lo mucho que sabe sobre la cría del calamar verde en los Trópicos puede ser un párrafo brillante pero innecesario para nuestra escena. Puede que te haya quedado perfecto y pruebe lo inteligente y culto que eres, pero es posible que resulte recargado, artificioso o poco verosímil.

4. Pule tus diálogos al máximo eliminando todo lo inútil

” Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Lo dijo Baltasar Gracián en el siglo XVII. Era verdad entonces y lo sigue siendo ahora: cuanto más conciso sea un diálogo, cuantas menos frases inútiles tenga, mejor y más efectivo será.

Pule tus diálogos frase por frase, palabra por palabra, hasta asegurarte de que no hay nada inútil que les reste agilidad y dinamismo.

5. Utiliza el subtexto

Los personajes no tienen por qué decir (ni deben hacerlo) siempre todo lo que se les pasa por la cabeza. Tampoco lo hacemos las personas reales cuando hablamos con alguien.

Muchas veces, la verosimilitud y la profundidad de una frase está en que intuimos que el personaje no está siendo sincero o no está diciendo toda la verdad, se engaña a sí mismo, oculta algo, piensa lo contrario de lo que está diciendo…

Trabaja el subtexto, construye frases cuyo significado vaya más allá de lo que el diálogo dice literalmente.

6. Evita, dentro de lo posible, artimañas explicativas demasiado obvias

Llamo artimañas explicativas a recursos tan evidentes como el personaje leyendo en voz alta un texto (una carta, un mensaje de una red social, un texto de la pantalla de su ordenador, etc), utilizando la voz en off o escuchando una noticia en la radio o tv.

A veces, estos pueden ser buenos recursos y es apropiado hacer uso de ellos pero no te pases, utilízalos con cuentagotas y sólo cuando no puedas dar la información de otra manera.

7. No des más información de la necesaria para que el espectador comprenda la trama o se implique emocionalmente en la historia que se le está contando

Todo lo que no sirva para que el espectador entienda la narración o para activar en él algún tipo de sentimiento o emoción que le haga sentir suspense, miedo, alegría, diversión, empatía por el personaje o cualquier otro elemento que le haga implicarse en la historia, conseguirá todo lo contrario a lo que deseas: hará que se sienta confuso o se aburra.

Estos puntos no son los únicos a tener en cuenta a la hora de escribir o revisar un diálogo, pero es muy útil tenerlos en cuenta de cara a que tu guion sea el mejor guion posible.

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¿Qué es el documento de venta de un guion y cómo se escribe?

Existen varios tipos de documento de venta dependiendo de su finalidad, pero todos tienen algo en común: están destinados a que alguien (productor o inversor) sienta deseos de leer el guion.

El documento de venta es lo que envías a las productoras como presentación de tu largometraje o proyecto de serie para preguntarles si están interesadas en que les hagas llegar el guion completo de la película o la biblia de la serie. Es como tu tarjeta de visita en un primer contacto.

Por regla general, es aconsejable que el documento de venta no sea muy extenso ya que se dirige a personas que están hartas de leer guiones y proyectos de historias, hay que intentar interesarles sin que les desanime la perspectiva de tener que emplear demasiado tiempo en averiguar si tu guion les puede gustar o no.

¿Qué incluir en el documento de venta?

1. Portada:

Una primera página o portada que sea una especie de cartel de película, con una imagen impactante (puedes buscar por internet, en bancos de imágenes y encontrarás muchas gratis y con licencia legal para utilizarlas). Sobre dicha imagen sólo debe figurar el título de la serie y tu nombre como guionista.

2. Lema o high concept:

Una segunda página que sea otra fotografía alusiva a la serie o que muestre algún escenario o situación que refleje de alguna manera el universo de tu guion y que tenga un lema, una frase que creas que puede definir tu historia a la vez que provoque curiosidad.

Algo así como el subtítulo que aparece en las cubiertas de muchos libros o en los carteles publicitarios de las películas. Esta segunda página no es imprescindible pero sí aconsejable.

3. Argumento:

En la tercera página se incluye una sinopsis (lo más breve posible) del largometraje o de la primera temporada de la serie.

Es habitual que esta sinopsis ocupe la mitad de la página y la otra mitad sea otra fotografía que de alguna manera exprese lo que se quiere contar en el guion.

4. Si es una serie, storyline de los episodios de la primera temporada:

Puedes incluir una página con la storyline de cada uno de los episodios de la serie. También con alguna fotografía, a ser posible.

5. Localizaciones:

Algunas fotos mostrando el tipo de espacios en que sucede la acción con algún comentario (unas pocas líneas) sobre la atmósfera y la estética que se pretende conseguir.

6. Nota del autor:

Unas pocas líneas en las que resumes tu visión del proyecto y las razones que te han impulsado a escribirlo.

7. Referencias:

En esta página enumera películas y/o series que puedan tener similitudes con tu proyecto para que los posibles productores se hagan una idea de lo que puede ser el producto final.

Además de los títulos de las series o películas, se incluyen sus carteles oficiales o fotos de las mismas que sean muy significativas y fácilmente reconocibles.

8. Currículum:

En la página siguiente pones un breve currículum o biografía tuya. Si es tu primer proyecto y no tienes currículum, no incluyas esta página.

9. Reparto:

Otra página (o dos) con el reparto potencial de la serie. No es necesario que los actores estén contratados o se haya hablado ya con ellos, puesto que es un reparto “potencial”. Se incluyen, evidentemente, las fotos de dichos actores y el nombre del personaje al que interpretarían.

10. Contacto:

Aquí pones tus datos de contacto (que ya habrás incluido, evidentemente, en el correo de presentación en el que adjuntarás este documento de venta).

Este es un tipo de documento de venta bastante habitual tanto para largometrajes como para proyectos de serie (no confundir con la «biblia» de la serie, de esa hablaremos en otra entrada). Es un modelo orientativo: modifica los puntos que desees, adáptalo a las necesidades de tu proyecto y… ¡buena suerte!

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Ejercicio de interacción entre personajes

No basta con crear personajes originales e interesantes ni con desarrollarlos luego de forma coherente, también hay que hacerles interactuar entre sí de manera natural y efectiva mientras cuentan la historia y hacen avanzar la trama.

Este es un ejercicio para practicar la interacción entre personajes y podríamos llamarlo “Tres historias diferentes en un mismo escenario”:

Escribe tres escenas cortas (de una media página cada una) y mudas (para practicar la utilización de las acciones de los personajes). Las tres escenas suceden en el mismo lugar y con el mismo personaje protagonista.

Escena 1:

El protagonista entra en un lugar desconocido para él, se debe notar que es la primera vez que está allí, que el sitio le parece misterioso y un tanto inseguro y que está esperando a alguien. La escena termina cuando llega el otro personaje y el protagonista parece intimidado o preocupado ante él.

Escena 2:

El protagonista entra en el mismo lugar de la escena anterior pero ahora parece que es un sitio familiar para él y que está tranquilo y feliz. La escena termina cuando llega el otro personaje y ambos se saludan con alegría por encontrarse.

Escena 3:

De nuevo, llega el protagonista al mismo lugar. Parece triste y pensativo. Aparece el otro personaje y ambos se saludan con mucha tristeza.

Utiliza el entorno y los elementos que hay en él para que te ayuden a contar la historia. Ayúdate con el tipo de iluminación y sonido ambiente.

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Seis cosas que necesitas hacer cuando has acabado el primer borrador de tu guion

Al fin, tras meses de trabajo, has logrado escribir la palabra “fin” en tu guion. Te sientes feliz porque has conseguido un logro que para ti es muy importante. Enhorabuena, pero… ¿De verdad piensas que has terminado? No: todavía tienes que hacer unas cuantas cosas si quieres que tu guion sea el mejor guion posible:

1. Olvidarte de él durante una temporada

Puede (es casi seguro) que no estés contento con esa primera versión de tu película, sabes que tiene todavía fallos que subsanar, personajes que mejorar, escenas que no acaban de satisfacerte… pero si empiezas a corregir nada más acabar este primer borrador no vas a tener una visión clara de lo que funciona en él y lo que no.

Escribir un largometraje es un trabajo de meses, implica que has pasado mucho tiempo absorto en tu historia y has perdido la visión de conjunto sobre la misma. Empezar a corregirlo ahora es como si intentases juzgar una pintura con la nariz a pocos centímetros de ella: percibes colores, fragmentos de formas, luces, sombras… pero no ves el cuadro entero. Para tener una imagen completa de la pintura necesitas alejarte unos metros de ella. Hasta que no la observes desde la distancia no tendrás una visión entera.

Lo mismo ocurre con el guion de un largometraje: hasta que no te alejas de él durante un tiempo no eres capaz de juzgarlo en su conjunto.

¿Significa eso que debes pasar varias semanas sin hacer nada? No. Puedes dedicarte a escribir otra cosa, a corregir otro borrador que hayas dejado de lado, a leer, a ver películas que tengan algo en común con tu guion o a, simplemente, descansar.

2. Leer tu guion

Una vez ha pasado un tiempo prudencial (pueden ser unas semanas o varios meses, cada guionista tiene sus propias necesidades), volverás a tu guion con una mirada fresca sobre tu historia.

Descubrirás que escenas que creías que eran flojas ahora te parecen correctas, que diálogos que te gustaban ahora te parecen poco creíbles, que determinado giro de la acción que te encantaba ahora te parece demasiado trillado y evidente. Es la hora de que pases al tercer punto:

3. Reescribir

Es el momento de reescribir tu obra para lograr un segundo borrador que supere al primero porque ahora conoces mucho mejor a tus personajes, le has dado varias vueltas a la trama, te has asegurado de que la estructura sea correcta, etc.

4. Pedir la opinión de personas de tu confianza

Es el momento de dejar leer tu guion a gente en la que confíes. Me refiero a confianza “técnica”, no personal. Seguro que te fías mucho de tu novia, novio, primo, madre o mejor amigo, pero si ellos no son guionistas sus opiniones van a estar motivadas por el tipo de películas que les gustan, por sus gustos personales y por muchos clichés.

No es que su opinión no sea interesante, al contrario, te puede dar una idea de las reacciones de los posibles espectadores, te hará ver qué partes de la historia están bien explicadas y qué otras hay que reescribir para asegurarte de que el espectador recibe el mensaje que has querido transmitir, pero también necesitas la opinión de gente que te argumente lo que dice con razones técnicas y razonadas acerca de lo que funciona, o no, dentro de tu guion.

Debes recurrir a amigos guionistas, a compañeros de la escuela de cine (en el caso de que seas o hayas sido alumno de una de ellas) o contratar los servicios de un analista de guion. Necesitas el punto de vista de gente que no juzgue tu escrito basándose en sus gustos personales sino que sepa decirte si la estructura es correcta o no, si los personajes cumplen su función dramática o son mejorables, si has dado la información necesaria para que se entienda la historia sin que esta sea previsible, si el universo de tu historia es creíble, etc.

5. Volver a escribir

Una vez consultadas estas personas “fiables”, estás en condiciones de reescribir tu guion hasta conseguir que sea el mejor guion posible.

6. ¿Quién sabe?

Este “quién sabe” significa que un guion nunca está terminado del todo, que siempre hay algo mejorable en él y que cada vez que lo releas acabarás, inevitablemente, cambiando algo, aunque sea una frase por aquí, un fragmento de escena por allá… Sin contar con que, si tienes la fortuna de que tu guion se ruede, siempre habrá que hacer cambios por motivos de producción.

Hace poco, un cliente (y amigo) me preguntaba: “¿Cuándo sabes que un guion está terminado?” Y yo le contesté: “Nunca”. Porque un guion siempre es mejorable.

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Cómo escribir una buena escena de suspense

En España lo llamamos “suspense”; en Hispanoamérica, “suspenso”. En ambos casos nos referimos a ese sentimiento de ansiedad e incertidumbre, esa necesidad apremiante de saber qué va a ocurrir que sentimos cuando estamos viendo determinadas escenas de una película o leyendo ciertos pasajes un libro.

Experimentamos una sensación de suspense (o suspenso) cuando vemos que la protagonista de una película camina de noche por una calle solitaria, apenas iluminada por la luna, y los espectadores sabemos que el asesino anda cerca.

El suspense no es algo privativo del terror, la amenaza de muerte o de situaciones peligrosas. También hay suspense cuando el chico está a punto a declararse a la chica y sentimos la necesidad apremiante de saber si ella aceptará o no.

O cuando un personaje infantil acaba de hacer una travesura y esperamos impacientes la reacción del padre.

Cómo se activa el suspense en un guion

No sólo en un guion cinematográfico o de televisión, también en una obra literaria para provocar en el espectador o lector esa necesidad apremiante de saber ¡ya! lo que va a ocurrir se deben seguir los siguientes pasos:

El Anuncio:

Contamos al espectador que algo está a punto de ocurrir.

Es lo que hacemos cuando mostramos a la chica de la película hablando por teléfono en su casa, tranquilamente, y después presentamos al asesino que merodea en el jardín.

La Demora:

En lugar de contar enseguida si el asesino entrará en la casa o no, aplazamos la respuesta entreteniéndonos con acciones que parecen innecesarias desde el punto de vista narrativo (puesto que no dan información nueva ni hacen avanzar la acción) como pueden ser las imágenes de él espiando a la joven, la conversación anodina de ésta con su mejor amiga, etc.

Reducción de alternativas:

Hacer que el espectador no se distraiga pensando en diferentes soluciones para la situación que está presenciando. Restringir a sólo dos las posibles respuestas a la pregunta planteada (la matará-no la matará, sí-no, vida-muerte, salvación-perdición).

Es lo que conseguimos cuando ella sigue hablando por teléfono y él saca su cuchillo y entra en la casa sin hacer ruido.

Exageración de la demora:

Consiste en retrasar la respuesta anhelada por el espectador mediante acciones aparentemente innecesarias (el asesino que, en lugar de ir directamente al salón en el que se encuentra la protagonista, se dirige a la habitación de los padres, a la sala de estar, a la biblioteca…).

Siguiendo estos cuatro pasos conseguirás buenas escenas de suspense siempre que no olvides que para que el espectador sienta la necesidad apremiante de saber ¡ya! lo que va a pasar, antes debes haber provocado su identificación con el personaje.

 

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Cómo crear un villano memorable

En cualquier clase de película (ya sea un drama, una comedia, una historia de acción o de cualquier otro género) el antagonista es tan importante, o más, que el protagonista.

Y lo es porque el antagonista es el personaje encargado de poner en marcha la historia y mantenerla en movimiento creando conflicto e ideando obstáculos y dificultades que impidan al protagonista alcanzar su objetivo.

Pero si escribes guiones de “bueno contra malo”, “héroe contra villano”, es todavía más necesario que cuides a tu antagonista. Porque en thrillers, películas de terror y similares, la verdadera estrella es, muy a menudo, el villano: Hannibal Lecter, Drácula, Norman Bates, Freddy Krueger…

Por lo tanto, cuando tienes un villano en tu guion, tienes que cuidarlo mucho y, para ello, debes tener en cuenta varios puntos:

1. Que sea un personaje activo

Si hemos dicho que el antagonista es el encargado de poner en marcha la historia y de mantenerla en movimiento, es evidente que tendrá que ser un personaje activo, con iniciativas propias.

El protagonista puede permitirse el lujo de ser reactivo (la mayoría de las veces lo es durante los dos primeros actos de la narración), es decir, puede limitarse a reaccionar ante las acciones del antagonista. Pero éste último necesita llevar la iniciativa, al menos, durante los dos primeros actos.

El punto de giro que nos lleva del segundo acto al tercero puede ser el momento en que el protagonista decide volverse activo obligando con ello al antagonista a ser reactivo.

2. Dale su propia trama

Podemos llamarla “contra-trama” ya que se opone a la principal liderada por el protagonista.

Trabajar bien la trama de tu villano es esencial si quieres conseguir una historia consistente, que no “haga aguas”. No hay que olvidar que es la intención del antagonista (impedir que el protagonista obtenga lo que desea) lo que hace posible la historia que se cuenta.

3. Que tenga objetivos claros

Los objetivos del malvado pueden estar ocultos para el espectador durante gran parte del guion para provocar la curiosidad y el interés, pero deben estar claros para tu antagonista y para ti porque es la única manera de que lo puedas hacer actuar con coherencia.

Que tu villano sepa qué quiere y por qué, aunque el protagonista y el espectador tarden en averiguarlo.

4. Trabaja bien su perfil psicológico para que tenga un comportamiento coherente

Que tu villano no sea un estereotipo plano, dale individualidad convirtiéndolo en un ser humano de carne y hueso (o en un monstruo con personalidad propia).

Puede que sea malvado o que sus acciones nos parezcan reprobables, pero deben tener coherencia. Los actos de Hannibal Lecter son terribles pero siempre actúa dentro de su propia lógica: se comería a su vecino sin dudarlo un momento, pero jamás acompañaría su ágape con un vino que no sea adecuado.

5. Que no sea totalmente malvado

Nadie es totalmente malvado las veinticuatro horas del día. Si quieres que tu antagonista sea creíble, dale algún rasgo que lo humanice.

Incluso si tu villano es un monstruo, ten en cuenta que monstruosidad no implica maldad, sino incapacidad de convivir con la normalidad. Drácula no bebe la sangre de sus víctimas por capricho sino que la necesita para sobrevivir, Freddy Krueger no elige matar, es su naturaleza la que le impulsa a ello.

6. Que no se considere a sí mismo malvado

Los seres humanos acostumbramos a justificar nuestros comportamientos negativos con miles de excusas porque, en el fondo, todos nos consideramos “buenas personas” aunque, muy probablemente, alguna vez habremos hecho daño a alguien de forma consciente o inconsciente. Si quieres que tu villano sea verosímil, hazlo tolerante con sus propias maldades.

7. ¿Cuáles son sus fortalezas, las que lo hacen temible para el protagonista?

Es importante que, cuando trabajes el perfil de tu antagonista, le dediques atención a todo aquello que lo convertirá en una pesadilla para el protagonista y que hará pensar al espectador que es prácticamente imposible vencerle. Eso le dará suspense y tensión a tu historia.

8. ¿Cuáles son sus debilidades?

Aunque, al inicio de la película y durante gran parte de ella, el villano parezca invencible, debe tener algún punto débil, algo que permita al protagonista acabar ganándole la partida de una forma creíble.

Recuerda que, cuanto mejor sea tu villano, más oportunidades de lucirse tendrá tu héroe.

Si tienes un guion escrito y necesita una revisión, puede que quieras un análisis de guion que te ayude a mejorarlo.

Si tienes una idea y quieres convertirla en guion con la ayuda de alguien que te dé una visión desde fuera, puedes pedir un análisis de proyecto o una asesoría personalizada.

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Seis elementos que las primeras diez páginas de tu guion deberían tener

Las primeras diez páginas de un guion serán los primeros minutos de una película y son la única oportunidad que te dará el espectador para que captes su interés antes de buscar otra cosa que ver.

Por eso son tan importantes estas primeras páginas. En ellas debes convencer al público de que vale la pena seguir viendo tu película.

Existen seis elementos imprescindibles que las primeras diez páginas de tu guion deberían tener:

1. Muestra el género de la película desde la primera imagen.

Que el espectador sepa desde el primer momento qué es lo que tiene delante. Si se trata de una película de acción, que la primera escena sea vertiginosa; si es una comedia romántica, que el primer minuto de tu guion sea una situación luminosa y divertida; si es una tragedia histórica, empieza con algo solemne y contundente.

2. Establece el universo narrativo.

Tu historia debe tener su propio universo narrativo, su ambiente particular que dé a la película un sello propio.

Parte de ese universo estará marcado por el género al que pertenezca tu guion, pero también por los personajes y su forma de ser y comportarse, los escenarios en que sitúes la acción (cerrados y opresivos, abiertos y luminosos, dinámicos o tranquilos, etc.) o el tipo de acontecimientos que sucedan.

Es importante que ese universo narrativo que has decidido darle a tu guion se muestre desde la primera escena.

3. Déjale claro al espectador quién es tu protagonista.

Como espectadores, todos, durante los primeros minutos de una película nos mantenemos un tanto distantes de lo que se nos muestra en la pantalla, estamos a la expectativa, nos preguntamos si es esa la clase de historia que queremos que nos cuenten o no. Que se haya establecido el género desde el primer momento ya nos ha dado pistas acerca de si es el tipo de historia que nos apetece que nos cuenten, pero será el protagonista quien nos convenza de que vale la pena seguir sentados y atentos a lo que se nos va a relatar.

Medita bien cuál va a ser la primera escena de tu protagonista porque aquello de que “la primera impresión es la que cuenta” es muy cierto. Tu personaje debe atraer al espectador desde su primera aparición, ya sea porque le guste y se identifique con él, ya sea porque le fascine, ya sea porque le hace sentirse superior a él.

En cuanto hayas presentado al protagonista, si lo has hecho bien, habrás empezado a establecer un lazo emocional entre el espectador y él.

4. Presenta la normalidad del protagonista.

Cuando narras una historia, estás contando que algo ha roto la normalidad del protagonista y le ha introducido en el mundo especial de la aventura (literal o figuradamente). Para que el público pueda apreciar el contraste entre el “antes” y el “después”, debe tener información acerca de cómo era la cotidianeidad del personaje. Así sabrá qué es lo que ha perdido, qué le causa dolor o incomodidad, qué es lo que desea recuperar o transformar.

5. Crea conflicto.

No esperes a que tu guion avance demasiado para crear conflicto, créalo cuanto antes. No es imprescindible que se trate del conflicto principal, el que mantiene en movimiento la macroestructura de la película, puedes utilizar (y debes) conflictos menores, que cada escena tenga el suyo propio si es posible.

6. Presenta al antagonista.

Tan importante, o más, que tu protagonista lo es el antagonista porque él es quien hace posible la historia y quien la mantiene en movimiento. En la mayoría de películas no sucedería nada digno de ser contado si no hubiera un villano que, mediante sus acciones, provoque la reacción del héroe y lo obligue a actuar.

El antagonista, como todos los elementos básicos del relato, debe ser presentado cuanto antes. Si el argumento de tu guion no te permite mostrarlo físicamente desde el principio, preséntalo mediante sus acciones y lo que otros personajes dicen de él. Por ejemplo, si tu historia trata de resolver un asesinato, es posible que no quieras que el culpable aparezca hasta el tercer acto, pero puedes presentarlo mostrando su modus operandi, los cadáveres de sus víctimas y lo que el detective protagonista u otros personajes piensan de él.

Si trabajas bien estos seis elementos en las primeras diez páginas de tu guion, tendrás mucho ganado pero no te olvides de escribir un desarrollo interesante y un final contundente para que tu película se convierta en una historia inolvidable.

Si tienes un guion escrito y necesita una revisión, puede que quieras un análisis de guion que te ayude a mejorarlo.

Si tienes una idea y quieres convertirla en guion con la ayuda de alguien que te dé una visión desde fuera, puedes pedir un análisis de proyecto o una asesoría personalizada.

Si quieres escribir tu primer guion y no sabes por dónde empezar, pide una tutoría de acompañamiento que te ayude desde la primera línea hasta la última versión del guion.

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