El Siglo del Individualismo: Cómo controlar a las masas y que parezca democracia

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The Century of the Self (El Siglo del Individualismo o El Siglo del Yo), es una serie de cuatro documentales escrita y dirigida por Adam Curtis en 2002 que nos habla de la manipulación a la que todos estamos sometidos por las empresas que nos venden sus productos a través de la publicidad y por los partidos políticos que intentan (y consiguen) controlarnos mediante la propaganda ideológica.

El Siglo del Individualismo nos explica cómo Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, utilizó el trabajo del famoso psicoanalista y de su hija, Anna Freud, para cambiar radicalmente las técnicas publicitarias de las empresas, primero, y la propaganda ideológica y política más tarde.

El primer episodio de El Siglo del Individualismo (Máquinas de la Felicidad) se inicia con una significativa introducción:

“Hace 100 años, una nueva teoría acerca de la naturaleza humana fue propuesta por Sigmund Freud. Él decía haber descubierto primitivas fuerzas sexuales y agresivas escondidas dentro de la mente de todos los seres humanos. Fuerzas que de no ser controladas llevarían a los individuos y a las sociedades  al caos y la destrucción.

Esta serie trata acerca de cómo quienes están en el poder han utilizado las teorías de Freud para intentar controlar a las peligrosas multitudes en una era de democracia de masas”.

Edward Bernays descubrió a las grandes empresas cómo podrían hacer que la gente quisiera cosas que no necesitaba, vinculando bienes de consumo con sus deseos inconscientes.

Se trataba de vender un producto a nuestra parte emocional, no a nuestro intelecto. Es decir: Hacernos comprar determinado producto no porque sea de calidad o nos sea útil sino porque creemos que nos vamos a sentir mejor si lo tenemos.

Después serían los partidos políticos y los grupos de poder los que aprendieran a controlar a la población aplicando las técnicas que tanto éxito habían tenido en la publicidad comercial.

La idea básica era sencilla y maquiavélica: Satisfaciendo los deseos íntimos egoístas de la gente se les hace más “felices” y, por lo tanto, dóciles. Una manera de corromper la democracia creándonos el espejismo de que somos los ciudadanos los que decidimos en las urnas, cuando lo cierto es que nuestros dirigentes estimulan nuestro yo irracional en la dirección que a ellos les beneficia.

Como ya he dicho anteriormente, El Siglo del Individualismo consta de cuatro episodios: Máquinas de la Felicidad, La Ingeniería del Consentimiento, Hay un Policía en Nuestras Cabezas que Debe Ser Destruido y Ocho Personas Brindando. Los cuatro capítulos se podrían resumir en una sola frase: Cómo controlar a las masas y que parezca democracia.

Baron Noir: Una serie francesa que podría ser española

Es lo que pensé cuando estaba viendo el primer episodio de Baron Noir: esta serie podría ser española. Lo pensé porque el primer capítulo de  Baron Noir empieza hablando de financiación ilegal de partidos políticos, de desvío de fondos y del cobro de comisiones ilícitas a empresas constructoras… Un tema que nos resulta muy familiar a todos los españoles.

Baron Noir trata también de enfrentamientos internos en el Partido Socialista, de traición, de grupos enfrentados… ¿Os suena?

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Producida y emitida en 2016 por Canal+ France y creada por los guionistas Eric Benzekri y Jean-Baptiste Delafon, la primera temporada de Baron Noir consta de 8 episodios de 52 min. de duración.

Su protagonista es Phillippe Rickwaert (Kad Merad), diputado del Partido Socialista y alcalde de Dunkerke.

Phillippe, al que llaman Baron Noir, no es precisamente honrado pero tampoco lo son sus compañeros de partido… empezando por Francis Laugier, candidato a la presidencia francesa que no duda, con tal de salvarse,  en traicionar al protagonista y hacerle cargar con la culpa de la financiación ilegal del partido. Esto desencadenará el deseo de venganza del protagonista.

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Cuando Baron Noir se estrenó, los franceses encontraron paralelismos entre su argumento y el “caso de los empleos ficticios del Ayuntamiento de París” en el que se vieron envueltos Alain Juppé y el expresidente francés Jacques Chirac cuando se descubrió que el Ayuntamiento de París pagaba los sueldos de varios empleados que nunca trabajaron allí, sino que lo hacían en el partido presidido por Jacques Chirac, el RPR. Supongo que ahora, cuando vean la serie, pensarán en el candidato derechista a la presidencia François Fillon, acusado de gastar el dinero de los contribuyentes en pagar elevados sueldos por empleos inexistentes a su esposa e hijos.

Los que hayáis disfrutado con series como la británica House of Cards, su homónima americana o la danesa Borgen, seguro que también lo pasaréis bien con Baron Noir.

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EL NEGOCIO DE LA CARIDAD: Cuando las ONG’s se convierten en prósperas multinacionales.

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Título: Charity Business/El Negocio de la Caridad. Guion y dirección: Sophie Bonnet. Productoras: CAPA y Canal + (Francia) País: Francia. Año: 2013. Duración: 52’

Como podéis deducir por su título, “El Negocio de la Caridad” no es un documental melodramático ni “buenista”, tampoco está realizado por una malvada y cínica insolidaria, sino que es una llamada de atención y una invitación a analizar un fenómeno social y económico que no para de crecer desde hace varias décadas: las organizaciones que se califican a sí mismas de humanitarias, las ONG’s.

El documental “El Negocio de la Caridad”, se centra en lo que su directora y guionista llama “las multinacionales de la caridad”.

En su inicio y sobre imágenes de desastres humanitarios y niños que lloran, Sophie Bonnet nos dice:

“Niños que no son más que piel y huesos. Hambruna. Situaciones de emergencia y trabajadores humanitarios en acción. Compasión. Remordimientos. Argumentos irrefutables para apelar a nuestra generosidad. Y funciona: El dinero fluye. Las organizaciones francesas recaudan casi 3.000 millones de euros al año, el equivalente al volumen de negocio de una empresa como Apple en Francia. La ayuda humanitaria va viento en popa. Desde hace 10 años las cantidades que se recaudan aumentan una media de un 5% al año. Pero ¿qué pasa con ese dinero? ¿se utiliza siempre bien?”

Seguidamente, “El Negocio de la Caridad” pasa a hablarnos de las nuevas empresas que han surgido en el sector de la ayuda humanitaria como las especializadas en el reclutamiento de donantes, agencias de viajes centradas en “turismo humanitario” o constructoras que viven exclusivamente de prestar sus servicios en obras de emergencia.

Sophie Bonnet hace cálculos, nos da cifras, nos muestra (muchas veces mediante cámara oculta) cómo un terremoto o los niños huérfanos de un país tercermundista pueden ser un gran negocio para unos cuantos, muchos, individuos que se frotan las manos cada vez que ocurre un desastre humanitario en alguna parte del planeta. Como cuando, tras el terremoto de Haiti, Kenneth Merten, (embajador de USA en Puerto Príncipe) escribía un mail a su gobierno: “¡Es la fiebre del oro! Llegan empresas para vender sus conceptos, productos y servicios. (…) Todas las empresas compiten entre sí para llamar la atención del presidente haitiano, es una verdadera batalla campal”.

Vale la pena ver “El Negocio de la Caridad” porque es un documental que nos hace pensar y se cuestiona un tema “incuestionable” desde el punto de vista de la corrección política (esa dictadura invisible que nos atenaza). Después, que cada cual saque sus propias conclusiones.