Dictadores cinéfilos: Hitler, Stalin, Mussolini y Franco

Hitler, Stalin, Mussolini y Franco comprendieron la importancia del cine como medio de propaganda política y como tal lo utilizaron para engrandecer sus figuras ante las masas. Pero también fueron grandes cinéfilos:

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Adolf Hitler

El líder del Partido Nazi tenía la costumbre de ver una película cada noche después de cenar. Le gustaban las históricas y las biográficas como “Bismarck” (1940) y “Der Grosse König” (El Gran Rey, 1942), sobre Federico de Prusia.

También era aficionado a las historias situadas en ambientes regionales tradicionales que reflejaban, según él, la verdadera Alemania o… la verdadera España, ya que confesó a la artista Imperio Argentina, en 1937, que había visto tres veces “Nobleza Baturra” (1934) y otras tres “Morena Clara” (1936).

Su aprecio por el cine español fue el que hizo que, durante la Guerra Civil Española, invitara a cineastas del lado franquista a rodar en los estudios germanos.

A Hitler también le gustaban la primera versión de “King Kong” (1933) y “Blancanieves y los Siete Enanitos” de Walt Disney. Hace unos años se encontraron unas pinturas de varios enanitos y de Pinocho firmadas por A. Hitler que se cree que están realizadas por el líder del Tercer Reich.

Adolf Hitler supervisó personalmente la realización de películas destinadas a glorificar la imagen del Partido Nazi y de su propia figura, como las realizadas por la directora Leni Riefenstahl: “Triumph des Willens (El Triunfo de la Voluntad, 1934) y Olimpiada (1936).

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Joseph Stalin

Como Hitler, Joseph Stalin tenía su propia sala de proyección privada y todas las noches, después de cenar, veía una película (a veces varias) con algunos de sus colaboradores más cercanos.

Le gustaban el film protagonizado por Johnny Weismuller en 1934, “Tarzán” y “Tiempos Modernos” (1936) de Charlot.

Cuando, en 1938, S. M. Einsenstein estaba acabando de montar “Alexander Nevsky”, el dictador soviético sentía tal apremio por ver la película que no pudo esperar a que ésta se estrenase y mandó que se la llevaran al Kremlin cuando aún no estaba terminada. Parece ser que le entusiasmó.

No le gustaban nada los westerns y detestaba especialmente a John Wayne hasta el punto de ordenar su asesinato por considerarlo un enemigo del comunismo y representante de lo peor del capitalismo. Agentes del KGB y varias células comunistas intentaron varias veces acabar con la vida del actor hasta que, a la muerte de Stalin, su sucesor Nikita Khrushchev canceló la orden.

Es conocida la afición que Joseph Stalin tenía de mandar hacer “desaparecer” de las fotografías a sus antiguos camaradas cuando él los declaraba traidores a la revolución y enemigos del pueblo. También los hacía desaparecer de las películas, como hizo con Trosky en “Octubre” (1928) de Einsenstein.

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Benito Mussolini

Al dirigente fascista le gustaba el cine y sentía debilidad por actrices como la norteamericana Anita Page (con la que mantuvo correspondencia) o la protagonista de “Éxtasis” (1933), Hedy Lammar.

El hijo de Mussolini, Vittorio (director de la revista “Cinema” y guionista), era el encargado de seleccionar las películas que el dictador y su familia veían en su residencia. La elección no debía de ser muy complicada si es cierto, como se dice, que veían todas las producciones que se exhibían en Italia.

Coincide con Stalin en su gusto por “Tiempos Modernos” e incluso permitió su estreno en Italia, a pesar de las ideas antifascistas de Charlie Chaplin.

En cambio, prohibió la película “Ragazzo” (1933), en la que se cuenta cómo un joven delincuente es rehabilitado por la sección juvenil del partido de Mussolini, porque no quería que la gente pensara que los fascistas provenían de ambientes marginales.

También veía filmes opuestos a su ideología y prohibidos por él mismo en Italia como la película pacifista “Sin Novedad en el Frente” (1930) o El Acorazado Potemkin” (1925).

 

Franco

Francisco Franco

Además de ver cine, a Franco le gustaba hacerlo. Ya en su época en África tenía una cámara con la que filmó la retirada de Xauen y otras experiencias militares. Estas películas se perdieron en 1936 cuando su casa en Madrid fue saqueada. No es difícil encontrar fotografías del dictador filmando con su cámara durante la Guerra Civil (en el Frente del Ebro, por ejemplo) y a lo largo de toda su vida en diferentes ocasiones.

En 1926 participó como actor en la película “La Malcasada”, un film en el que actúan diferentes personalidades de la época como el Conde de Romanones, el General Sanjurjo,  Millán Astray, Alejandro Lerroux, los toreros Belmonte y Sánchez Mejías, los escritores Manuel Machado y Valle Inclán…

También indicó temas a tratar en películas propagandísticas como “Prisioneros de Guerra” (1938), un documental sobre miembros de las Brigadas Internacionales.

Si cuando era militar acostumbraba a ir muchas tardes al cine con su mujer, cuando se convirtió en jefe de estado mandó instalar una sala de proyección en el Palacio del Pardo. En noviembre de 1939, la Dirección Nacional de Cinematografía (DNC), pide a las productoras UFA, Fox y LUCE que envíen cada semana sus noticiarios para que Franco pueda verlos. También veía, claro está, el NODO, además de películas comerciales.

Le gustaban los filmes históricos y los de ambiente militar. Una de sus favoritas era “Beau Geste” (1939) sobre la Legión Extranjera.

Utilizando el seudónimo Jaime de Andrade, escribió el guion de “Raza” (1941) y más tarde intervino en otro proyecto que debía rodarse en la URSS (entonces invadida por los nazis) y cuyo protagonista era un integrante de la División Azul. Pero las derrotas alemanas en el Frente del Este hicieron que se anulase el proyecto.

Restaurante de Medianoche: Historias de Tokio

“Restaurante de Medianoche” (Shinya Shokudo) es una serie de televisión japonesa que podemos ver con subtítulos en español gracias a Netflix.

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Adaptación de un cómic del mismo título, ganador del 55º premio Shogakukan de manga, la acción de “Restaurante de Medianoche” sucede en un pequeño local que abre a las doce de la noche y cierra a las siete de la mañana.

El protagonista (Kaoru Kobayashi) es el camarero, cocinero y único trabajador del restaurante. Todas las noches cocina un solo plato, el menú del día, pero si alguien le pide otra cosa también la prepara, siempre que tenga los ingredientes o los proporcione el propio cliente.

La  primera temporada de “Restaurante de Medianoche” consta de 10 episodios de unos 24 minutos de duración cada uno y sus historias son sencillas y cotidianas como los personajes que entran en el local.

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Cada capítulo tiene el título de un plato de cocina:

En “Sopa de Fideos con Verdura”, un locutor de radio descubre que la taxista que cena junto a él, es la actriz que interpretaba una serie de super héroes que él veía de niño.

En “Perrito de Maíz”, un actor antaño famoso, se siente celoso y se pelea con su ex ayudante que ahora triunfa en la televisión.

En “Cerdo a la Plancha”, una oficinista cena y teje jerseys de lana para los hombres de los que se enamora.

En “Tofu de Huevo”, un niño cree que tiene algo en común con una chica porque a los dos les gusta el tofu de huevo.

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Así, plato a plato, cliente a cliente, en “Restaurante de Medianoche” los espectadores entramos en las vidas y los problemas de los personajes a la vez que aprendemos cocina japonesa, ya que el cocinero de la serie nos da la receta del plato estrella de cada episodio, además de explicarnos algún que otro truco para que sepa mejor.

Antes de Morir: Mafia croata, motoristas suecos y narcotráfico internacional

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Antes de Morir (Innan vi dör) es una serie policíaca sueca con guion de Niklas Rockström y Wilhelm Behrman.

Su protagonista, Hanna, (Marie Richardson) es una policía que trabaja en la Unidad Contra el Crimen Organizado. Es tan estricta en sus principios que detuvo a su único hijo, Christian (Adam Palsson), cuando descubrió que éste traficaba con drogas.

Hanna piensa que su hijo debería comprender que si lo mandó a la cárcel fue por su propio bien, pero Christian opina que su madre es una entrometida que lo ha traicionado.

Christian ha pasado dos años en la cárcel y acaba de ser puesto en libertad cuando comienza Antes de Morir. Evidentemente, la relación entre madre e hijo está muy deteriorada aunque Hanna intenta, sin éxito, recomponerla.

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Sven, pareja de Hanna y policía como ella, es secuestrado cuando investigaba un asunto de narcotráfico relacionado con una banda de motoristas y poco después aparece su cadáver con muestras de haber sido torturado.

Hanna y otro policía, Björn (Magnus Krepper), se harán cargo del caso que llevaba Sven. Éste tenía un infiltrado al que únicamente conocía él y del que Hanna y Björn sólo saben que se hace llamar “Inez”.

La única manera en que pueden comunicarse con Inez es mediante mensajes telefónicos y nadie en la Unidad Contra el Crimen Organizado sabe de su existencia, ya que Hanna y Björn deciden mantenerlo en secreto pues sospechan que dentro de su grupo hay alguien que pasa información a los narcotraficantes.

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El hijo de Hanna trabaja en el restaurante de unos croatas, los Mimica, y parece haber encontrado en ellos la relación familiar que no tiene con su madre.

Los Mimica son una familia organizada al más puro estilo mafioso, dedicados al contrabando de drogas y relacionados con la banda de motoristas a la que investiga la protagonista.

Así comienza Antes de Morir. A partir de aquí, la serie combina el suspense y la acción con el desarrollo de las relaciones entre los personajes.

La sensación de peligro, la posibilidad de la muerte, la traición, la venganza, el amor y el desamor conviven en esta excelente serie sueca que es otra muestra de por qué las producciones escandinavas tienen un bien ganado prestigio.