Un guion es tan bueno como lo es su villano

Aunque, como espectadores, nos identificamos con los protagonistas de las películas y series de televisión que nos gustan, lo cierto es que muchas veces son los villanos, los antagonistas, las auténticas estrellas de las historias de más éxito:

¿Crees que las aventuras de Batman tendrían tantos seguidores si no existiera el Joker?

Han transcurrido más de cien años desde que Bram Stoker escribiera “Drácula” y casi se nos olvida que el célebre vampiro no era el protagonista sino el antagonista de la novela y de casi todas las películas que se han producido sobre él desde entonces.

El impacto que causó la película “El Silencio de los Corderos” se basa en un magnífico villano que ni era protagonista ni antagonista, sino un personaje catalizador que ayudaba a mantener la historia en movimiento y daba información necesaria para que avanzase la acción. Sí, me refiero al inolvidable Hannibal Lecter interpretado por Anthony Hopkins y que eclipsó a la protagonista, Clarice Starling, y al antagonista, el asesino apodado Buffalo Bill.

A la hora de escribir un guion hay que dedicarle tanto o más tiempo y atención al villano que al protagonista, aunque suele ser más divertido crear y desarrollar al malvado que al “chico de la película”. ¿Por qué? Muy sencillo: Mientras el protagonista debe seguir unas normas éticas o morales, el antagonista puede hacer cualquier cosa que desee para conseguir su objetivo y, por lo tanto, el guionista puede ser mucho más creativo con su villano que con su héroe.

Muchas veces el antagonista del guion es todo lo opuesto al protagonista. También puede ser una versión oscura y desequilibrada de la personalidad del héroe.

Si quieres crear un villano inolvidable debes tener en cuenta que no basta con imaginar a alguien muy malvado, además debes individualizarlo, hacerlo único, darle alguna característica que lo humanice y lo aleje del cliché.

Debes tener presente que el villano no se ve a sí mismo como tal, de la misma manera que ninguna persona real -no importa lo malvada que sea- se considera a sí misma una mala persona. Seguramente, Hitler y Stalin tenían una idea más positiva de sí mismos que la que tenemos nosotros.

En el fondo, los villanos representan nuestros temores, nuestros deseos más profundos y oscuros, lo que nos da miedo de nuestro propio interior, de nuestros instintos más primarios…

Se dice que un guion es tan bueno como lo es su villano.

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Seis cosas que necesitas hacer cuando has acabado el primer borrador de tu guion

Al fin, tras meses de trabajo, has logrado escribir la palabra “fin” en tu guion. Te sientes feliz porque has conseguido un logro que para ti es muy importante. Enhorabuena, pero… ¿De verdad piensas que has terminado? No: todavía tienes que hacer unas cuantas cosas si quieres que tu guion sea el mejor guion posible:

1. Olvidarte de él durante una temporada

Puede (es casi seguro) que no estés contento con esa primera versión de tu película, sabes que tiene todavía fallos que subsanar, personajes que mejorar, escenas que no acaban de satisfacerte… pero si empiezas a corregir nada más acabar este primer borrador no vas a tener una visión clara de lo que funciona en él y lo que no.

Escribir un largometraje es un trabajo de meses, implica que has pasado mucho tiempo absorto en tu historia y has perdido la visión de conjunto sobre la misma. Empezar a corregirlo ahora es como si intentases juzgar una pintura con la nariz a pocos centímetros de ella: percibes colores, fragmentos de formas, luces, sombras… pero no ves el cuadro entero. Para tener una imagen completa de la pintura necesitas alejarte unos metros de ella. Hasta que no la observes desde la distancia no tendrás una visión entera.

Lo mismo ocurre con el guion de un largometraje: hasta que no te alejas de él durante un tiempo no eres capaz de juzgarlo en su conjunto.

¿Significa eso que debes pasar varias semanas sin hacer nada? No. Puedes dedicarte a escribir otra cosa, a corregir otro borrador que hayas dejado de lado, a leer, a ver películas que tengan algo en común con tu guion o a, simplemente, descansar.

2. Leer tu guion

Una vez ha pasado un tiempo prudencial (pueden ser unas semanas o varios meses, cada guionista tiene sus propias necesidades), volverás a tu guion con una mirada fresca sobre tu historia.

Descubrirás que escenas que creías que eran flojas ahora te parecen correctas, que diálogos que te gustaban ahora te parecen poco creíbles, que determinado giro de la acción que te encantaba ahora te parece demasiado trillado y evidente. Es la hora de que pases al tercer punto:

3. Reescribir

Es el momento de reescribir tu obra para lograr un segundo borrador que supere al primero porque ahora conoces mucho mejor a tus personajes, le has dado varias vueltas a la trama, te has asegurado de que la estructura sea correcta, etc.

4. Pedir la opinión de personas de tu confianza

Es el momento de dejar leer tu guion a gente en la que confíes. Me refiero a confianza “técnica”, no personal. Seguro que te fías mucho de tu novia, novio, primo, madre o mejor amigo, pero si ellos no son guionistas sus opiniones van a estar motivadas por el tipo de películas que les gustan, por sus gustos personales y por muchos clichés.

No es que su opinión no sea interesante, al contrario, te puede dar una idea de las reacciones de los posibles espectadores, te hará ver qué partes de la historia están bien explicadas y qué otras hay que reescribir para asegurarte de que el espectador recibe el mensaje que has querido transmitir, pero también necesitas la opinión de gente que te argumente lo que dice con razones técnicas y razonadas acerca de lo que funciona, o no, dentro de tu guion.

Debes recurrir a amigos guionistas, a compañeros de la escuela de cine (en el caso de que seas o hayas sido alumno de una de ellas) o contratar los servicios de un analista de guion. Necesitas el punto de vista de gente que no juzgue tu escrito basándose en sus gustos personales sino que sepa decirte si la estructura es correcta o no, si los personajes cumplen su función dramática o son mejorables, si has dado la información necesaria para que se entienda la historia sin que esta sea previsible, si el universo de tu historia es creíble, etc.

5. Volver a escribir

Una vez consultadas estas personas “fiables”, estás en condiciones de reescribir tu guion hasta conseguir que sea el mejor guion posible.

6. ¿Quién sabe?

Este “quién sabe” significa que un guion nunca está terminado del todo, que siempre hay algo mejorable en él y que cada vez que lo releas acabarás, inevitablemente, cambiando algo, aunque sea una frase por aquí, un fragmento de escena por allá… Sin contar con que, si tienes la fortuna de que tu guion se ruede, siempre habrá que hacer cambios por motivos de producción.

Hace poco, un cliente (y amigo) me preguntaba: “¿Cuándo sabes que un guion está terminado?” Y yo le contesté: “Nunca”. Porque un guion siempre es mejorable.

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Cinco puntos que debes tener en cuenta sobre el protagonista de tu guion

Todas las historias tienen un protagonista porque mediante él y sus acciones el autor conduce al espectador/lector/oyente desde el inicio de la narración hasta su desenlace. Ésta es una de las funciones dramáticas del personaje protagonista.

Incluso en las películas corales, donde son varios los personajes principales, existe uno que tiene (aunque sea ligeramente) más protagonismo que los demás.

Podríamos hablar mucho sobre el personaje protagonista pero en esta ocasión me voy a centrar en cinco puntos básicos:

1. Tu protagonista debe ser activo.

Cuando escribes un guion estás contando una historia mediante los personajes y sus acciones.

Para mantener la historia en movimiento y hacer que avance desde el principio hasta el final vas a necesitar que tu personaje actúe, se mueva, reaccione ante las situaciones en las que le colocas, tome decisiones que provoquen consecuencias, interactúe con otros personajes… y eso no lo vas a conseguir con un personaje pasivo.

2. Tu protagonista debe tener un objetivo claro.

No basta con que tu protagonista sea activo; si se pasa toda la película moviéndose de aquí para allá sin que sepamos por qué lo hace, el público se va a aburrir.

Es preciso que le digas cuanto antes al espectador cuál es el objetivo de tu protagonista para que se implique en la película deseando que el personaje obtenga lo que quiere, dudando unas veces de que lo alcance y preguntándose otras cómo lo va a conseguir.

En muchas películas el protagonista tiene dos objetivos claros: uno relacionado con la trama principal (vencer al antagonista o algo similar) y otro respecto a la trama amorosa secundaria (conseguir a la chica o al chico).

3. Tu protagonista no puede avanzar hacia su objetivo tranquilamente.

No basta con que le des un objetivo a tu protagonista para que tu guion sea interesante.

Si el objetivo del personaje es conquistar a la chica que acaban de presentarle y en la primera cita romántica que tienen le propone matrimonio y ella acepta… bueno, puede que lo suyo sea amor a primera vista, un flechazo, muy bonito y tal pero… nadie quiere pasarse dos horas de su vida viendo eso.

Si el objetivo principal del personaje es salvar el planeta de los malvados alienígenas que acaban de invadirla y lo consigue en la página diez de tu guion, la primera vez que se enfrenta a ellos… te acabas de quedar sin película.

Recuerda que sin conflicto no hay drama: El protagonista debe tener claro su objetivo pero antes debe luchar y superar obstáculos para que tu guion sea atractivo para el público. Debes idear dificultades que mantengan al personaje y a la trama en movimiento continuo.

4. ¿Qué acciones llevará a cabo tu protagonista para conseguir su objetivo?

A la vez que planificas los obstáculos que le pones al personaje para hacer más interesante la trama, debes proyectar qué es lo que hará él para superarlos y conseguir su objetivo.

No lo dejes a la inspiración del momento. Prepara las acciones de tu protagonista cuando hagas la escaleta previa a la escritura del guion y ten en cuenta que tu personaje debe llevar a cabo actos que estén de acuerdo con su personalidad: no se enfrentarán de la misma manera a un psicópata una diseñadora de moda que un veterano de la Guerra del Golfo, ni hará lo mismo para vengar la muerte de su hija un médico que un narcotraficante. Sí, ya sé que he puesto ejemplos muy extremos, pero ya me entiendes…

5. ¿Cómo va a evolucionar tu protagonista a lo largo del guion?

Como ya sabes, es lo que se llama el arco del personaje. Se supone que la historia que estás contando es importante para tu protagonista, y los personajes (como las personas reales cuando les ocurre algo que les impacta) evolucionan, cambian su forma de ver la vida, aprenden algo, etc.

Tienes que prever esto desde que empiezas a planificar tu guion:

– ¿Aprenderá algo tu protagonista mientras vive su historia? ¿Qué?

– ¿Cambiará su forma de comportarse ante determinados hechos? ¿De qué manera?

– Para conseguir su objetivo ¿deberá superar algún miedo, alguna carencia? ¿Cómo?

Aunque es posible, en el caso de los protagonistas seriales, que el personaje no evolucione.

Es lo que sucede, por ejemplo, con Indiana Jones: El espectador que ve sus películas lo hace porque le gusta el personaje. Si Indiana Jones cambiara en todas y cada una de sus aventuras, el público podría acabar distanciándose de él y perdiendo el interés por sus peripecias. En casos como este, son los personajes secundarios los que suelen evolucionar.

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Si quieres escribir un buen diálogo, haz que tus personajes mientan de vez en cuando

Dos de los fallos más habituales que suelen cometer los guionistas principiantes a la hora de escribir diálogos son:

  1. Sus personajes dicen todo lo que se les pasa por la cabeza.
  2. Son absolutamente sinceros cuando hablan.

Si queremos que nuestros personajes sean creíbles debemos hacerles hablar como personas reales. Y los seres humanos no decimos nunca todo lo que se nos pasa por la cabeza, ni siempre decimos la verdad.

Los personajes pueden y deben mentir

Los personajes de tu guion pueden y deben mentir porque:

  • Así la película se vuelve imprevisible y más interesante.
  • Conseguimos sorprender al espectador cuando le descubrimos que la verdad no es la que él creía.
  • Cuando el espectador sabe que no puede confiar en la sinceridad del personaje, éste se vuelve más ambiguo y, por lo tanto, más interesante.

Diferentes formas de mentir:

Existen diferentes formas de faltar a la verdad y  todas pueden ser efectivas dramáticamente si las utilizamos a la hora de escribir nuestros diálogos:

1. Mentir directamente

Esta forma de mentir no tiene mucho misterio, se trata de decir que lo blanco es negro, que hoy has ido al gimnasio cuando no lo has hecho…

Es la manera en que le mienten al detective Jake Gittes (Jack Nicholson) en “Chinatown”, al principio, cuando una cliente dice ser la Sra. Mulwray y le encarga que siga a su marido para averiguar si le está siendo infiel.

Más tarde Gittes y nosotros los espectadores descubriremos que esa mujer no es la Sra. Mulwray ni pretende averiguar si él está teniendo una aventura con una jovencita.

2. Mentir por omisión

También en “Chinatowwn” se miente por omisión. Lo hace el personaje de Faye Dunaway (Evelyn Mulwray) en la escena en que ella y Gittes están sentados en el bar:

Gittes ha averiguado que todos le engañan y manipulan. Está enfadado y ha sacado sus propias conclusiones de por qué le mienten y sobre lo que en realidad sucede y así se lo hace saber a Evelyn.

Nosotros como espectadores estamos de acuerdo con Gittes porque sus razonamientos nos parecen lógicos. Pero Gittes (como nosotros) no tiene todos los datos y se equivoca al interpretar los hechos.

Evelyn sí que sabe la verdad pero calla. Con su silencio, ella hace que Gittes y nosotros pensemos que él está en lo cierto. Evelyn ha mentido por omisión.

5. Inducir al personaje que escucha a llegar a conclusiones erróneas

Es lo que hace el villano de “Sospechosos habituales”: Se aprovecha del error que ha cometido la policía respecto a la identidad de uno de los personajes al principio de la película y alimenta esa conclusión errónea de los agentes y los espectadores durante casi todo el film.

4. Mentirse a sí mismo

Cuando el personaje (como las personas reales hacemos a menudo) se engaña a sí mismo porque no quiere reconocer una realidad que le hace sentirse mal.

Es lo que sucede en “Los Puentes de Madison” (“The Bridges of Madison County”) cuando Francesca (Meryl Streep) le dice a Robert (Clint Eastwood) que no va a marcharse con él.

Las excusas que Francesca da no tienen ningún sentido, las va ideando a medida que habla porque no quiere reconocer la verdad:

La única razón por la que no se irá con Robert es que le da miedo el salto al vacío que eso supone. Su vida es aburrida y a ella le atrae la aventura y el riesgo, pero su rutinaria vida es segura y Francesca no tiene el valor suficiente para llevar a cabo un cambio tan rotundo.

5. No distinguir entre realidad e irrealidad

No se puede decir que no diferenciar lo que es real de lo que no lo es sea exactamente mentir, pero se le parece bastante.

Es lo que le sucede a Norman Bates (Anthony Perkins) en “Psicosis” (Psycho) cuando le dice a Marion (Janet Leigh): “Mi madre y yo vivimos aquí solos desde hace diez años”.

Es posible que Norman esté siendo sincero en ese momento pero más tarde descubriremos que Bates es un psicótico que hace mucho que no percibe la realidad.

Hacer que tus personajes mientan directamente o por omisión, que induzcan a otros personajes a sacar conclusiones erróneas, se engañen a sí mismos, falten a la verdad porque no distinguen lo real de lo irreal… es una manera de conseguir que tu guion sea más interesante y tus personajes ganen en verosimilitud y profundidad.

No lo olvides: Si quieres escribir un buen diálogo, haz que tus personajes mientan de vez en cuando.

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Siete puntos para mejorar los diálogos de tu guion

A lo largo de los años como asesora de guionistas y analista de guion, he comprobado que los mejores guiones son aquellos escritos por escritores meticulosos que no se conforman con su primer borrador, que corrigen y reescriben una y otra vez buscando la mejor versión posible de su trabajo.

Uno de los elementos que más preocupa a estos guionistas buscadores de la perfección (o de algo que se le acerque lo más posible) son los diálogos. Releer los diálogos preguntándose cómo pueden mejorarse es una tarea que siempre obtiene su recompensa: un mejor guion.

Los siguientes son varios puntos que resulta muy útil repasar cuando se están revisando los diálogos:

1. Pregúntate si basta con la acción para contar lo que quieres decir

Como medio de contar nuestra historia en cine o televisión, la acción tiene más fuerza que la palabra porque captamos más del pensamiento y los sentimientos de los otros a través de sus expresiones, gestos y reacciones que mediante lo que dicen.

Pregúntate ante cada réplica que estés revisando si no hay una manera de contarla mediante la acción de los personajes y, si la hay, elimina esa frase y substitúyela por una acción.

2. En ocasiones, el silencio puede expresar más que las palabras

La respuesta a una pregunta no tiene por qué ser una frase, puede ser un gesto, una mirada, un silencio que muestra que no se quiere contestar a lo preguntado…

Los silencios pueden ser una parte muy activa de un diálogo, no tengas miedo de utilizarlos.

3. No intentes demostrar lo inteligente o culto que eres mediante los diálogos

Que la réplica de un personaje sea un brillante discurso sobre su ideología, su forma de ver la vida o lo mucho que sabe sobre la cría del calamar verde en los Trópicos puede ser un párrafo brillante pero innecesario para nuestra escena. Puede que te haya quedado perfecto y pruebe lo inteligente y culto que eres, pero es posible que resulte recargado, artificioso o poco verosímil.

4. Pule tus diálogos al máximo eliminando todo lo inútil

” Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Lo dijo Baltasar Gracián en el siglo XVII. Era verdad entonces y lo sigue siendo ahora: cuanto más conciso sea un diálogo, cuantas menos frases inútiles tenga, mejor y más efectivo será.

Pule tus diálogos frase por frase, palabra por palabra, hasta asegurarte de que no hay nada inútil que les reste agilidad y dinamismo.

5. Utiliza el subtexto

Los personajes no tienen por qué decir (ni deben hacerlo) siempre todo lo que se les pasa por la cabeza. Tampoco lo hacemos las personas reales cuando hablamos con alguien.

Muchas veces, la verosimilitud y la profundidad de una frase está en que intuimos que el personaje no está siendo sincero o no está diciendo toda la verdad, se engaña a sí mismo, oculta algo, piensa lo contrario de lo que está diciendo…

Trabaja el subtexto, construye frases cuyo significado vaya más allá de lo que el diálogo dice literalmente.

6. Evita, dentro de lo posible, artimañas explicativas demasiado obvias

Llamo artimañas explicativas a recursos tan evidentes como el personaje leyendo en voz alta un texto (una carta, un mensaje de una red social, un texto de la pantalla de su ordenador, etc), utilizando la voz en off o escuchando una noticia en la radio o tv.

A veces, estos pueden ser buenos recursos y es apropiado hacer uso de ellos pero no te pases, utilízalos con cuentagotas y sólo cuando no puedas dar la información de otra manera.

7. No des más información de la necesaria para que el espectador comprenda la trama o se implique emocionalmente en la historia que se le está contando

Todo lo que no sirva para que el espectador entienda la narración o para activar en él algún tipo de sentimiento o emoción que le haga sentir suspense, miedo, alegría, diversión, empatía por el personaje o cualquier otro elemento que le haga implicarse en la historia, conseguirá todo lo contrario a lo que deseas: hará que se sienta confuso o se aburra.

Estos puntos no son los únicos a tener en cuenta a la hora de escribir o revisar un diálogo, pero es muy útil tenerlos en cuenta de cara a que tu guion sea el mejor guion posible.

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El guionista es prisionero de sus propias reglas

Cuando el guionista escribe el primer acto de su guion presenta a los personajes, sienta las bases de las relaciones entre ellos, muestra el universo particular en el que va a suceder la historia, da la información necesaria para que el espectador pueda entender lo que se le va a contar y procura despertar el interés de la audiencia.

Además, en el primer acto, el guionista marca las reglas internas por las que se rige el mundo ficticio que está creando. Este universo imaginario no necesariamente debe funcionar del modo en que lo hace la vida real. En la ficción todo está permitido, todo puede ser creíble pero debe ser coherente. Podemos crear nuestro propio mundo completamente ajeno a la vida real pero es imprescindible que tenga su propia lógica.

Una de las preguntas mas frecuentes que me plantean los guionistas a los que asesoro es: “¿Resulta esto creíble?”. Cuando dicen “esto” se refieren a un personaje, una escena o una situación de su guion. Mi respuesta es siempre la misma: “En un guion todo puede ser creíble si sigues una lógica interna y cumples tus propias reglas”. Esas reglas las crea el guionista en el primer acto y, a partir de ahí, pasa a ser su prisionero.

Cuando el espectador se sienta a ver una película y desea disfrutar de ella, lo primero que hace es suspender su incredulidad. Es decir, durante el tiempo que dure la historia el espectador juega a creer cosas que está convencido de que no existen en la vida real: zombis, vampiros, monstruos, etc. Sin la suspensión de la incredulidad es imposible disfrutar de determinadas narraciones y, por ello, todos la ponemos en práctica cuando queremos deleitarnos con ellas.

Ahora bien, todo tiene sus límites: Si has empezado tu guion mostrando el mundo frenético y cargado de adrenalina de un bróker de bolsa como, por ejemplo, el protagonista de Wall Street Wolf (El lobo de Wall Street), un universo totalmente realista y materialista, y en mitad de la película aparecen unos extraterrestres que pretenden vengarse del protagonista porque les ha hecho perder mucho dinero en sus inversiones en la bolsa, va a ser difícil que el espectador no se ría a carcajadas y pierda todo interés por tu película. O si, en el tercer acto de The Wall Sreet Wolf, el personaje que encarna Leonardo Di Caprio tuviera una visión mística que, súbitamente, le transformara interiormente y le hiciera acabar de monje budista en el Tíbet, la gente saldría del cine diciendo que la película es una completa estupidez.

¿Por qué pasa esto? Porque durante el primer acto de tu historia has mostrado al espectador un universo que funciona con determinadas reglas: las del mundo de los brokers y las grandes inversiones. Un ambiente pragmático, materialista, en el que no hay lugar para la fantasía o la espiritualidad y estás obligado a respetar las reglas que tú mismo has creado.

¿Significa esto que no puedes mezclar en un guion inversores de bolsa con extraterrestres, que no es posible crear un trader vampiro o contar la evolución interior de un personaje pragmático y materialista que acaba convirtiéndose en un asceta? Por supuesto que no: Se puede crear cualquier historia y mezclar en ella los elementos más inverosímiles y opuestos posibles siempre que hayas sentado las bases para ello al principio del guion.

Si en el primer acto has presentado al espectador un mundo materialista y frenético pero con ciertos atisbos de fantasía (quizá a nuestro bróker se le aparezca determinado personaje un tanto bizarro, o el propio protagonista tenga comportamientos que nos pueden parecer excéntricos o ilógicos) nos sorprenderá pero nos parecerá creíble que, más adelante, se nos cuente que ese personaje un tanto bizarro es un extraterrestre.

O si en el inicio has mostrado que este bróker, además de ser codicioso y superficial, está insatisfecho con el tipo de vida que lleva, que siente la necesidad de transcendencia o que tiene un sentimiento de vacío que intenta llenar, sin éxito, con una cotidianeidad de dinero, sexo y drogas, sí que nos resultará creíble que se involucre en un viaje interior que acabe llevándole a ser un asceta budista en el Tíbet.

Cuando trabajes el primer acto de tu guion, sé muy consciente de esto: puedes inventar cualquier cosa que desees, hacer creíbles los personajes y hechos más inverosímiles pero, para ello, debes cumplir tus propias reglas y ser consciente de que eres prisionero de ellas.

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Existen tres clases de guionista ¿Cuál de ellos eres tú?

Desde el punto de vista de cómo surge la primera idea de lo que acabará siendo una película, existen tres clases de guionista: el que comienza por los personajes, el que lo hace por la trama y el que empieza por el tema.

1. El guionista que comienza por los personajes:

La imaginación de este guionista se dispara cada vez que ve a alguien o piensa en algún conocido que tiene determinado rasgo peculiar o que llama su atención: su forma de ver la vida, una manera insólita de reaccionar ante determinada situación, el lenguaje que utiliza, una frase que dice en determinado momento, una anécdota que le ha sucedido, etc.

También puede ser que lo que llame la atención del guionista sea algún rasgo físico de esta persona o su forma de vestir, caminar, gesticular…

Los hermanos Coen contaban en una entrevista que la idea para escribir “The Man Who Wasn’t There” (en España “El hombre que nunca estuvo allí” y en Hispanoamérica “El hombre que nunca estuvo”) surgió cuando miraban una foto antigua de fin de curso de un grupo de niños. Les divirtió los cortes de pelo que los chicos llevaban y empezaron a hacer chistes sobre ellos, bromearon sobre la clase de persona que debería de ser el barbero que les había hecho tal faena a los niños y… así surgió el personaje protagonista de la película.

Este tipo de guionista suele ser bueno con los personajes, evidentemente, y también con los diálogos. Es habitual que muchas réplicas de sus personajes se le ocurran cuando está planificando su historia o escribiendo la escaleta.

2. El guionista que empieza por la trama:

Es aquel que se dice a sí mismo: “me gustaría escribir la historia de una banda de ladrones que asaltan un tren”, o “sería genial una película sobre la llegada del hombre a la luna”, o “voy a hacer un guion sobre un grupo de amigos aislado en la montaña y acosados por un asesino loco”.

A partir de aquí, traza una estructura básica de los puntos esenciales de su historia y piensa en el tipo de personajes que necesita para contarla.

A este tipo de guionista se le suelen dar bien los guiones de género: terror, acción, cine de temática criminal, etc.

3. El guionista que parte del tema:

Como seguramente ya sabrás, el tema es esa frase que define la esencia de tu guion o la idea básica sobre la que quieres reflexionar. Unas veces será algo muy evidente para el espectador (por ejemplo, en algunas películas con ideología política o filosófica muy marcada) otras veces será algo más sutil y que el público no apreciará a simple vista.

Las siguientes frases podrían ser el tema:

“El abismo intergeneracional se puede solucionar con diálogo”, “todo hombre tiene un precio aunque no siempre es el dinero”, “los grandes amores son siempre efímeros”, “el amor todo lo puede”, etc.

La frase sobre la que se construye una historia no siempre tiene por qué ser tan “filosófica”, no tiene por qué ser una idea que deseas transmitir como guionista. Decía Robert Towne, autor del guion de “Chinatown”, la célebre película dirigida por Roman Polanski, que la inspiración le surgió una mañana cuando estaba leyendo el periódico y vio un titular que decía: “O llevamos Los Ángeles al agua, o llevamos el agua a los Ángeles”. El artículo trataba sobre el problema de sequía de la ciudad de Los Ángeles y quien haya visto “Chinatown” sabrá que la película es un revival de cine negro en el que el detective protagonista investiga un enrevesado caso que se va volviendo cada vez más peligroso a medida que transcurre la trama.

Alguien podría decir que existe un cuarto tipo de guionista: el que empieza la historia porque se la ha encargado un productor. Es cierto que esa posibilidad existe pero, incluso cuando se está trabajando en un encargo, cada guionista estará inclinado a empezar por los personajes, la trama o el tema según sea su personalidad creativa.

 ¿Y tú?, a la hora de escribir un guion, ¿cuál es tu punto de partida? ¿de dónde surge tu primera idea?

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Ejemplos de one pager

Su nombre original es «one pager» pero en español algunos lo han bautizado como «one page» porque consiste en una sola página.

El «one pager» o la «one page» es la carta de presentación de un guion y, a menudo, es la única oportunidad que te darán (productores, televisiones, posibles inversores…) para que cuentes algo de tu proyecto. Dependerá se si les gusta o no que se planteen la posibilidad de seguir leyendo.

Te presento dos ejemplos para que te sirvan de inspiración pero puedes diseñar tu propio one pager adaptándolo a tu personalidad y a la estética de la trama de tu guion.

Ejemplo 1:

Ejemplo 2:

Como puedes ver, no es nada complicado.

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Cómo crear un villano memorable

En cualquier clase de película (ya sea un drama, una comedia, una historia de acción o de cualquier otro género) el antagonista es tan importante, o más, que el protagonista.

Y lo es porque el antagonista es el personaje encargado de poner en marcha la historia y mantenerla en movimiento creando conflicto e ideando obstáculos y dificultades que impidan al protagonista alcanzar su objetivo.

Pero si escribes guiones de “bueno contra malo”, “héroe contra villano”, es todavía más necesario que cuides a tu antagonista. Porque en thrillers, películas de terror y similares, la verdadera estrella es, muy a menudo, el villano: Hannibal Lecter, Drácula, Norman Bates, Freddy Krueger…

Por lo tanto, cuando tienes un villano en tu guion, tienes que cuidarlo mucho y, para ello, debes tener en cuenta varios puntos:

1. Que sea un personaje activo

Si hemos dicho que el antagonista es el encargado de poner en marcha la historia y de mantenerla en movimiento, es evidente que tendrá que ser un personaje activo, con iniciativas propias.

El protagonista puede permitirse el lujo de ser reactivo (la mayoría de las veces lo es durante los dos primeros actos de la narración), es decir, puede limitarse a reaccionar ante las acciones del antagonista. Pero éste último necesita llevar la iniciativa, al menos, durante los dos primeros actos.

El punto de giro que nos lleva del segundo acto al tercero puede ser el momento en que el protagonista decide volverse activo obligando con ello al antagonista a ser reactivo.

2. Dale su propia trama

Podemos llamarla “contra-trama” ya que se opone a la principal liderada por el protagonista.

Trabajar bien la trama de tu villano es esencial si quieres conseguir una historia consistente, que no “haga aguas”. No hay que olvidar que es la intención del antagonista (impedir que el protagonista obtenga lo que desea) lo que hace posible la historia que se cuenta.

3. Que tenga objetivos claros

Los objetivos del malvado pueden estar ocultos para el espectador durante gran parte del guion para provocar la curiosidad y el interés, pero deben estar claros para tu antagonista y para ti porque es la única manera de que lo puedas hacer actuar con coherencia.

Que tu villano sepa qué quiere y por qué, aunque el protagonista y el espectador tarden en averiguarlo.

4. Trabaja bien su perfil psicológico para que tenga un comportamiento coherente

Que tu villano no sea un estereotipo plano, dale individualidad convirtiéndolo en un ser humano de carne y hueso (o en un monstruo con personalidad propia).

Puede que sea malvado o que sus acciones nos parezcan reprobables, pero deben tener coherencia. Los actos de Hannibal Lecter son terribles pero siempre actúa dentro de su propia lógica: se comería a su vecino sin dudarlo un momento, pero jamás acompañaría su ágape con un vino que no sea adecuado.

5. Que no sea totalmente malvado

Nadie es totalmente malvado las veinticuatro horas del día. Si quieres que tu antagonista sea creíble, dale algún rasgo que lo humanice.

Incluso si tu villano es un monstruo, ten en cuenta que monstruosidad no implica maldad, sino incapacidad de convivir con la normalidad. Drácula no bebe la sangre de sus víctimas por capricho sino que la necesita para sobrevivir, Freddy Krueger no elige matar, es su naturaleza la que le impulsa a ello.

6. Que no se considere a sí mismo malvado

Los seres humanos acostumbramos a justificar nuestros comportamientos negativos con miles de excusas porque, en el fondo, todos nos consideramos “buenas personas” aunque, muy probablemente, alguna vez habremos hecho daño a alguien de forma consciente o inconsciente. Si quieres que tu villano sea verosímil, hazlo tolerante con sus propias maldades.

7. ¿Cuáles son sus fortalezas, las que lo hacen temible para el protagonista?

Es importante que, cuando trabajes el perfil de tu antagonista, le dediques atención a todo aquello que lo convertirá en una pesadilla para el protagonista y que hará pensar al espectador que es prácticamente imposible vencerle. Eso le dará suspense y tensión a tu historia.

8. ¿Cuáles son sus debilidades?

Aunque, al inicio de la película y durante gran parte de ella, el villano parezca invencible, debe tener algún punto débil, algo que permita al protagonista acabar ganándole la partida de una forma creíble.

Recuerda que, cuanto mejor sea tu villano, más oportunidades de lucirse tendrá tu héroe.

Si tienes un guion escrito y necesita una revisión, puede que quieras un análisis de guion que te ayude a mejorarlo.

Si tienes una idea y quieres convertirla en guion con la ayuda de alguien que te dé una visión desde fuera, puedes pedir un análisis de proyecto o una asesoría personalizada.

Si quieres escribir tu primer guion y no sabes por dónde empezar, pide una tutoría de acompañamiento que te ayude desde la primera línea hasta la última versión del guion.

Escribe a info@cineseriesytecnicasdeguion.com para solicitar información y tarifas.

Cómo escribir un guion barato que tenga posibilidades de convertirse en película

Como guionista, captar el interés de una productora por tu trabajo no es sencillo.

Hay mucha competencia, puede que no conozcas a nadie influyente dentro del mundillo de los audiovisuales, quizás estás harto de enviar tus guiones  a productoras y sospechas que nadie se toma la molestia de leerlos.

Es posible que hayas decidido producirlo tú mismo con ayuda de tus amigos.

Escribe barato y tendrás más posibilidades de que tu guion llegue a ser la película que deseas.

Doce consejos para escribir un guion barato:

1-Sitúa el argumento de tu guion en la época actual.

Una historia que sucede en el siglo XV necesita un presupuesto en diseñadores, decoración, maquillaje, peluquería, investigación, localizaciones, sastrería, etc. que no precisa una película que suceda en 2018.

2-Utiliza los menos personajes posibles.

Cuantos más personajes tenga tu guion, más actores necesitarás… y eso cuesta dinero. Cuando corrijas tu guion, elimina de tu historia todos los personajes que puedas. También puedes fundir varios en uno solo, dándole a uno las acciones y diálogos de varios.

3-Nada de escenas de multitudes.

No hace falta explicarte que cuantas más personas aparezcan en una escena más cara será la película.

4-Evita las historias fantásticas que exijan crear un mundo propio y/o efectos especiales.

Este tipo de películas exigen un gran equipo de especialistas y elementos técnicos que conviertan lo imposible en posible… Y eso es caro.

5-No incluyas explosiones espectaculares, bombardeos y similares.

Este tipo de escenas, cuando están bien hechas, nos gustan a todos pero exigen expertos no sólo en explosiones sino en que éstas sucedan en el momento adecuado, consiguiendo la imagen oportuna y sin que nadie resulte herido.

El productor tendrá que gastarse mucho dinero en material, equipo humano y… polizas de seguro.

6-Que tu guion no sea demasiado largo.

Si puedes contar tu historia en 70 páginas no la alargues más. Cuanto más corto es un guion más barato resulta.

7-Utiliza pocas localizaciones.

Cuantas más localizaciones, más días de rodaje y, por lo tanto, más cara será la película.

8-No incluyas localizaciones en lugares famosos.

Si pretendes rodar en la Torre Eiffel,  Times Square o la Gran Vía madrileña te va a salir muy caro.

9-No te vuelvas loco incluyendo temas de músicos muy conocidos.

¿Es imprescindible para que funcione tu historia que utilices un tema de Bob Dylan o de U2? Seguro que los puedes cambiar por otros cuyos derechos de autor sean más asequibles.

10-Si vas a producir tu propio guion, empieza por hacer una lista de los amigos y elementos materiales que posees y escribe tu historia a partir de ahí.

Es lo que hizo Robert Rodriguez cuando se planteó su primera película, “El Mariachi”. Escribió su guion teniendo en cuenta los medios con los que contaba.

11-Escribe historias de terror.

Las historias de terror pueden ser baratas porque es posible hacerlas con un número reducido de personajes y en pocas localizaciones.

12-Escribe dramas personales.

Las historias familiares, de parejas, de conflictos entre amigos o compañeros de trabajo, etc. requieren pocas localizaciones, no tienen efectos especiales y no necesitan una gran cantidad de personajes.

Si sigues estos doce puntos (o la mayoría de ellos), tendrás más posibilidades de ver tu guion en pantalla, ya sea porque alguna productora se interese por él o porque decidas rodarlo tú mismo.

Si tienes un guion escrito y necesita una revisión, puede que quieras un análisis de guion que te ayude a mejorarlo.

Si tienes una idea y quieres convertirla en guion con la ayuda de alguien que te dé una visión desde fuera, puedes pedir un análisis de proyecto o una tutoría con seguimiento personalizado hasta que termines tu guion.

Escribe a info@cineseriesytecnicasdeguion.com para solicitar información y tarifas.