Cómo escribir una buena escena de suspense

En España lo llamamos “suspense”; en Hispanoamérica, “suspenso”. En ambos casos nos referimos a ese sentimiento de ansiedad e incertidumbre, esa necesidad apremiante de saber qué va a ocurrir que sentimos cuando estamos viendo determinadas escenas de una película o leyendo ciertos pasajes un libro.

Experimentamos una sensación de suspense (o suspenso) cuando vemos que la protagonista de una película camina de noche por una calle solitaria, apenas iluminada por la luna, y los espectadores sabemos que el asesino anda cerca.

El suspense no es algo privativo del terror, la amenaza de muerte o de situaciones peligrosas. También hay suspense cuando el chico está a punto a declararse a la chica y sentimos la necesidad apremiante de saber si ella aceptará o no.

O cuando un personaje infantil acaba de hacer una travesura y esperamos impacientes la reacción del padre.

Cómo se activa el suspense en un guion

No sólo en un guion cinematográfico o de televisión, también en una obra literaria para provocar en el espectador o lector esa necesidad apremiante de saber ¡ya! lo que va a ocurrir se deben seguir los siguientes pasos:

El Anuncio:

Contamos al espectador que algo está a punto de ocurrir.

Es lo que hacemos cuando mostramos a la chica de la película hablando por teléfono en su casa, tranquilamente, y después presentamos al asesino que merodea en el jardín.

La Demora:

En lugar de contar enseguida si el asesino entrará en la casa o no, aplazamos la respuesta entreteniéndonos con acciones que parecen innecesarias desde el punto de vista narrativo (puesto que no dan información nueva ni hacen avanzar la acción) como pueden ser las imágenes de él espiando a la joven, la conversación anodina de ésta con su mejor amiga, etc.

Reducción de alternativas:

Hacer que el espectador no se distraiga pensando en diferentes soluciones para la situación que está presenciando. Restringir a sólo dos las posibles respuestas a la pregunta planteada (la matará-no la matará, sí-no, vida-muerte, salvación-perdición).

Es lo que conseguimos cuando ella sigue hablando por teléfono y él saca su cuchillo y entra en la casa sin hacer ruido.

Exageración de la demora:

Consiste en retrasar la respuesta anhelada por el espectador mediante acciones aparentemente innecesarias (el asesino que, en lugar de ir directamente al salón en el que se encuentra la protagonista, se dirige a la habitación de los padres, a la sala de estar, a la biblioteca…).

Siguiendo estos cuatro pasos conseguirás buenas escenas de suspense siempre que no olvides que para que el espectador sienta la necesidad apremiante de saber ¡ya! lo que va a pasar, antes debes haber provocado su identificación con el personaje.

 

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