¿Por qué es más fácil adaptar al cine un relato que una novela?

Los guiones de muchas grandes películas son adaptaciones de relatos. Por ejemplo, el largometraje “A.I.” (Inteligencia Artificial), escrito por Steven Spielberg e Ian Watson, está basado en el cuento “Supertoys Last All Summer Long” de Bryan Aldyss.

También “El Curioso Caso de Benjamin Button”, del guionista Eric Roth, tiene origen en un relato, en este caso escrito por F. Scott Fitzgerald y con el mismo título que la película. “Million Dollar Baby” (guion de Paul Haggis y dirección de Clint Eastwood) es la adaptación de varios relatos del exboxeador F.X. Toole, Pulp Fiction, La Bella y la Bestia… podríamos seguir durante horas.

Pero vayamos a lo que, como guionistas, nos interesa: ¿Es más fácil adaptar al cine un relato que una novela? ¿Por qué?

1. Una de las ventajas que tienen los novelistas sobre los guionistas es que los primeros no tienen un tiempo límite para contar sus historias: una novela puede tener tantas páginas como necesite su autor para narrar lo que desea. El guionista, en cambio, debe ajustarse al tiempo estándar de duración de una película, su guion no puede ser ni demasiado corto ni excesivamente largo.

La mayoría de las novelas suelen ser largas para adaptarlas a los 90-120 minutos que dura una película. En cambio, los relatos, por su brevedad, se pueden contar bien en el tiempo que dura un largometraje.

2. Un relato se centra en pocos personajes y en una trama principal, al igual que sucede en una película, en cambio, en una novela suele haber bastantes subtramas que habrá que eliminar en la adaptación si queremos mantener la historia centrada.

3. También es muy probable que en la novela haya muchos personajes y se tenga que prescindir de algunos para mantener la trama principal centrada y no marear al espectador. Esto no pasa en un relato que ya suele basarse en pocos personajes.

4. La adaptación de un relato permite al guionista ser creativo, ya que es habitual que tenga que hacer crecer la historia y los personajes hasta conseguir un guion que dure unos 100 minutos, mientras que en la novela sucede lo contrario.

5. Las buenas novelas no se limitan a contar hechos y situaciones sino que profundizan en ellos y reflexionan sobre lo que sucede. En cambio, los relatos (como el cine) se centran en las acciones de los personajes, no tienen tiempo para reflexionar y profundizar, su fuerza reside en el conflicto. Por eso, los relatos son, de forma natural, más cinematográficos que las novelas.

6. También son más cinematográficos los relatos porque no pierden el tiempo: enseguida presentan al personaje principal y plantean el conflicto.

¿Significa esto que llevar novelas al cine es un error? Por supuesto que no. Hay grandes películas surgidas de novelas y seguro que ahora mismo se te están pasando unas cuantas por la cabeza. Pero es innegable que resulta mucho más fácil adaptar un relato.

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Seis reglas que un buen diálogo debe cumplir

Hay guionistas que tienen un talento instintivo para escribir excelentes diálogos, otros, en cambio, necesitan trabajar en ellos para conseguir buenos resultados. Tanto si perteneces al primer grupo como si eres de los segundos, existen varios puntos que deberías tener en cuenta si quieres que tus diálogos sean ágiles, convincentes y efectivos:

1. Que el diálogo no cuente lo que se puede mostrar mediante imágenes.

Aunque el diálogo es un elemento de información muy importante, no debes olvidar nunca que estás escribiendo un relato que será contado, sobre todo, en imágenes. Piensa en cuántas películas mudas se han hecho a lo largo de la historia del cine que se pueden disfrutar sin necesidad de una sola línea de diálogo.

Cuando escribas tu guion, dale siempre prioridad a lo que se ve, no cuentes con diálogos nada que puedas mostrar mediante acciones de los personajes, situaciones o imágenes.

2. Un diálogo debe parecer natural… sin serlo.

Ni el cine ni la televisión son el mundo real: sólo intentan imitarlo.  Por lo tanto, tus diálogos deben parecer naturales sin serlo.

Cuando hablamos en la vida real acostumbramos a repetir parte de lo que decimos, dejamos frases a medias porque vemos que nuestro interlocutor ya nos ha entendido, utilizamos muletillas, empezamos las frases con: “Bueno…”, “pues…” “eh…”, “esto…” etc. La forma en que dialogamos en la vida real es demasiado diluida para el cine o la televisión, no tiene el ritmo y dinamismo que requieren los medios audiovisuales.

Por eso, debemos imitar de las personas reales su naturalidad y personalidad al hablar, pero hemos de estilizar la forma en que lo hacen.

3. Que los personajes no se cuenten entre sí cosas que ya saben.

Si necesitas dar determinada información al espectador que todos tus personajes conocen, busca una manera ingeniosa de hacerlo sin se cuenten entre ellos lo que saben de sobras, haz que deslicen esa información mediante alusiones, acciones o comentarios que parezcan banales.

4. Evita la alternancia pregunta-respuesta siempre que puedas.

Cuando dos personas hablan en la vida real es habitual que uno de ellos haga una pregunta y el otro la responda. No es que esto no se pueda hacer en cine o televisión, por supuesto que se puede, pero ten en cuenta que si repites una y otra vez el esquema pregunta-respuesta el diálogo perderá agilidad y dinamismo.

La respuesta a una pregunta puede ser un silencio, un gesto, un cambio de tema en la conversación… A veces, no hace falta la pregunta, basta con que el personaje exprese la respuesta.

5. Que tus personajes no digan siempre todo lo que piensan.

Nadie en la vida real dice siempre lo que piensa ni todo lo que se le pasa por la cabeza, tampoco deben hacerlo tus personajes.

Un personaje puede mentir, puede dar rodeos para evitar decir lo que opina, puede engañarse a sí mismo, puede utilizar la ironía, puede hacer alusiones veladas a determinado tema sin abordarlo directamente…

6. Cada línea de tu diálogo debería cumplir, al menos, uno de estos objetivos:

a) Hacer avanzar la acción.

b) Dar información necesaria para que se entienda la historia.

c) Dar más profundidad al personaje.

d) Hacer reír (o sonreír) al espectador. Un buen chiste nunca está de más, aunque tu guion no sea una comedia.

Estos seis puntos no son los únicos que hay que tener en cuenta si se quiere escribir un buen diálogo pero, si los aplicas, estoy segura de que tu guion ganará en efectividad.

De todas formas, si eres guionista novel o estás trabajando en tu primer guion, no dejes que estas indicaciones te hagan dudar de ti mismo. Dedícate simplemente a escribir los diálogos tal y como se te ocurran y, una vez hayas terminado, relee tu obra y corrige, corta, añade, cambia, mejora… hasta quedar realmente satisfecho con lo que has escrito.

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