Quince formas de encontrar ideas para escribir cuando estás bloqueado

Decía Picasso que “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”.

Y es cierto. La inspiración no viene por sí sola, de repente, para regalarte un guion completo, bien estructurado, con sus puntos de giro y su clímax.

Como mucho, la inspiración te dará una escena sugerente, una imagen, un personaje con un conflicto… pero vas a tener que trabajar mucho para ir tirando del hilo hasta acabar consiguiendo un guion completo.

Pero… ¿Por qué esperar a que la inspiración venga? ¿Por qué no ir a buscarla?

Te presento quince recursos que puedes utilizar para encontrar ideas sobre las que escribir.

Aunque el texto está dirigido específicamente a guionistas, no hace falta decir que sirve también para cualquier otro tipo de escritor.

1. Medios de comunicación (I).

Que muchos guiones de cine y televisión han nacido a partir de un hecho publicado por los medios de comunicación es evidente: asesinatos que han impactado en la sociedad, robos espectaculares, ejemplos de superación personal, etc.

Pero tomar un crimen famoso y convertirlo en guion sería una adaptación de un hecho de la vida real, no un guion original.

Para que sea un guion original, una historia enteramente tuya, debes tomar ese material que te proporcionan los medios de comunicación como inspiración, como punto de partida de una historia que acabará no pareciéndose en nada a aquello que leíste en el periódico o viste en televisión.

Es lo que pasa cuando tienes noticia de un crimen que te llama la atención y empiezas a divagar sobre él, buscando sospechosos entre las personas relacionadas con el caso que aparecen en los medios de comunicación, imaginando situaciones, divagando sobre las relaciones entre la víctima y la gente que habla sobre el asunto…

Y acabas montándote tu propia película (nunca mejor dicho).

2. Medios de comunicación (II).

Otra forma de encontrar la inspiración en los medios de comunicación puede ser quedarse con una frase o una imagen que nos guste y dejar volar nuestra imaginación a partir de ella:

El guionista Robert Towne contaba en una entrevista que la idea para escribir el guion de “Chinatown”, dirigida por Roman Polansky en 1974, le surgió cuando leyó el titular de un artículo en un periódico de California que decía: “O llevamos el agua a Los Ángeles, o llevamos Los Ángeles al agua”. El artículo versaba sobre los problemas de sequía de la ciudad de Los Ángeles.

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Los que hayáis visto “Chinatown” sabéis que la trama principal trata sobre un asesinato que intenta resolver el protagonista, Jake Gittes (Jack Nicholson), pero el ambiente de fondo de toda la historia y el punto de partida de la misma se basan en la carencia de agua en Los Ángeles y éste es el asunto que motiva a varios de sus personajes.

3. Escuchar a la gente que te rodea.

Una frase escuchada al azar mientras hacemos cola en la panadería, una conversación en el autobús, esa expresión que siempre utiliza tu abuela cuando la haces exasperar… pueden ser la semilla de un guion si te dejas llevar por ella.

El célebre escritor y guionista colombiano Gabriel García Márquez tuvo la idea para escribir el cuento (que luego se convertiría en serie de televisión) “Me alquilo para soñar” cuando oyó a un hombre decir: “Me gustaría trabajar mientras duermo”.

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4. Observar a la gente que te rodea.

Todo el mundo tiene algo interesante y digno de ser contado, hasta la persona más aburrida.

Puede que la cajera del supermercado que te atiende habitualmente no te inspire, de buenas a primeras, una historia de super héroes o de espías de la Segunda Guerra Mundial pero… si la observas con mente abierta y espíritu soñador, es posible que su forma de hablar, la mirada con la que te fulmina cuando le entregas un billete de 50 euros para pagar un paquete de chicles y el gesto de  ”me voy a callar porque si no la lío” con el que los coge pueden ser perfectos para un personaje que se te estaba resistiendo.

5. Transformar el mundo cotidiano.

Supongamos que sigues en el supermercado, esperando tu turno para pagar a la misma cajera del punto anterior…

Delante de ti hay una señora mayor que se empeña en abonar la cantidad exacta buscando todas las monedas de uno y dos céntimos de su monedero mientras la cajera suspira impaciente porque los clientes se están acumulando…

Bueno, no te enerves, no hagas como el resto de los clientes que están empezando subirse por las paredes.

Relájate. Eres un escritor y puedes trabajar en cualquier sitio. Ponte a pensar en la que puede ser la primera escena de tu próximo guion:

Imagina que la puerta del supermercado se abre dando paso a un grupo de alienígenas verdes que vienen a invadir la tierra y han creído que el super de tu barrio es la sede de la ONU.

¿Cómo crees que reaccionaría la cajera? ¿Y la señora mayor? ¿Y el guardia de seguridad?

¿Y si, en vez de extraterrestres, los que han irrumpido en el super son una banda de ladrones que acaba de robar un banco y se han visto obligados a refugiarse de la policía que los persigue? ¿Cómo seguiría la historia?

6. Foros y redes sociales.

Es la versión internauta de los dos puntos anteriores.

Si saber escuchar y observar a la gente que te rodea puede ser una buena fuente de inspiración, navegar por las redes sociales y foros de internet con espíritu creativo puede darte muchas ideas para contar historias, hacer personajes creíbles, crear escenas originales.

Utilizar el vocabulario y las expresiones que usan algunos usuarios de foros o redes sociales puede funcionar muy bien para mejorar tus diálogos y la forma en que se expresan tus personajes.

7. Obras literarias y audiovisuales.

No se trata de que adaptes una novela o escribas una nueva versión de tu película favorita sino de que te inspires en ellas.

A veces nos encontramos con personajes secundarios e incluso menores (de esos que solo tienen una o dos escenas en una película) que están tan bien hechos que uno siente que tienen una historia detrás que puede ser tan interesante o más que la del protagonista.

¿Por qué no poner a trabajar a la imaginación pensando en lo que haría el personaje después de su única escena, o qué tipo de casa tendrá, con quien la compartirá, que clase de relación tendrá con esa persona?

8. Algo sobre lo que sepas mucho.

Todo el mundo sabe mucho sobre algún tema o le interesa investigar sobre él:

Puede ser la Guerra de los Cien Años, la física cuántica, el turismo, la cocina vegetariana, los trabajos manuales… o cualquier otra cosa que se te ocurra.

Puedes escoger el universo de ese tema sobre el que sabes tanto y situar en él cualquiera de las 36 situaciones dramáticas que existen.

9. Ciencia

El mundo de la ciencia es apasionante y los descubrimientos en este campo son cada vez más impresionantes.

Indaga en revistas científicas, en webs de biología, astronomía, física… y usa toda esa información para crear una trama principal o el telón de fondo que le dé interés y color a tu guion.

Por ejemplo: si buscas imágenes de medusas (sí, de medusas, has leído bien) en internet descubrirás que (además de ser esos bichos que producen urticaria si te tropiezas con uno de ellos en la playa) existen medusas de muchas clases y colores y son realmente bonitas.

Son llamativas y visuales, lo que las hace perfectas para un guion ya que nuestra historia se va a contar mediante imágenes.

¿Podrían ser estos animales el telón de fondo de una historia de espionaje protagonizada por un biólogo marino que ha descubierto la forma de curar determinada enfermedad con cierta sustancia que se encuentra en el organismo de las medusas?

10. Temas controvertidos.

Hay temas de debate que provocan una fuerte respuesta emocional en las personas y son sujeto de enfrentamiento entre grupos sociales:

El aborto, las corridas de toros, el terrorismo islamista, la inmigración masiva, la necesidad de vacunarse o no para prevenir ciertas enfermedades, el calentamiento global, etc.

Son temas polémicos que provocan conflicto y por lo tanto son susceptibles de convertirse en una buena historia.

Pueden ser actuales o pasados, políticos, sociales, personales, morales, religiosos, éticos…

Elige uno de ellos y crea personajes que tengan puntos de vista opuestos sobre el tema. Busca después una excusa para mantener a esos personajes juntos durante el tiempo que dura tu historia y tendrás un guion.

11. Situaciones humanas conflictivas.

Problemas o situaciones que pueden sucederle a cualquiera y que tienen un conflicto en sí mismos:

Amor no correspondido, acoso laboral o escolar, embarazo adolescente, la pérdida del puesto de trabajo a los cincuenta años, una enfermedad grave del protagonista o de alguien muy cercano a él, la muerte de un hijo o un ser muy querido…

No es difícil pensar en alguien que se encuentra en una de estas situaciones e ir creando una historia a partir de ella.

12. Historia

Si te gusta la historia seguro que tienes tus épocas, sucesos o guerras favoritos:

La Revolución Rusa, la Primera Guerra Mundial, la burbuja especulativa de los tulipanes en los Países Bajos en el siglo XVII…

Lee, busca, indaga y seguro que encontrarás algún personaje histórico sobre cuya vida escribir… o puedes usar esa época o suceso que te atraen para situar en ellos a personajes de tu invención.

13. Un personaje y su opuesto.

Imagina un personaje y luego piensa en otro que sea lo más opuesto y antitético posible al primero.

Enciérralos juntos en una habitación y tira la llave a la basura. ¿Qué podría pasar?

Seguro que se te ocurrirán un montón de conflictos que pueden suceder entre ellos y ya sabes: si tienes un conflicto tienes un drama (una historia que se puede narrar mediante personajes y sus acciones).

Lo de la habitación no es literal, claro.

Se trata de que busques una excusa para obligarlos a convivir a pesar de sus diferencias incompatibles:

Pueden compartir oficina porque trabajan en la misma empresa, es posible que estén obligados a convivir por razones familiares o económicas, quizás viajaban en el mismo tren y este se ha quedado detenido en medio de una llanura nevada y aislada a causa del temporal…

14. Escritura automática.

La escritura automática es un buen recurso cuando estás bloqueado. Consiste en ponerse a escribir sin pensar, sin buscar lógica a lo que se escribe, saltando de un tema a otro si así te viene a la cabeza.

No importa si sólo se te ocurren tonterías, no te juzgues a ti mismo ni a lo que escribes. Sólo escribe, escribe y escribe sin parar durante diez o quince minutos.

Después, relee lo que has escrito y seguramente encontrarás algún personaje interesante, una escena que te gustaría desarrollar, una posible trama…

Si es tu día de suerte, puede que hayas empezado escribiendo incoherencias y hayas terminado creando un relato interesante el cual, si se le hacen las correcciones necesarias, se puede convertir en la sinopsis de tu próximo guion.

El hombre que nunca

15. La pintura o la fotografía.

Supongamos que los catorce recursos anteriores no te han servido de nada y sigues bloqueado ante el folio/pantalla en blanco.

No pasa nada, todavía te queda una oportunidad de escribir algo decente hoy: relájate y dedícate a disfrutar de las artes plásticas.

Busca blogs de fotografía, webs de museos o galerías de arte y escoge una imagen que te atraiga. Obsérvala sin prisa y deja que tu imaginación se ponga en marcha:

¿Cómo crees que se sentía la persona o personas de la imagen cuando estaban siendo retratadas? ¿Cómo llegaron hasta ahí? ¿Qué clase de vida tendrían? Si fueran uno de tus personajes ¿a dónde irían después de la sesión de fotografía o pintura? ¿Con quién?

Los hermanos Coen escribieron el guion de “El hombre que nunca estuvo allí” (The man who wasn’t there) a partir de una fotografía. Se trataba de la típica foto de fin de curso de un grupo de niños en los años 50.

A los Coen les hizo gracia el corte de pelo de los chicos y empezaron a bromear sobre el peluquero que les había hecho tal faena a los críos. Bromeando, bromeando, crearon al protagonista de su guion.

Y tú ¿has utilizado alguno de estos recursos para encontrar ideas para escribir? ¿Tienes tus propios “trucos” para vencer al bloqueo?

 

Si tienes un guion escrito y necesita una revisión, puede que quieras un análisis de guion que te ayude a mejorarlo.

Si tienes una idea y quieres convertirla en guion con la ayuda de alguien que te dé una visión desde fuera, puedes pedir un análisis de proyecto o una asesoría personalizada.

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Cuatro ejercicios de creatividad a partir de una película

Utilizar para inspirarnos una película que nos gusta (o que detestamos) es un buen recurso para ejercitar la imaginación y la creatividad. Pero, al hacerlo, hay que tener en cuenta que se trata de potenciar nuestra capacidad creativa, no de plagiar.

Podemos usar el trabajo de otros como punto de partida para nuestra escritura, eso es legítimo, pero el resultado debe ser una obra nuestra con identidad propia y que no tenga nada que ver con la película que nos ha servido de punto de partida.

Estos son los ejercicios que te propongo:

1. Inspírate en una escena:

Piensa en una escena de alguna película que hayas visto y aíslala del resto de la trama, olvídate del argumento original y hazte varias preguntas:

– ¿Qué clase de individuos crees que serían los personajes si sólo supieras de ellos lo que ves en esa escena?

– ¿De dónde podrían venir?

– ¿A dónde podrían dirigirse?

– ¿Cómo sería la relación entre ellos?

– ¿Qué objetivo tendrían y qué harían para alcanzarlo?

 – ¿Qué clase de conflicto perturbaría su normalidad?

Continúa dándole vueltas a la situación hasta conseguir la sinopsis de un argumento alternativo que no se parezca en nada al de la película que has tomado como referencia.

2. Imagina una trama protagonizada por un personaje menor:

Llamamos “personaje menor” a aquel que apenas aparece y que está en la trama para dar color, apoyar a un personaje principal o realizar acciones necesarias para que avance la historia (el taxista que lleva al protagonista a algún sitio, la camarera que trabaja en el bar favorito de los personajes principales, etc,).

Seguro que más de una vez, al ver una película, te has fijado en alguno de estos personajes porque te ha gustado. Pues, ahora, escoge alguno de ellos y piensa en:

– Cómo debe de ser su vida cotidiana.

– ¿Tiene familia o no?

– ¿Tendrá alguna afición que le caracterice?

– ¿Qué objetivo puede tener?

– ¿Cómo reaccionará si algo o alguien cambia, de pronto, su normalidad provocándole un conflicto?

– ¿Qué tipo de personaje puede ser su antagonista?

Estas preguntas son orientativas, utiliza las que te parezcan interesantes y deshecha las demás, crea otras que se te ocurran, siéntete libre para inventar. Si dejas volar tu imaginación, seguro que se te acabará ocurriendo una trama protagonizada por este personaje menor.

3. Convierte al antagonista en protagonista:

Dale la vuelta a la película, imagina que el “malo” pasa a ser el “bueno”:

– ¿Cuál es su biografía?

– ¿Qué sentimientos lo mueven?

– ¿Cómo ha llegado a la situación en que se encuentra?

– ¿Cómo justificarías sus “maldades” para que dejen de serlo o, al menos, el espectador las comprenda?

Algo así es lo que hicieron el guionista Scott Silver y el director Todd Phillips con el personaje del Joker y el resultado ha sido un excelente guion y una de las películas más taquilleras de los últimos años.

4. Desarrolla una historia partiendo del final de una película:

Si la película es una comedia romántica que acaba en beso final, pregúntate cómo seguirá esa pareja cinco años después:

– ¿Continuarán juntos?

– ¿Qué pasará cuando tengan problemas para llegar a fin de mes?

– ¿Conseguirá él llevarse bien con su suegra?

– ¿Cómo soportará ella a los malcriados hijos del primer matrimonio de su amado?

Si se trata de una película bélica que termina con el protagonista desfilando victorioso el día del armisticio, imagina qué le puede suceder a partir de ahí. Ese soldado recibido como un héroe:

– ¿Podrá reintegrarse en una sociedad de posguerra con facilidad?

– ¿Tendrá secuelas psicológicas que le impidan volver a su vida anterior?

– ¿Aprovechará sus victorias bélicas para prosperar durante la paz?

– ¿Qué cambios habrá experimentado en su personalidad?

– Las relaciones con su familia, pareja, amigos ¿habrán cambiado? ¿cómo?

– Su visión del mundo y de la vida ¿será la misma que tenía cuando fue llamado a filas?

Seguro que más de una vez, al terminar de ver una película, has elucubrado sobre qué pasaría si la narración durase una hora más. ¿Por qué no continuarla tú por tu cuenta?

Evidentemente, estos cuatro ejercicios podrían practicarse de la misma forma con un relato literario o una novela. Elije lo que prefieras. ¡Buena suerte y mucha inspiración!

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Funciones dramáticas de los personajes

En un guion no puede haber elementos inútiles porque todo aquello que no ayude a contar la historia la dispersará y la volverá confusa, le hará perder fuerza, claridad y concentración.

Esto es especialmente importante cuando se trata de los personajes, ya que ellos son las piezas principales con las que tú, guionista, montas ese rompecabezas que es un guion. Por lo tanto, no debe haber personajes inútiles.

¿Cómo sabemos que un personaje es inútil?

Es más sencillo de lo que puede parecer a primera vista: Si tenemos en cuenta que todo personaje debe cumplir una función dramática dentro de la narración, bastará con examinar nuestro guion y preguntarse qué función desempeña cada uno de ellos en la historia: aquel que no cumpla ninguna será un personaje inútil.

Existen cinco funciones dramáticas básicas:

1.- Contar la historia:

Cuando el personaje, con sus acciones, con lo que dice, por cómo reacciona ante las situaciones en las que actúa, por las decisiones que toma y las consecuencias de éstas, provoca conflictos, nos ayuda a comprender el relato, hace que nos interesemos por lo que se nos cuenta y/o hace avanzar el argumento.

2.- Apoyar a un personaje principal:

Cuando sirve para dar profundidad a otro personaje y nos ayuda a conocerlo mejor, a entender qué siente y por qué actúa de la manera en que lo hace.

3.- Comunicar el tema de la historia:

Es decir, ayudar a entender al espectador la “moraleja” o la filosofía de la narración, aquello sobre lo que el autor desea reflexionar.

4.- Realizar acciones necesarias para que avance la trama:

Si el protagonista sube a un taxi, tendrá que haber un taxista que conduzca; si el antagonista compra rifles en el mercado negro, será necesario que haya un traficante de armas que se los venda, etc.

5.- Añadir color y ambiente a la narración:

Si el guion es la biografía de un boxeador, necesitaremos que aparezcan otros boxeadores, entrenadores, y gente que haga “sentir” al espectador que “está” en el mundo del boxeo; si el relato ocurre en la Prehistoria, serán precisos personajes característicos de esa época que con su comportamiento, sus quehaceres o su forma de entender la vida le den un “clima” prehistórico a la película.

Como guionista, debes ser muy estricto en esto si quieres que tu guion sea el mejor guion posible: Nunca debes olvidar que un personaje puede realizar varias de estas funciones dramáticas básicas, pero si no lleva a cabo ninguna, es un personaje inútil y por la tanto hay que eliminarlo.

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El Viaje del Héroe: el modelo narrativo más utilizado de la historia

El modelo narrativo llamado “La Forja del Héroe” o “El Viaje del Héroe” es el más utilizado de la historia:

Podemos encontrarlo en los mitos y leyendas de todas las culturas, en los cuentos tradicionales que han llegado hasta nosotros por transmisión oral de generación en generación, Cervantes lo utilizó en El Quijote (aunque seguramente no sabía que lo estaba haciendo) y se encuentra en los guiones de muchas películas como la saga Star Wars, El Señor de los Anillos, Gangs of New York, Kill Bill y todas, o casi todas, las de la Disney.

Los arquetipos en el viaje del héroe

Aunque “El Viaje del Héroe” tiene variantes infinitas, su estructura básica es siempre la misma y se basa en la utilización de arquetipos.

El psiquiatra y psicólogo suizo Carl Gustav Jung fue el primero en observar que ciertas figuras que aparecen en nuestros sueños son iguales a personajes míticos de todas las culturas.

Jung llegó a la conclusión de que cada uno de estos arquetipos refleja un aspecto de la mente humana, es una parte de nuestra personalidad y forma parte del inconsciente colectivo. Por eso existen una serie de personajes y situaciones recurrentes en los mitos, leyendas y cuentos tradicionales: el protagonista que desea conseguir algo, el anciano sabio que le dota de poderes mágicos o lo adiestra en determinadas habilidades, el malvado villano, la madre buena, la madrastra mala…

El especialista en mitología y religión Joseph Campbell aplicó las teorías de Jung a sus estudios sobre las mitologías de los grupos culturales más diversos: polinesios, griegos, africanos, etc. Llegando a la conclusión de que estos sistemas simbólicos son creaciones naturales de la mente humana y por eso son comunes en culturas tan diferentes. Profundizó sobre ello en su libro «El héroe de las mil caras (psicoanálisis de mito)».

Más tarde, Christopher Vogler, basándose en el trabajo de Jung y Campbell, publicó «El viaje del escritor», obra que él mismo define como «un manual accesible y práctico de escritura». En «El viaje del escritor», Vogler sintetiza en doce etapas la forja o viaje del héroe .

Etapas del viaje del héroe

La Forja del Héroe implica siempre un viaje, por eso se le llama también El Viaje del Héroe, pero este viaje no tiene por qué ser siempre físico, puede ser un itinerario interior.

Este viaje se divide en diferentes etapas y las siguientes doce son las utilizadas habitualmente ( aunque no es imprescindible usarlas todas en una novela o película ni hay por qué ceñirse sólo a ellas):

  1. El mundo ordinario, la normalidad del héroe.
  2. La llamada de la aventura.
  3. El rechazo de la llamada.
  4. El encuentro con el mentor.
  5. El cruce del primer umbral.
  6. Las pruebas, los aliados, los enemigos.
  7. La aproximación a la caverna más profunda.
  8. La odisea o calvario.
  9. La recompensa.
  10. El camino de regreso.
  11. La resurrección.
  12. El retorno con el elixir.

La necesidad inconsciente de recuperar la magia

Según Campbell, la desorientación y perturbación de la sociedad occidental contemporánea podría deberse al descrédito y racionalización en que han caído las mitologías y arquetipos tradicionales que, al ser sometidos a una antinatural racionalización, han vuelto a su lugar de origen: el inconsciente.

Quizá el creciente interés por antiguas supersticiones y la vuelta a distintas tradiciones paganas por parte de mucha gente hoy en día, se deba a la necesidad inconsciente de recuperar la magia y lo sobrenatural en un mundo cada vez más oprimido por la dictadura del materialismo.

Es posible también que el entusiasmo de los jóvenes de las últimas décadas por el género fantástico, se deba a la necesidad de llenar el hueco que ha dejado en su formación la escasa presencia de literatura clásica en la enseñanza y la sustitución de los cuentos tradicionales por otros supuestamente más “educativos”.

Si tienes un guion escrito y necesita una revisión, solicita un análisis de guion que te ayude a mejorarlo.

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Si quieres escribir un buen diálogo, haz que tus personajes mientan de vez en cuando

Dos de los fallos más habituales que suelen cometer los guionistas principiantes a la hora de escribir diálogos son:

  1. Sus personajes dicen todo lo que se les pasa por la cabeza.
  2. Son absolutamente sinceros cuando hablan.

Si queremos que nuestros personajes sean creíbles debemos hacerles hablar como personas reales. Y los seres humanos no decimos nunca todo lo que se nos pasa por la cabeza, ni siempre decimos la verdad.

Los personajes pueden y deben mentir

Los personajes de tu guion pueden y deben mentir porque:

  • Así la película se vuelve imprevisible y más interesante.
  • Conseguimos sorprender al espectador cuando le descubrimos que la verdad no es la que él creía.
  • Cuando el espectador sabe que no puede confiar en la sinceridad del personaje, éste se vuelve más ambiguo y, por lo tanto, más interesante.

Diferentes formas de mentir:

Existen diferentes formas de faltar a la verdad y  todas pueden ser efectivas dramáticamente si las utilizamos a la hora de escribir nuestros diálogos:

1. Mentir directamente

Esta forma de mentir no tiene mucho misterio, se trata de decir que lo blanco es negro, que hoy has ido al gimnasio cuando no lo has hecho…

Es la manera en que le mienten al detective Jake Gittes (Jack Nicholson) en “Chinatown”, al principio, cuando una cliente dice ser la Sra. Mulwray y le encarga que siga a su marido para averiguar si le está siendo infiel.

Más tarde Gittes y nosotros los espectadores descubriremos que esa mujer no es la Sra. Mulwray ni pretende averiguar si él está teniendo una aventura con una jovencita.

2. Mentir por omisión

También en “Chinatowwn” se miente por omisión. Lo hace el personaje de Faye Dunaway (Evelyn Mulwray) en la escena en que ella y Gittes están sentados en el bar:

Gittes ha averiguado que todos le engañan y manipulan. Está enfadado y ha sacado sus propias conclusiones de por qué le mienten y sobre lo que en realidad sucede y así se lo hace saber a Evelyn.

Nosotros como espectadores estamos de acuerdo con Gittes porque sus razonamientos nos parecen lógicos. Pero Gittes (como nosotros) no tiene todos los datos y se equivoca al interpretar los hechos.

Evelyn sí que sabe la verdad pero calla. Con su silencio, ella hace que Gittes y nosotros pensemos que él está en lo cierto. Evelyn ha mentido por omisión.

5. Inducir al personaje que escucha a llegar a conclusiones erróneas

Es lo que hace el villano de “Sospechosos habituales”: Se aprovecha del error que ha cometido la policía respecto a la identidad de uno de los personajes al principio de la película y alimenta esa conclusión errónea de los agentes y los espectadores durante casi todo el film.

4. Mentirse a sí mismo

Cuando el personaje (como las personas reales hacemos a menudo) se engaña a sí mismo porque no quiere reconocer una realidad que le hace sentirse mal.

Es lo que sucede en “Los Puentes de Madison” (“The Bridges of Madison County”) cuando Francesca (Meryl Streep) le dice a Robert (Clint Eastwood) que no va a marcharse con él.

Las excusas que Francesca da no tienen ningún sentido, las va ideando a medida que habla porque no quiere reconocer la verdad:

La única razón por la que no se irá con Robert es que le da miedo el salto al vacío que eso supone. Su vida es aburrida y a ella le atrae la aventura y el riesgo, pero su rutinaria vida es segura y Francesca no tiene el valor suficiente para llevar a cabo un cambio tan rotundo.

5. No distinguir entre realidad e irrealidad

No se puede decir que no diferenciar lo que es real de lo que no lo es sea exactamente mentir, pero se le parece bastante.

Es lo que le sucede a Norman Bates (Anthony Perkins) en “Psicosis” (Psycho) cuando le dice a Marion (Janet Leigh): “Mi madre y yo vivimos aquí solos desde hace diez años”.

Es posible que Norman esté siendo sincero en ese momento pero más tarde descubriremos que Bates es un psicótico que hace mucho que no percibe la realidad.

Hacer que tus personajes mientan directamente o por omisión, que induzcan a otros personajes a sacar conclusiones erróneas, se engañen a sí mismos, falten a la verdad porque no distinguen lo real de lo irreal… es una manera de conseguir que tu guion sea más interesante y tus personajes ganen en verosimilitud y profundidad.

No lo olvides: Si quieres escribir un buen diálogo, haz que tus personajes mientan de vez en cuando.

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Siete puntos para mejorar los diálogos de tu guion

A lo largo de los años como asesora de guionistas y analista de guion, he comprobado que los mejores guiones son aquellos escritos por escritores meticulosos que no se conforman con su primer borrador, que corrigen y reescriben una y otra vez buscando la mejor versión posible de su trabajo.

Uno de los elementos que más preocupa a estos guionistas buscadores de la perfección (o de algo que se le acerque lo más posible) son los diálogos. Releer los diálogos preguntándose cómo pueden mejorarse es una tarea que siempre obtiene su recompensa: un mejor guion.

Los siguientes son varios puntos que resulta muy útil repasar cuando se están revisando los diálogos:

1. Pregúntate si basta con la acción para contar lo que quieres decir

Como medio de contar nuestra historia en cine o televisión, la acción tiene más fuerza que la palabra porque captamos más del pensamiento y los sentimientos de los otros a través de sus expresiones, gestos y reacciones que mediante lo que dicen.

Pregúntate ante cada réplica que estés revisando si no hay una manera de contarla mediante la acción de los personajes y, si la hay, elimina esa frase y substitúyela por una acción.

2. En ocasiones, el silencio puede expresar más que las palabras

La respuesta a una pregunta no tiene por qué ser una frase, puede ser un gesto, una mirada, un silencio que muestra que no se quiere contestar a lo preguntado…

Los silencios pueden ser una parte muy activa de un diálogo, no tengas miedo de utilizarlos.

3. No intentes demostrar lo inteligente o culto que eres mediante los diálogos

Que la réplica de un personaje sea un brillante discurso sobre su ideología, su forma de ver la vida o lo mucho que sabe sobre la cría del calamar verde en los Trópicos puede ser un párrafo brillante pero innecesario para nuestra escena. Puede que te haya quedado perfecto y pruebe lo inteligente y culto que eres, pero es posible que resulte recargado, artificioso o poco verosímil.

4. Pule tus diálogos al máximo eliminando todo lo inútil

” Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Lo dijo Baltasar Gracián en el siglo XVII. Era verdad entonces y lo sigue siendo ahora: cuanto más conciso sea un diálogo, cuantas menos frases inútiles tenga, mejor y más efectivo será.

Pule tus diálogos frase por frase, palabra por palabra, hasta asegurarte de que no hay nada inútil que les reste agilidad y dinamismo.

5. Utiliza el subtexto

Los personajes no tienen por qué decir (ni deben hacerlo) siempre todo lo que se les pasa por la cabeza. Tampoco lo hacemos las personas reales cuando hablamos con alguien.

Muchas veces, la verosimilitud y la profundidad de una frase está en que intuimos que el personaje no está siendo sincero o no está diciendo toda la verdad, se engaña a sí mismo, oculta algo, piensa lo contrario de lo que está diciendo…

Trabaja el subtexto, construye frases cuyo significado vaya más allá de lo que el diálogo dice literalmente.

6. Evita, dentro de lo posible, artimañas explicativas demasiado obvias

Llamo artimañas explicativas a recursos tan evidentes como el personaje leyendo en voz alta un texto (una carta, un mensaje de una red social, un texto de la pantalla de su ordenador, etc), utilizando la voz en off o escuchando una noticia en la radio o tv.

A veces, estos pueden ser buenos recursos y es apropiado hacer uso de ellos pero no te pases, utilízalos con cuentagotas y sólo cuando no puedas dar la información de otra manera.

7. No des más información de la necesaria para que el espectador comprenda la trama o se implique emocionalmente en la historia que se le está contando

Todo lo que no sirva para que el espectador entienda la narración o para activar en él algún tipo de sentimiento o emoción que le haga sentir suspense, miedo, alegría, diversión, empatía por el personaje o cualquier otro elemento que le haga implicarse en la historia, conseguirá todo lo contrario a lo que deseas: hará que se sienta confuso o se aburra.

Estos puntos no son los únicos a tener en cuenta a la hora de escribir o revisar un diálogo, pero es muy útil tenerlos en cuenta de cara a que tu guion sea el mejor guion posible.

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El guionista es prisionero de sus propias reglas

Cuando el guionista escribe el primer acto de su guion presenta a los personajes, sienta las bases de las relaciones entre ellos, muestra el universo particular en el que va a suceder la historia, da la información necesaria para que el espectador pueda entender lo que se le va a contar y procura despertar el interés de la audiencia.

Además, en el primer acto, el guionista marca las reglas internas por las que se rige el mundo ficticio que está creando. Este universo imaginario no necesariamente debe funcionar del modo en que lo hace la vida real. En la ficción todo está permitido, todo puede ser creíble pero debe ser coherente. Podemos crear nuestro propio mundo completamente ajeno a la vida real pero es imprescindible que tenga su propia lógica.

Una de las preguntas mas frecuentes que me plantean los guionistas a los que asesoro es: “¿Resulta esto creíble?”. Cuando dicen “esto” se refieren a un personaje, una escena o una situación de su guion. Mi respuesta es siempre la misma: “En un guion todo puede ser creíble si sigues una lógica interna y cumples tus propias reglas”. Esas reglas las crea el guionista en el primer acto y, a partir de ahí, pasa a ser su prisionero.

Cuando el espectador se sienta a ver una película y desea disfrutar de ella, lo primero que hace es suspender su incredulidad. Es decir, durante el tiempo que dure la historia el espectador juega a creer cosas que está convencido de que no existen en la vida real: zombis, vampiros, monstruos, etc. Sin la suspensión de la incredulidad es imposible disfrutar de determinadas narraciones y, por ello, todos la ponemos en práctica cuando queremos deleitarnos con ellas.

Ahora bien, todo tiene sus límites: Si has empezado tu guion mostrando el mundo frenético y cargado de adrenalina de un bróker de bolsa como, por ejemplo, el protagonista de Wall Street Wolf (El lobo de Wall Street), un universo totalmente realista y materialista, y en mitad de la película aparecen unos extraterrestres que pretenden vengarse del protagonista porque les ha hecho perder mucho dinero en sus inversiones en la bolsa, va a ser difícil que el espectador no se ría a carcajadas y pierda todo interés por tu película. O si, en el tercer acto de The Wall Sreet Wolf, el personaje que encarna Leonardo Di Caprio tuviera una visión mística que, súbitamente, le transformara interiormente y le hiciera acabar de monje budista en el Tíbet, la gente saldría del cine diciendo que la película es una completa estupidez.

¿Por qué pasa esto? Porque durante el primer acto de tu historia has mostrado al espectador un universo que funciona con determinadas reglas: las del mundo de los brokers y las grandes inversiones. Un ambiente pragmático, materialista, en el que no hay lugar para la fantasía o la espiritualidad y estás obligado a respetar las reglas que tú mismo has creado.

¿Significa esto que no puedes mezclar en un guion inversores de bolsa con extraterrestres, que no es posible crear un trader vampiro o contar la evolución interior de un personaje pragmático y materialista que acaba convirtiéndose en un asceta? Por supuesto que no: Se puede crear cualquier historia y mezclar en ella los elementos más inverosímiles y opuestos posibles siempre que hayas sentado las bases para ello al principio del guion.

Si en el primer acto has presentado al espectador un mundo materialista y frenético pero con ciertos atisbos de fantasía (quizá a nuestro bróker se le aparezca determinado personaje un tanto bizarro, o el propio protagonista tenga comportamientos que nos pueden parecer excéntricos o ilógicos) nos sorprenderá pero nos parecerá creíble que, más adelante, se nos cuente que ese personaje un tanto bizarro es un extraterrestre.

O si en el inicio has mostrado que este bróker, además de ser codicioso y superficial, está insatisfecho con el tipo de vida que lleva, que siente la necesidad de transcendencia o que tiene un sentimiento de vacío que intenta llenar, sin éxito, con una cotidianeidad de dinero, sexo y drogas, sí que nos resultará creíble que se involucre en un viaje interior que acabe llevándole a ser un asceta budista en el Tíbet.

Cuando trabajes el primer acto de tu guion, sé muy consciente de esto: puedes inventar cualquier cosa que desees, hacer creíbles los personajes y hechos más inverosímiles pero, para ello, debes cumplir tus propias reglas y ser consciente de que eres prisionero de ellas.

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Si tienes una idea y quieres convertirla en guion con la ayuda de alguien que te dé una visión desde fuera, puedes pedir un análisis de proyecto o una tutoría con seguimiento personalizado hasta que termines tu guion.

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Existen tres clases de guionista ¿Cuál de ellos eres tú?

Desde el punto de vista de cómo surge la primera idea de lo que acabará siendo una película, existen tres clases de guionista: el que comienza por los personajes, el que lo hace por la trama y el que empieza por el tema.

1. El guionista que comienza por los personajes:

La imaginación de este guionista se dispara cada vez que ve a alguien o piensa en algún conocido que tiene determinado rasgo peculiar o que llama su atención: su forma de ver la vida, una manera insólita de reaccionar ante determinada situación, el lenguaje que utiliza, una frase que dice en determinado momento, una anécdota que le ha sucedido, etc.

También puede ser que lo que llame la atención del guionista sea algún rasgo físico de esta persona o su forma de vestir, caminar, gesticular…

Los hermanos Coen contaban en una entrevista que la idea para escribir “The Man Who Wasn’t There” (en España “El hombre que nunca estuvo allí” y en Hispanoamérica “El hombre que nunca estuvo”) surgió cuando miraban una foto antigua de fin de curso de un grupo de niños. Les divirtió los cortes de pelo que los chicos llevaban y empezaron a hacer chistes sobre ellos, bromearon sobre la clase de persona que debería de ser el barbero que les había hecho tal faena a los niños y… así surgió el personaje protagonista de la película.

Este tipo de guionista suele ser bueno con los personajes, evidentemente, y también con los diálogos. Es habitual que muchas réplicas de sus personajes se le ocurran cuando está planificando su historia o escribiendo la escaleta.

2. El guionista que empieza por la trama:

Es aquel que se dice a sí mismo: “me gustaría escribir la historia de una banda de ladrones que asaltan un tren”, o “sería genial una película sobre la llegada del hombre a la luna”, o “voy a hacer un guion sobre un grupo de amigos aislado en la montaña y acosados por un asesino loco”.

A partir de aquí, traza una estructura básica de los puntos esenciales de su historia y piensa en el tipo de personajes que necesita para contarla.

A este tipo de guionista se le suelen dar bien los guiones de género: terror, acción, cine de temática criminal, etc.

3. El guionista que parte del tema:

Como seguramente ya sabrás, el tema es esa frase que define la esencia de tu guion o la idea básica sobre la que quieres reflexionar. Unas veces será algo muy evidente para el espectador (por ejemplo, en algunas películas con ideología política o filosófica muy marcada) otras veces será algo más sutil y que el público no apreciará a simple vista.

Las siguientes frases podrían ser el tema:

“El abismo intergeneracional se puede solucionar con diálogo”, “todo hombre tiene un precio aunque no siempre es el dinero”, “los grandes amores son siempre efímeros”, “el amor todo lo puede”, etc.

La frase sobre la que se construye una historia no siempre tiene por qué ser tan “filosófica”, no tiene por qué ser una idea que deseas transmitir como guionista. Decía Robert Towne, autor del guion de “Chinatown”, la célebre película dirigida por Roman Polanski, que la inspiración le surgió una mañana cuando estaba leyendo el periódico y vio un titular que decía: “O llevamos Los Ángeles al agua, o llevamos el agua a los Ángeles”. El artículo trataba sobre el problema de sequía de la ciudad de Los Ángeles y quien haya visto “Chinatown” sabrá que la película es un revival de cine negro en el que el detective protagonista investiga un enrevesado caso que se va volviendo cada vez más peligroso a medida que transcurre la trama.

Alguien podría decir que existe un cuarto tipo de guionista: el que empieza la historia porque se la ha encargado un productor. Es cierto que esa posibilidad existe pero, incluso cuando se está trabajando en un encargo, cada guionista estará inclinado a empezar por los personajes, la trama o el tema según sea su personalidad creativa.

 ¿Y tú?, a la hora de escribir un guion, ¿cuál es tu punto de partida? ¿de dónde surge tu primera idea?

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El Melodrama: Entre los sentimientos y el sentimentalismo

Según el Diccionario de la Lengua Española de la R.A.E. melodrama es una “obra teatral, literaria, cinematográfica o radiofónica en la que se acentúan los aspectos patéticos y sentimentales”. También según la R.A.E., patético es aquello “que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía”.

Son melodramas la mayoría de las telenovelas, muchas historias de amor, gran parte de las comedias románticas, y esas películas que podríamos etiquetar como “muy bonitas, muy humanas y con muchos sentimientos”.

Características del melodrama

No todas las historias románticas, de amor. de relaciones familiares o con protagonistas que sufren mucho son melodramas como no lo son todas las películas que pertenecen al género «drama personal». El melodrama tiene unas características propias.

Estas son las principales:

1. Sentimentalismo sin sentimientos auténticos

La característica básica del melodrama es la utilización de lo sentimental, su exageración y enfatización hasta cruzar la frontera entre los sentimientos auténticos y el sentimentalismo, entre las emociones verdaderas y la simulación de estas. El melodrama no utiliza sentimientos reales sino su simulación y exageración hasta llegar al sentimentalismo.

2. Utilización de estereotipos

En este género los personajes no son individuos únicos e irrepetibles (como lo somos los seres humanos y como lo son los personajes de las grandes obras de la literatura o el cine) sino estereotipos: La madre coraje, la mujer maltratada, el niño indefenso, el enfermo, el villano brutal, el desvalido, el humillado, etc.

Los personajes del melodrama carecen de la profundidad y elaboración que tendrían en otros géneros porque es necesario que el público se proyecte en ellos, les ponga su propia identidad o la de alguien que conoce. Si los personajes fueran muy elaborados y, por lo tanto, individualizados, el espectador sentiría compasión o simpatía por ellos, sí, pero no viviría la narración como si le estuviese pasando a él y no se conmovería tanto.

3. Situaciones genéricas

También las situaciones que se plantean en el melodrama son genéricas: Conflicto entre clases sociales extremas (muy altas y muy bajas), enfrentamiento entre un personaje muy muy bueno y otro muy muy malvado, cambio brusco de condición social (¿quién no ha soñado alguna vez con que le toque la lotería?), sacrificio extremo de un personaje que renuncia a su bienestar, su felicidad e incluso su vida por amor a su pareja, su hijo, su país o el bien de su comunidad…

¿Por qué es preciso que para que un melodrama cumpla con su objetivo de conmover al espectador, emocionarlo y hacerle soltar alguna lagrimita se utilicen situaciones genéricas y poco desarrolladas? Porque así el público rellenará los huecos de la historia con sus vivencias personales y pondrá sus propios sentimientos en lo que se le está contando.

Lo que conmueve al espectador de un melodrama no es lo que le ocurre a la protagonista de turno sino lo que siente que le pasa, le ha pasado o podría pasarle a él si estuviera en la situación del personaje.

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Ejemplos de one pager

Su nombre original es «one pager» pero en español algunos lo han bautizado como «one page» porque consiste en una sola página.

El «one pager» o la «one page» es la carta de presentación de un guion y, a menudo, es la única oportunidad que te darán (productores, televisiones, posibles inversores…) para que cuentes algo de tu proyecto. Dependerá se si les gusta o no que se planteen la posibilidad de seguir leyendo.

Te presento dos ejemplos para que te sirvan de inspiración pero puedes diseñar tu propio one pager adaptándolo a tu personalidad y a la estética de la trama de tu guion.

Ejemplo 1:

Ejemplo 2:

Como puedes ver, no es nada complicado.

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