Tres series de Europa del Este para espectadores inconformistas

Si eres uno de esos espectadores inconformistas que disfruta buscando novedades que se salgan de lo habitual, si te gusta experimentar y probar cosas nuevas, no hace falta decirte que Estados Unidos y Gran Bretaña no son los únicos países que hacen series de televisión de calidad.

Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Francia, Italia… también se han subido al carro de cuidar los guiones y producir series para un público adulto que pide buenas tramas, personajes consistentes e historias con personalidad.

Europa del Este también está haciendo cosas interesantes que empiezan a tener audiencia fuera del área de influencia de la antigua Unión Soviética y hoy te traigo tres muestras de ello:

POD PRIKRITIE (Encubierto)

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Creada por el guionista Dimitar Mitovski, Pod Prikritie (Encubierto) es una serie búlgara que Netflix ha incluido en su catálogo hace unos meses.

El protagonista de Pod Prikritie es Martin (Ivaylo Zahariev), un policía que se ha preparado durante años para infiltrarse en la banda mafiosa más peligrosa de Bulgaria, dirigida por Dzharo (Zahariev Mihail Bilalov).

La serie se inicia cuando Martin empieza a trabajar para Dzharo en el nivel más bajo de la organización y a lo largo de la primera temporada vemos cómo va ascendiendo en un ambiente de robos, prostitución, tráfico de drogas, violencia y corrupción.

KURSANTY (Cadetes)

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Kursanty (Cadetes) es una serie rusa escrita por Zoya Kudrya y dirigida por Andrei Kavun que se basa en las memorias de un famoso director de cine soviético: Piotr Todorovsky.

La acción de Cadetes transcurre durante la Segunda Guerra Mundial y narra la vida de un grupo de muchachos que ingresan en la en una academia militar donde, en sólo 90 días, se formarán para ser enviados al frente.

ARANYLET (Una Vida Regalada)

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Aranylet (Una Vida Regalada), es una serie húngara producida por HBO Europa.

Sus creadores son los guionistas Roope Lehtinen y Mikko Pöllä y se han basado en la serie finlandesa Helppi Elämä.

Aranylet nos cuenta la historia de la familia Miklosi: padre, madre y dos hijos adolescentes.

Aparentemente, los Miklosi son una familia de clase media alta muy normal y así lo creen sus vecinos y conocidos pero lo cierto es que el padre, Attila (Szabolcs Thuróczy) es un delincuente que vive de estafas inmobiliarias y de “trabajos” para un importante mafioso de Budapest.

La madre, Janka (Eszter Ónodi), presiona a su marido para que haga cada vez más “trabajos” ilegales que les permitan mantener su elevado nivel de vida y la ayuden a ella a ascender socialmente a través de los contactos que consigue con su participación en una ONG de mujeres ricas.

El hijo de 17 años, Márk (Renátó Olasz) sigue los pasos de su padre metiéndose en asuntos cada vez más turbios y violentos mientras que la hija menor, la quinceañera Mira (Laura Döbrösi), quisiera que su familia trabajase honradamente aunque ello signifique bajar de nivel social y pasar estrecheces económicas.

¿Te animas a darle una oportunidad a alguna de las tres? ¿Nos puedes recomendar otras series «diferentes» para espectadores inconformistas?

Criando Ratas: Cine independiente y neoquinqui

Que Criando Ratas es cine neoquinqui lo dice Carlos Salado, su director y guionista.

Que Criando Ratas es cine independiente lo dice cualquiera que sepa que esta película ha costado 5.000 euros y seis años de trabajo y constancia por parte de un grupo de amigos.

Carlos Salado asegura que Criando Ratas es cine neoquinqui porque sus referentes son los directores Eloy de la Iglesia y José Antonio de la Loma y películas de los ochenta como El Pico y Perros Callejeros, pero la manera hiperrealista de rodar, su lenguaje casi documental, la frescura y naturalidad de sus actores le dan a este largometraje un sello propio.

Ver Criando Ratas es como espiar tras la cortina de una ventana a sus personajes que van y vienen, observarlos en su día a día, en sus disputas, con sus problemas de dinero, sus trapicheos de droga, sus robos, sus “negocios” poco claros y nada legales… Unas veces te ríes, otras te emocionas, otras te disgustas…

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Por algún lado he leído unas declaraciones de su director comentando cómo le ha influido el movimiento Dogma y eso es evidente en la película.

A mí Criando Ratas me ha recordado una serie americana poco conocida, del guionista David Simon y Edward Burns: The Corner, rodada en un barrio de Baltimore, U.S.A., muy semejante al de Criando Ratas. Dicha serie también utiliza un lenguaje visual de documental y, aunque hay algunos actores profesionales, la mayoría de los personajes que aparecen son gente del barrio interpretando su propia vida.

The Corner inspiró lo que sería una de las series de más calidad y prestigio de la televisión: The Wire, también creada por David Simon y Edward Burns.

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El escenario de Criando Ratas es Colonia Requena y las Mil Viviendas, de Alicante, y los actores son sus habitantes, la gente del barrio, los niños y jóvenes que se pasan el día callejeando y en sus parques.

La excusa argumental que utiliza Carlos Salado para que sus personajes se muevan y actúen es que su protagonista, Cristo (Ramón Guerrero), tiene una deuda con gente muy peligrosa y se pasa todo el día intentando conseguir una fuerte suma de dinero que debe entregar esa noche si no quiere sufrir las violentas y dolorosas consecuencias.

Cristo es un cani, un quinqui de los muchos que pueblan Criando Ratas. También lo son sus amigos. El resto de personajes no le andan muy a la zaga: prostitutas rusas, un macarra rumano, una banda de búlgaros…

La película ha sido presentada en pequeñas salas desde diciembre, y el siete de enero fue colgada en Youtube, donde ya la han visto casi 900.000 personas en el momento en que escribo esto. Aquí dejo el enlace por si alguien se anima a ver Criando Ratas.