Desde el punto de vista técnico, cuando hablamos de “drama” no estamos refiriéndonos a un género literario (comedia, tragedia, drama), sino que se considera que “drama” es cualquier historia que se cuente mediante personajes y sus acciones.
No importa que sea una comedia, una historia de aventuras, terror, western, etc. como también es indiferente la forma narrativa que se utilice para contar esa historia: cuento, obra de teatro, película… Incluso un ballet que tenga argumento es un drama puesto que lo narran los bailarines mediante sus acciones.
Por eso la regla básica a la hora de narrar una historia es que sin conflicto no hay drama. ¿Por qué? Muy sencillo: Si para relatar algo sólo contamos con los personajes y sus actos, habrá que hacerlos actuar, y para ello necesitamos proporcionarles un conflicto que los obligue a luchar, a moverse, a realizar acciones.
A esta regla básica hay que añadirle algo más: Sin lucha tampoco hay drama. Porque si tienes unos personajes y les das un conflicto para que actúen, pero los personajes se dedican a lamentarse de su mala suerte y no hacen nada para mejorar su situación, seguirás sin tener un drama. Puede que tengas un interesante documental, un retrato de personajes o de circunstancias pero no tendrás un drama, no tendrás una historia contada mediante acciones.
CLASES DE CONFLICTO
Existen tres clases de conflicto:
Conflicto global: El hombre contra el mundo.
Es el tipo de conflicto que se produce cuando las personas se enfrentan con el mundo que les rodea. Por ejemplo:
– Un ciudadano que se opone a una ley injusta de su gobierno.
– Una secretaria que se enfrenta a la multinacional en la que trabaja.
– Una comunidad que lucha contra sus invasores.
Conflicto local: El conflicto entre personas.
Es el que tiene lugar entre individuos. El que sucede cuando obligas a dos personajes de caracteres muy diferentes a convivir:
– Un hombre obsesionado con el orden comparte piso con otro que padece síndrome de Diógenes.
– Una madre hippie y su hijo ultraconservador.
– Un vecino ruidoso y una profesora de yoga.
Conflicto interno: El individuo contra sí mismo.
Es el conflicto más interesante y el más difícil de llevar a la pantalla porque sucede dentro del personaje y no en el exterior:
– Un soltero juerguista y despreocupado debe superar su individualismo para cuidar a un bebé.
– Un celoso que sabe que perderá a su pareja si coarta la libertad de ésta.
– Un holgazán que debe trabajar duro si quiere mejorar su economía.
A la hora de contar una historia, no es necesario que nos ciñamos a un solo tipo de conflicto, se pueden combinar dos de ellos o incluso los tres. Pero sí debemos tener presente la máxima aristotélica: Sin conflicto no hay drama.
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