¿No te ha pasado nunca que tienes ganas de escribir pero no se te ocurre nada? Empiezas a darle vueltas a mil ideas y ninguna te parece lo bastante interesante, imaginas un par de personajes, una situación, una escena, pero… te quedas atascado sin saber cómo seguir.
Lo que te propongo es divertido y sacará lo mejor de tu creatividad. Consiste en utilizar como inspiración fotografías de personas desconocidas e inventarles una vida, una historia que se pueda transformar en un guion.
Para que resulte más sencillo, he dividido el ejercicio en los tres actos clásicos y en 8 pasos.
Primer acto:
1. Busca en internet fotografías de personas desconocidas y selecciona una que te guste o te parezca sugerente.
2. Obsérvala con atención y hazte las siguientes preguntas:
– ¿Qué clase de personalidad puede tener alguien así? ¿Cómo piensa? ¿Cómo habla?
– ¿Trabaja? Si es así, ¿en qué? y, si no, ¿de qué vive?
– ¿En qué entorno social se mueve? ¿Cómo son sus amigos? ¿Cómo es su familia?
– ¿Vive con alguien? Si la respuesta es sí, ¿con quién y qué clase de relación tienen?
– ¿Cuáles son sus aficiones?
– ¿Tiene algún sueño secreto?
– ¿Le ha marcado algún hecho importante de su pasado?
– ¿Tiene alguna peculiaridad o alguna excentricidad que le diferencie de las personas de su entorno?
3. La respuesta a las cuestiones anteriores te dará el perfil de tu protagonista. Ahora hazte otra pregunta:
– ¿Cómo es su cotidianeidad?
Imagina cómo puede ser la vida habitual de esta persona en el momento en que empieza tu guion, qué hace por la mañana cuando se levanta, cómo transcurre habitualmente un día de su vida. ¿Tiene problemas para llegar a fin de mes? ¿Parece satisfecho de su situación actual?
Sigue mirando esa fotografía y deja volar tu imaginación.
Ahora tienes a tu protagonista y sus circunstancias, pero todavía no tienes un guion porque careces de conflicto y, como ya sabes, sin conflicto no hay drama, no hay historia.
4. Plantéate las siguientes cuestiones para crear un conflicto:
– ¿Qué podría suceder que interrumpiese la normalidad del personaje?
– ¿Aparece algún personaje que acabe con la tranquilidad de tu protagonista?
– ¿Ocurre algo que lo perturbe?
Puede ser la aparición de un cadáver, un antiguo amigo que viene a visitarle, una persona que conoce repentinamente, un cambio de trabajo, el descubrimiento de que su pareja le es infiel… cualquier cosa que se te ocurra.
Al acabar con la normalidad de tu protagonista, le estás proporcionando un problema que resolver, algo por lo que luchar (acabar con lo que ha roto su tranquilidad) y, por lo tanto, le has dado un objetivo.
Cuando el personaje tiene un objetivo, tú, guionista, tienes el final de tu guion (el momento en que se hace evidente que el protagonista consigue – o no – aquello por lo que ha estado luchando durante toda la película.
Segundo acto:
5. Estás ya en el segundo acto de tu guion. Una vez se ha mostrado que el protagonista tiene un problema y está dispuesto a luchar para resolverlo, debes idear dificultades y obstáculos que le impidan conseguirlo. Porque no basta con tener conflicto: si el personaje consigue enseguida lo que desea, sigues sin tener una historia que pueda interesarle a alguien.
Decide qué o quién impide que el protagonista alcance su objetivo:
– Si existe un antagonista en tu historia ¿qué hace para que el protagonista no consiga lo que quiere?
– ¿Qué clase de obstáculos físicos, psicológicos o de circunstancias podrías utilizar? ¿Cómo se enfrenta a ellos tu personaje?
Esta parte suele ser la más complicada de escribir y es la que corresponde al segundo acto. Consiste, básicamente, en idear obstáculos que obliguen a tu personaje a actuar, tomar decisiones, mantenerse en movimiento. Es lo que le dará interés a tu guion.
6. Ahora es preciso idear algo que, de nuevo, cambie el curso de tu historia, necesitas el segundo punto de giro de tu guion. Ha llegado el momento de que suceda algo que haga que el personaje se encamine hacia el final de la trama, hacia la consecución de su objetivo.
Este segundo punto de giro es, en algunas películas, el momento en que el detective comprende que ha estado malinterpretando una pista y comprende que el asesino es alguien que no estaba en su lista de sospechosos. En otras historias es cuando el protagonista está en su peor momento y parece imposible que pueda vencer al antagonista pero, de pronto, descubre un punto débil en su oponente y decide jugarse el todo por el todo en un intento desesperado. Es, en definitiva, el momento en que muestras al espectador que, ahora sí, ahora el personaje avanza decidido hacia su objetivo y se lo juega todo a una carta.
Tercer acto:
7. A partir de aquí, estás en el tercer acto y te encaminas hacia el desenlace. Lo que te queda por hacer ahora es:
Cerrar las tramas secundarias y llevar la historia hasta el punto más álgido de tu guion, el clímax.
8. El clímax es el momento en que la historia queda definitivamente resuelta (el protagonista puede haber conseguido su objetivo o no, pero queda patente que la lucha ha cesado. Es la escena del gran enfrentamiento entre el “bueno” y el “malo”, el fragmento de más intensidad emocional en un drama o en una tragedia, el punto en que la pareja protagonista de una comedia romántica se confiesa que no pueden vivir el uno sin el otro, etc.
Y… ¡Ya tienes tu guion! O, al menos, una sinopsis bastante detallada que puede acabar convirtiéndose en un guion. ¿Te decides a realizar este ejercicio?
Si tienes un guion escrito y necesita una revisión, puede que quieras un análisis de guion que te ayude a mejorarlo.
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