Un guion es tan bueno como lo es su villano

Aunque, como espectadores, nos identificamos con los protagonistas de las películas y series de televisión que nos gustan, lo cierto es que muchas veces son los villanos, los antagonistas, las auténticas estrellas de las historias de más éxito:

¿Crees que las aventuras de Batman tendrían tantos seguidores si no existiera el Joker?

Han transcurrido más de cien años desde que Bram Stoker escribiera “Drácula” y casi se nos olvida que el célebre vampiro no era el protagonista sino el antagonista de la novela y de casi todas las películas que se han producido sobre él desde entonces.

El impacto que causó la película “El Silencio de los Corderos” se basa en un magnífico villano que ni era protagonista ni antagonista, sino un personaje catalizador que ayudaba a mantener la historia en movimiento y daba información necesaria para que avanzase la acción. Sí, me refiero al inolvidable Hannibal Lecter interpretado por Anthony Hopkins y que eclipsó a la protagonista, Clarice Starling, y al antagonista, el asesino apodado Buffalo Bill.

A la hora de escribir un guion hay que dedicarle tanto o más tiempo y atención al villano que al protagonista, aunque suele ser más divertido crear y desarrollar al malvado que al “chico de la película”. ¿Por qué? Muy sencillo: Mientras el protagonista debe seguir unas normas éticas o morales, el antagonista puede hacer cualquier cosa que desee para conseguir su objetivo y, por lo tanto, el guionista puede ser mucho más creativo con su villano que con su héroe.

Muchas veces el antagonista del guion es todo lo opuesto al protagonista. También puede ser una versión oscura y desequilibrada de la personalidad del héroe.

Si quieres crear un villano inolvidable debes tener en cuenta que no basta con imaginar a alguien muy malvado, además debes individualizarlo, hacerlo único, darle alguna característica que lo humanice y lo aleje del cliché.

Debes tener presente que el villano no se ve a sí mismo como tal, de la misma manera que ninguna persona real -no importa lo malvada que sea- se considera a sí misma una mala persona. Seguramente, Hitler y Stalin tenían una idea más positiva de sí mismos que la que tenemos nosotros.

En el fondo, los villanos representan nuestros temores, nuestros deseos más profundos y oscuros, lo que nos da miedo de nuestro propio interior, de nuestros instintos más primarios…

Se dice que un guion es tan bueno como lo es su villano.

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Seis cosas que necesitas hacer cuando has acabado el primer borrador de tu guion

Al fin, tras meses de trabajo, has logrado escribir la palabra “fin” en tu guion. Te sientes feliz porque has conseguido un logro que para ti es muy importante. Enhorabuena, pero… ¿De verdad piensas que has terminado? No: todavía tienes que hacer unas cuantas cosas si quieres que tu guion sea el mejor guion posible:

1. Olvidarte de él durante una temporada

Puede (es casi seguro) que no estés contento con esa primera versión de tu película, sabes que tiene todavía fallos que subsanar, personajes que mejorar, escenas que no acaban de satisfacerte… pero si empiezas a corregir nada más acabar este primer borrador no vas a tener una visión clara de lo que funciona en él y lo que no.

Escribir un largometraje es un trabajo de meses, implica que has pasado mucho tiempo absorto en tu historia y has perdido la visión de conjunto sobre la misma. Empezar a corregirlo ahora es como si intentases juzgar una pintura con la nariz a pocos centímetros de ella: percibes colores, fragmentos de formas, luces, sombras… pero no ves el cuadro entero. Para tener una imagen completa de la pintura necesitas alejarte unos metros de ella. Hasta que no la observes desde la distancia no tendrás una visión entera.

Lo mismo ocurre con el guion de un largometraje: hasta que no te alejas de él durante un tiempo no eres capaz de juzgarlo en su conjunto.

¿Significa eso que debes pasar varias semanas sin hacer nada? No. Puedes dedicarte a escribir otra cosa, a corregir otro borrador que hayas dejado de lado, a leer, a ver películas que tengan algo en común con tu guion o a, simplemente, descansar.

2. Leer tu guion

Una vez ha pasado un tiempo prudencial (pueden ser unas semanas o varios meses, cada guionista tiene sus propias necesidades), volverás a tu guion con una mirada fresca sobre tu historia.

Descubrirás que escenas que creías que eran flojas ahora te parecen correctas, que diálogos que te gustaban ahora te parecen poco creíbles, que determinado giro de la acción que te encantaba ahora te parece demasiado trillado y evidente. Es la hora de que pases al tercer punto:

3. Reescribir

Es el momento de reescribir tu obra para lograr un segundo borrador que supere al primero porque ahora conoces mucho mejor a tus personajes, le has dado varias vueltas a la trama, te has asegurado de que la estructura sea correcta, etc.

4. Pedir la opinión de personas de tu confianza

Es el momento de dejar leer tu guion a gente en la que confíes. Me refiero a confianza “técnica”, no personal. Seguro que te fías mucho de tu novia, novio, primo, madre o mejor amigo, pero si ellos no son guionistas sus opiniones van a estar motivadas por el tipo de películas que les gustan, por sus gustos personales y por muchos clichés.

No es que su opinión no sea interesante, al contrario, te puede dar una idea de las reacciones de los posibles espectadores, te hará ver qué partes de la historia están bien explicadas y qué otras hay que reescribir para asegurarte de que el espectador recibe el mensaje que has querido transmitir, pero también necesitas la opinión de gente que te argumente lo que dice con razones técnicas y razonadas acerca de lo que funciona, o no, dentro de tu guion.

Debes recurrir a amigos guionistas, a compañeros de la escuela de cine (en el caso de que seas o hayas sido alumno de una de ellas) o contratar los servicios de un analista de guion. Necesitas el punto de vista de gente que no juzgue tu escrito basándose en sus gustos personales sino que sepa decirte si la estructura es correcta o no, si los personajes cumplen su función dramática o son mejorables, si has dado la información necesaria para que se entienda la historia sin que esta sea previsible, si el universo de tu historia es creíble, etc.

5. Volver a escribir

Una vez consultadas estas personas “fiables”, estás en condiciones de reescribir tu guion hasta conseguir que sea el mejor guion posible.

6. ¿Quién sabe?

Este “quién sabe” significa que un guion nunca está terminado del todo, que siempre hay algo mejorable en él y que cada vez que lo releas acabarás, inevitablemente, cambiando algo, aunque sea una frase por aquí, un fragmento de escena por allá… Sin contar con que, si tienes la fortuna de que tu guion se ruede, siempre habrá que hacer cambios por motivos de producción.

Hace poco, un cliente (y amigo) me preguntaba: “¿Cuándo sabes que un guion está terminado?” Y yo le contesté: “Nunca”. Porque un guion siempre es mejorable.

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El Viaje del Héroe: el modelo narrativo más utilizado de la historia

El modelo narrativo llamado “La Forja del Héroe” o “El Viaje del Héroe” es el más utilizado de la historia:

Podemos encontrarlo en los mitos y leyendas de todas las culturas, en los cuentos tradicionales que han llegado hasta nosotros por transmisión oral de generación en generación, Cervantes lo utilizó en El Quijote (aunque seguramente no sabía que lo estaba haciendo) y se encuentra en los guiones de muchas películas como la saga Star Wars, El Señor de los Anillos, Gangs of New York, Kill Bill y todas, o casi todas, las de la Disney.

Los arquetipos en el viaje del héroe

Aunque “El Viaje del Héroe” tiene variantes infinitas, su estructura básica es siempre la misma y se basa en la utilización de arquetipos.

El psiquiatra y psicólogo suizo Carl Gustav Jung fue el primero en observar que ciertas figuras que aparecen en nuestros sueños son iguales a personajes míticos de todas las culturas.

Jung llegó a la conclusión de que cada uno de estos arquetipos refleja un aspecto de la mente humana, es una parte de nuestra personalidad y forma parte del inconsciente colectivo. Por eso existen una serie de personajes y situaciones recurrentes en los mitos, leyendas y cuentos tradicionales: el protagonista que desea conseguir algo, el anciano sabio que le dota de poderes mágicos o lo adiestra en determinadas habilidades, el malvado villano, la madre buena, la madrastra mala…

El especialista en mitología y religión Joseph Campbell aplicó las teorías de Jung a sus estudios sobre las mitologías de los grupos culturales más diversos: polinesios, griegos, africanos, etc. Llegando a la conclusión de que estos sistemas simbólicos son creaciones naturales de la mente humana y por eso son comunes en culturas tan diferentes. Profundizó sobre ello en su libro «El héroe de las mil caras (psicoanálisis de mito)».

Más tarde, Christopher Vogler, basándose en el trabajo de Jung y Campbell, publicó «El viaje del escritor», obra que él mismo define como «un manual accesible y práctico de escritura». En «El viaje del escritor», Vogler sintetiza en doce etapas la forja o viaje del héroe .

Etapas del viaje del héroe

La Forja del Héroe implica siempre un viaje, por eso se le llama también El Viaje del Héroe, pero este viaje no tiene por qué ser siempre físico, puede ser un itinerario interior.

Este viaje se divide en diferentes etapas y las siguientes doce son las utilizadas habitualmente ( aunque no es imprescindible usarlas todas en una novela o película ni hay por qué ceñirse sólo a ellas):

  1. El mundo ordinario, la normalidad del héroe.
  2. La llamada de la aventura.
  3. El rechazo de la llamada.
  4. El encuentro con el mentor.
  5. El cruce del primer umbral.
  6. Las pruebas, los aliados, los enemigos.
  7. La aproximación a la caverna más profunda.
  8. La odisea o calvario.
  9. La recompensa.
  10. El camino de regreso.
  11. La resurrección.
  12. El retorno con el elixir.

La necesidad inconsciente de recuperar la magia

Según Campbell, la desorientación y perturbación de la sociedad occidental contemporánea podría deberse al descrédito y racionalización en que han caído las mitologías y arquetipos tradicionales que, al ser sometidos a una antinatural racionalización, han vuelto a su lugar de origen: el inconsciente.

Quizá el creciente interés por antiguas supersticiones y la vuelta a distintas tradiciones paganas por parte de mucha gente hoy en día, se deba a la necesidad inconsciente de recuperar la magia y lo sobrenatural en un mundo cada vez más oprimido por la dictadura del materialismo.

Es posible también que el entusiasmo de los jóvenes de las últimas décadas por el género fantástico, se deba a la necesidad de llenar el hueco que ha dejado en su formación la escasa presencia de literatura clásica en la enseñanza y la sustitución de los cuentos tradicionales por otros supuestamente más “educativos”.

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Siete puntos para mejorar los diálogos de tu guion

A lo largo de los años como asesora de guionistas y analista de guion, he comprobado que los mejores guiones son aquellos escritos por escritores meticulosos que no se conforman con su primer borrador, que corrigen y reescriben una y otra vez buscando la mejor versión posible de su trabajo.

Uno de los elementos que más preocupa a estos guionistas buscadores de la perfección (o de algo que se le acerque lo más posible) son los diálogos. Releer los diálogos preguntándose cómo pueden mejorarse es una tarea que siempre obtiene su recompensa: un mejor guion.

Los siguientes son varios puntos que resulta muy útil repasar cuando se están revisando los diálogos:

1. Pregúntate si basta con la acción para contar lo que quieres decir

Como medio de contar nuestra historia en cine o televisión, la acción tiene más fuerza que la palabra porque captamos más del pensamiento y los sentimientos de los otros a través de sus expresiones, gestos y reacciones que mediante lo que dicen.

Pregúntate ante cada réplica que estés revisando si no hay una manera de contarla mediante la acción de los personajes y, si la hay, elimina esa frase y substitúyela por una acción.

2. En ocasiones, el silencio puede expresar más que las palabras

La respuesta a una pregunta no tiene por qué ser una frase, puede ser un gesto, una mirada, un silencio que muestra que no se quiere contestar a lo preguntado…

Los silencios pueden ser una parte muy activa de un diálogo, no tengas miedo de utilizarlos.

3. No intentes demostrar lo inteligente o culto que eres mediante los diálogos

Que la réplica de un personaje sea un brillante discurso sobre su ideología, su forma de ver la vida o lo mucho que sabe sobre la cría del calamar verde en los Trópicos puede ser un párrafo brillante pero innecesario para nuestra escena. Puede que te haya quedado perfecto y pruebe lo inteligente y culto que eres, pero es posible que resulte recargado, artificioso o poco verosímil.

4. Pule tus diálogos al máximo eliminando todo lo inútil

” Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Lo dijo Baltasar Gracián en el siglo XVII. Era verdad entonces y lo sigue siendo ahora: cuanto más conciso sea un diálogo, cuantas menos frases inútiles tenga, mejor y más efectivo será.

Pule tus diálogos frase por frase, palabra por palabra, hasta asegurarte de que no hay nada inútil que les reste agilidad y dinamismo.

5. Utiliza el subtexto

Los personajes no tienen por qué decir (ni deben hacerlo) siempre todo lo que se les pasa por la cabeza. Tampoco lo hacemos las personas reales cuando hablamos con alguien.

Muchas veces, la verosimilitud y la profundidad de una frase está en que intuimos que el personaje no está siendo sincero o no está diciendo toda la verdad, se engaña a sí mismo, oculta algo, piensa lo contrario de lo que está diciendo…

Trabaja el subtexto, construye frases cuyo significado vaya más allá de lo que el diálogo dice literalmente.

6. Evita, dentro de lo posible, artimañas explicativas demasiado obvias

Llamo artimañas explicativas a recursos tan evidentes como el personaje leyendo en voz alta un texto (una carta, un mensaje de una red social, un texto de la pantalla de su ordenador, etc), utilizando la voz en off o escuchando una noticia en la radio o tv.

A veces, estos pueden ser buenos recursos y es apropiado hacer uso de ellos pero no te pases, utilízalos con cuentagotas y sólo cuando no puedas dar la información de otra manera.

7. No des más información de la necesaria para que el espectador comprenda la trama o se implique emocionalmente en la historia que se le está contando

Todo lo que no sirva para que el espectador entienda la narración o para activar en él algún tipo de sentimiento o emoción que le haga sentir suspense, miedo, alegría, diversión, empatía por el personaje o cualquier otro elemento que le haga implicarse en la historia, conseguirá todo lo contrario a lo que deseas: hará que se sienta confuso o se aburra.

Estos puntos no son los únicos a tener en cuenta a la hora de escribir o revisar un diálogo, pero es muy útil tenerlos en cuenta de cara a que tu guion sea el mejor guion posible.

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El Melodrama: Entre los sentimientos y el sentimentalismo

Según el Diccionario de la Lengua Española de la R.A.E. melodrama es una “obra teatral, literaria, cinematográfica o radiofónica en la que se acentúan los aspectos patéticos y sentimentales”. También según la R.A.E., patético es aquello “que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía”.

Son melodramas la mayoría de las telenovelas, muchas historias de amor, gran parte de las comedias románticas, y esas películas que podríamos etiquetar como “muy bonitas, muy humanas y con muchos sentimientos”.

Características del melodrama

No todas las historias románticas, de amor. de relaciones familiares o con protagonistas que sufren mucho son melodramas como no lo son todas las películas que pertenecen al género «drama personal». El melodrama tiene unas características propias.

Estas son las principales:

1. Sentimentalismo sin sentimientos auténticos

La característica básica del melodrama es la utilización de lo sentimental, su exageración y enfatización hasta cruzar la frontera entre los sentimientos auténticos y el sentimentalismo, entre las emociones verdaderas y la simulación de estas. El melodrama no utiliza sentimientos reales sino su simulación y exageración hasta llegar al sentimentalismo.

2. Utilización de estereotipos

En este género los personajes no son individuos únicos e irrepetibles (como lo somos los seres humanos y como lo son los personajes de las grandes obras de la literatura o el cine) sino estereotipos: La madre coraje, la mujer maltratada, el niño indefenso, el enfermo, el villano brutal, el desvalido, el humillado, etc.

Los personajes del melodrama carecen de la profundidad y elaboración que tendrían en otros géneros porque es necesario que el público se proyecte en ellos, les ponga su propia identidad o la de alguien que conoce. Si los personajes fueran muy elaborados y, por lo tanto, individualizados, el espectador sentiría compasión o simpatía por ellos, sí, pero no viviría la narración como si le estuviese pasando a él y no se conmovería tanto.

3. Situaciones genéricas

También las situaciones que se plantean en el melodrama son genéricas: Conflicto entre clases sociales extremas (muy altas y muy bajas), enfrentamiento entre un personaje muy muy bueno y otro muy muy malvado, cambio brusco de condición social (¿quién no ha soñado alguna vez con que le toque la lotería?), sacrificio extremo de un personaje que renuncia a su bienestar, su felicidad e incluso su vida por amor a su pareja, su hijo, su país o el bien de su comunidad…

¿Por qué es preciso que para que un melodrama cumpla con su objetivo de conmover al espectador, emocionarlo y hacerle soltar alguna lagrimita se utilicen situaciones genéricas y poco desarrolladas? Porque así el público rellenará los huecos de la historia con sus vivencias personales y pondrá sus propios sentimientos en lo que se le está contando.

Lo que conmueve al espectador de un melodrama no es lo que le ocurre a la protagonista de turno sino lo que siente que le pasa, le ha pasado o podría pasarle a él si estuviera en la situación del personaje.

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Nosferatu: La soledad del monstruo

Nosferatu, eine Symphonie des Grauens

De todos los vampiros, literarios y cinematográficos que conozco, sólo el viejo Nosferatu de Murnau (Alemania, 1922) ha sido capaz de despertar mi compasión. Basada en la novela de Bram Stoker y con guion de Henrik Galeen, la película «Nosferatu, una Sinfonía del Horror» es una de las que mejor reflejan lo que significa ser un monstruo.

El monstruo no es bueno ni malo. Ser un monstruo no es positivo ni negativo en sí mismo. La diferencia entre la monstruosidad y la normalidad es una mera cuestión estadística:

Es normal aquello que entra dentro de la norma, es decir, que tiene las características mayoritarias en la naturaleza. Es monstruoso aquello que tiene demasiadas propiedades que se apartan de la normalidad.

Por ello el monstruo es un ser anormal.

Y ser anormal tampoco es bueno ni malo, negativo o positivo, simplemente es un calificativo que describe lo que no sigue la norma.

El conflicto entre normal y anormal, entre el monstruo y el resto de los seres, surge cuando se ven obligados a compartir un mismo espacio, porque el exceso de características que les diferencian no sólo les impide convivir sino que les enfrenta: para que uno de ellos sobreviva, el otro debe morir.

El vampiro está obligado a destruir al ser humano porque necesita su sangre para sobrevivir, como el león precisa de la carne de la cebra para alimentarse. El ser humano necesita destruir al vampiro porque su proximidad es una seria amenaza para la supervivencia.

Ninguno de los dos es el “malo” de la película puesto que ambos se limitan a luchar por su supervivencia según les obligan las leyes naturaleza.

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El monstruo, el vampiro, está condenado a la soledad a la vez que se ve obligado a buscar la proximidad con los seres humanos. Y el guionista Henrik Galeen y F.W.Murnau supieron reflejar muy bien esa soledad en la película Nosferatu, con ese pobre vampiro que vive aislado en su viejo castillo de los Cárpatos, sin nadie que le acompañe, que tiene que conducir él mismo su coche de caballos porque no tiene cochero, que sirve la cena a su invitado alegando que los criados están durmiendo, cuando sabemos que no puede tener criados, que pasa las noches solo y en vela, espiando tras la ventana lo que sucede en la casa de sus vecinos humanos…

Por eso, por esa soledad obligada y no escogida, Nosferatu me ha parecido siempre digno de compasión.

Cada vez que vuelvo a ver esta vieja película de Murnau y veo ese pobre monstruo, tan terriblemente feo, recorrer las calles vacías de la ciudad con su ataúd bajo el brazo, no puedo evitar sentir cierta ternura hacia él…

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Diez relatos y novelas cortas convertidos en película

Es más fácil adaptar un relato o novela corta al cine que hacerlo con una novela extensa. La razón principal es obvia:

En los noventa o ciento veinte minutos que dura un largometraje resulta más sencillo mantener la unidad de la historia y el hilo argumental de un relato que de una novela de ochocientas páginas.

Veamos diez ejemplos de relatos y novelas cortas convertidos en película:

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1. Sleepy Hollow

Basado en un mito popular, el relato “La Leyenda de Sleepy Hollow” se publicó en 1820 en el libro de ensayos y relatos cortos de Whasington Irving “The Sketch Book of Geoffrey Crayon”. Tim Burton hizo la adaptación cinematográfica en 1999.

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2. Memento

Curiosamente, la adaptación cinematográfica del relato “Memento Mori” fue estrenada en 2000, un año antes de la publicación de la obra original en 2001. El cineasta Chistopher Nolan se basó en el borrador de “Memento Mori” escrito por su hermano Jonathan Nolan.

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3. Los Duelistas (The Duelists)

“El Duelo” (The Duel, 1908) es un relato de Josep Conrad basado en la historia real de dos oficiales del ejército de Napoleón que se retaron en duelo 17 veces. La adaptación al cine, “Los Duelistas” (The Duelists, 1977) sería la primera película que dirigió Ridley Scott.

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4. Eyes Wide Shut

“Traumnovelle” (Relato Soñado) es una novela corta de Arthur Schnitzler publicada en 1926 cuya acción sucedía en Viena. Stanley Kubrick la adaptó al cine en 1999 como “Eyes Wide Shut”.

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5. Rashomon

Considerada por muchos la obra maestra de Akira Kurosawa, la película “Rashomon” (1950) es la adaptación de dos relatos del escritor Ryunosuke Akutagawa: Rashomon (1915) y “En el Bosque” (1922).

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6. Minority Report

Escrito por Philip K, Dick em 1956, “The Minority Report” se convertiría en otro de los éxitos de Steven Spielberg cuando dirigió su adaptación, “Minority Report”, en 2002.

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7.Total Recall

La famosa película “Total Recall” dirigida por Paul Verhoeven y estrenada en 1990 es la adaptación de un extraño relato de Phillp K. Dick: “Podemos Recordarlo por Usted al Por Mayor” (We Can Remenber It for You Wholesale) publicado en 1966.

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8. Desayuno con Diamantes (Breakfast at Tiffany’s)

Otra novela corta convertida en un clásico del cine: “Desayuno en Tiffany’s”, 1958, (Breakfast at Tiffany’s), de Truman Capote  sería llevada a la pantalla en 1961 por Blake Edwards. En España se tituló “Desayuno con Diamantes”, en Hispanoamérica “Muñequita de Lujo” o “Desayuno en Tiffany’s”.

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9. Apocalypse Now

Joseph Conrad publicó en 1899 la fascinante novela corta “El Corazón de la Oscuridad” (Heart of Darkness) que sucedía en una selva tropical de África en el siglo XIX. Cuando Francis Ford Coppola la adaptó al cine como “Apocalypse Now” (1979) trasladó la acción a Vietnam en los años 70.

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10. Los Pájaros (The Birds)

De nuevo una novela corta se transforma en una gran película: “Los Pájaros” (The Birds, 1952) de Daphne Du Maurier fue adaptada en 1963 con el mismo título por Alfred Hitchcock.

 

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Sin Conflicto No Hay Drama

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Desde el punto de vista técnico, cuando hablamos de “drama” no estamos refiriéndonos a un género literario (comedia, tragedia, drama), sino que se considera que “drama” es cualquier historia que se cuente mediante personajes y sus acciones.

No importa que sea una comedia, una historia de aventuras, terror, western, etc. como también es indiferente la forma narrativa que se utilice para contar esa historia: cuento, obra de teatro, película… Incluso un ballet que tenga argumento es un drama puesto que lo narran los bailarines mediante sus acciones.

Por eso la regla básica a la hora de narrar una historia es que sin conflicto no hay drama. ¿Por qué? Muy sencillo: Si para relatar algo sólo contamos con los personajes y sus actos, habrá que hacerlos actuar, y para ello necesitamos proporcionarles un conflicto que los obligue a luchar, a moverse, a realizar acciones.

A esta regla básica hay que añadirle algo más: Sin lucha tampoco hay drama. Porque si tienes unos personajes y les das un conflicto para que actúen, pero los personajes se dedican a lamentarse de su mala suerte y no hacen nada para mejorar su situación, seguirás sin tener un drama. Puede que tengas un interesante documental, un retrato de personajes o de circunstancias pero no tendrás un drama, no tendrás una historia contada mediante acciones.

CLASES DE CONFLICTO

Existen tres clases de conflicto:

Conflicto global: El hombre contra el mundo.

Es el tipo de conflicto que se produce cuando las personas se enfrentan con el mundo que les rodea. Por ejemplo:

– Un ciudadano que se opone a una ley injusta de su gobierno.

– Una secretaria que se enfrenta a la multinacional en la que trabaja.

– Una comunidad que lucha contra sus invasores.

Conflicto local: El conflicto entre personas.

Es el que tiene lugar entre individuos. El que sucede cuando obligas a dos personajes de caracteres muy diferentes a convivir:

– Un hombre obsesionado con el orden comparte piso con otro que padece síndrome de Diógenes.

– Una madre hippie y su hijo ultraconservador.

– Un vecino ruidoso y una profesora de yoga.

Conflicto interno: El individuo contra sí mismo.

Es el conflicto más interesante y el más difícil de llevar a la pantalla porque sucede dentro del personaje y no en el exterior:

– Un soltero juerguista y despreocupado debe superar su individualismo para cuidar a un bebé.

– Un celoso que sabe que perderá a su pareja si coarta la libertad de ésta.

– Un holgazán que debe trabajar duro si quiere mejorar su economía.

A la hora de contar una historia, no es necesario que nos ciñamos a un solo tipo de conflicto, se pueden combinar dos de ellos o incluso los tres. Pero sí debemos tener presente la máxima aristotélica: Sin conflicto no hay drama.

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Diez narcoseries que te pueden gustar

Primero fueron los narcocorridos (corridos mexicanos que versan sobre narcotraficantes famosos) y luego llegaron las narcoseries.

La mayoría de ellas son colombianas o mexicanas pero también hay algunas españolas o norteamericanas.

Estas son diez de las más conocidas:

1. El Cartel

“El Cartel”, también titulada “El Cartel de los Sapos” es una serie colombiana que consta de dos temporadas.

Está basada en el libro “El Cartel de los Sapos” que escribió durante su estancia en la cárcel el narcotraficante Andrés López López, alias “Florecita”.

Se empezó a emitir en junio de 2008.

2. El Capo

Emitida en más de 75 países y doblada a 12 idiomas, “El Capo” es una de las series colombianas de más éxito.

Su creador, el guionista Gustavo Bolívar, la escribió tras una profunda investigación que incluyó entrevistas presenciales con narcotraficantes que se hallaban encarcelados.

El protagonista es una mezcla de varios capos de los carteles colombianos.

Su emisión comenzó el 13 de agosto de 2009.

3. La Reina del Sur

Coproducción colombo-estadounidense basada en la novela del mismo título del escritor español Arturo Pérez Reverte.

Se empezó a emitir el 28 de febrero de 2011.

Cuenta la vida de Teresa Mendoza, una chica mexicana que debe huir a España para salvar su vida y que acaba convirtiéndose en una de los principales narcotraficantes.

En 2019 está previsto el estreno de La Reina del Sur 2.

4. Pablo Escobar, el Patrón del Mal

Esta serie colombiana se estrenó el 28 de mayo de 2012 y recrea la vida del más famoso traficante de cocaína, Pablo Escobar.

Basada en el libro “La Parábola de Pablo” de Alonso Salazar.

Si quieres saber más, puedes visitar https://cineseriesytecnicasdeguion.com/2017/04/06/pablo-escobar-el-patron-del-mal/ .

5. El Señor de los Cielos

Basada en la vida del narcotraficante mexicano Amado Carrillo, «El Señor de los Cielos» se estrenó el 15 de abril de 2013 y actualmente se está emitiendo su sexta temporada.

Amado Carrillo (llamado Aurelio Casillas en la ficción televisiva) fue apodado El Señor de los Cielos por la gran flota de aviones que poseía y con la cual transportaba la droga desde Colombia hasta Estados Unidos.

6. La Viuda Negra

La Viuda negra es una adaptación de la novela de José Guarnizo “La Patrona de Pablo Escobar” y está basada en la vida de la colombiana Griselda Blanco, conocida como “la Reina de la Coca”.

El primer episodio de esta narcoserie se emitió el 23 de febrero de 2014.

7. Narcos

La serie norteamericana “Narcos” centra sus dos primeras temporadas en la lucha de sus protagonistas, dos agentes de la DEA, para capturar a Pablo Escobar.

La tercera temporada trata de cómo uno de estos dos agentes se enfrenta al Cartel de Cali.

La cuarta está rodada en México y se basa en el Cartel de Juárez.

Se empezó a emitir en agosto de 2015.

8. El Chema

Coproducción  mexico-estadounidense, El Chema es un spin-off de El Señor de los Cielos protagonizada por José María “Chema” Venegas, personaje inspirado en el famoso narcotraficante Joaquín Guzmán, “El Chapo” aunque lo que se cuenta en la serie es ficticio.

Se empezó a emitir en 6 de diciembre de 2016.

9. Sobreviviendo a Escobar, Alias J.J.

Cuenta la vida del narcotraficante Jhon  Jairo Velásquez desde que, tras la muerte de Pablo Escobar, se convirtió en el único superviviente del Cartel de Medellín. 

La primera emisión de la serie tuvo lugar el 8 de febrero de 2017.

Puedes leer más sobre «Alias J. J.» en esta entrada del blog: https://cineseriesytecnicasdeguion.com/2017/03/02/alias-j-j-lo-que-pasa-tras-las-rejas/

10. Fariña

“Fariña” es una serie española que cuenta la historia real de Sito Miñanco, pescador gallego que empezó haciendo contrabando de tabaco en la Ría de Arosa y terminó introduciendo el tráfico de cocaína en grandes cantidades en España y el resto de Europa.

Se estrenó en febrero de 2018.

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Vampiros en La Habana

Vampiros

Vampiros en la Habana es un film cubano de dibujos animados para adultos. Estrenada en 1985, con los años se ha convertido en película de culto.

Escrita por los guionistas Juan y Ernesto Padrón y dirigida por Juan Padrón, Vampiros en La Habana tiene más de comedia que de película de terror (aunque algunos de los vampiros que aparecen son malos, malísimos).

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Vampiros en La Habana empieza con una breve introducción en la que nos cuentan que en 1870 los vampiros se dividieron en dos grandes fracciones:

– La europea, llamada el “Grupo Vampiro”, con sede en Dusseldorf (Alemania) presidido por el Conde Drácula.

– La americana (formada por vampiros que emigraron a Chicago), llamada “Capa Nostra” y presidida por Johnny Terrori.

Un vampiro científico, Werner Amadeus Von Drácula, lleva años investigando en busca de un producto que haga a los vampiros inmunes a la luz del sol. Cree haber encontrado la fórmula definitiva y se la da a probar a su padre, el Conde Drácula. El experimento es un fracaso, el Conde muere y Werner debe huir de Europa junto con su sobrino Joseph. Ambos se refugian en Cuba.

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Pasan los años y llegamos a 1933, fecha en la que transcurre la acción de Vampiros en La Habana. Ahora sí que Werner ha encontrado el producto que protege a los vampiros del sol, Vampisol, y se lo administra a su sobrino Joseph Amadeus Von Drácula (Pepito, desde que vive en La Habana).

Pepito no sabe que es vampiro y lleva una vida normal dedicándose a tocar la trompeta en un club nocturno y luchando contra la dictadura de Machado en un grupo revolucionario clandestino.

Los problemas empiezan cuando el científico decide hacer pública su fórmula para que todos los vampiros del mundo puedan tomarla gratuitamente:

El “Grupo Vampiro” europeo viaja a Cuba para impedirlo, ya que pretenden comercializar Vampisol ; y la “Capa Nostra” americana, por su parte, quiere apoderarse de la fórmula para evitar que su negocio de playas artificiales para vampiros vaya a la quiebra.

A partir de aquí, Vampiros en La Habana, es una entretenida película de acción y humor llena de chistes, persecuciones, sangre y diversión.

Existe una secuela de Vampiros en La Habana titulada Más Vampiros en La Habana de la que he leído buenas críticas pero sobre la que no puedo opinar porque aún no he conseguido verla.